Capítulo 13-2-1

2052 Palabras

“Despierta, Violeta. Ha caído la noche”. Violeta se incorporó con un sobresalto. “Dios mío”. Al contrario que en su sueño, despierta, su desnudez la hacía sentir poderosamente tímida. Se cubrió los pechos con un brazo y el montículo con la mano libre. “Descansa, mi amor”, instó Leontios. “Eres encantadora, y eres amada”. Suspiró y dejó caer los brazos lejos de su cuerpo. Con nada más que un rubor en las mejillas, se puso en pie. Le dolían las piernas, los brazos, la espalda y la frente. Curiosamente, su sexo se sentía de maravilla, aparte de los claros indicios de que le había ocurrido algo trascendental. Increíble. Tenía razón. La virginidad es un mito. El resto de ella, sin embargo, le dolía mucho. “Leo, ¿tienes algún tratamiento para los dolores? Hicimos mucho trabajo manual ayer”.

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