Capítulo 57. El trato invisible de dos alimañas. Mark detuvo el coche a pocos metros. Bajó sin esperar a Javier, en esta parte de la ciudad el sol parecía estar oculto, y el aire frío de la mañana lo golpeó de frente, abrió su maletero y sacó su abrigo de él. Caminó hacia la entrada con paso firme, el abrigo ne gro ondeando detrás de él. El guardia de la puerta lo reconoció al instante, aunque intentó disimular su euforia, ver a alguien tan poderoso como el señor Leclerc por allí a esa hora de la mañana era como sacarse la lotería. -- Señor Leclerc... el club no abre hasta el anochecer – le dijo balbuceante. -- Entonces será un día largo para todos – le respondió Mark, empujando la puerta sin pedir permiso, dándole una patada. El interior olía igual que antes: a madera vieja, perfum

