Capítulo 27. Información de primera mano... vaya sorpresa.
Lo supe en ese momento: esa voz no era para pedir perdón, ni para preguntar cómo había estado ella en esos dos años de separación…
Era para reclamar su propiedad perdida.
No a los niños... no a sus propios hijos. Ni siquiera preguntó por ellos, nada.
Lo único que le importaba era ella.
Mi estómago ardió al entenderlo.
No fue teatralidad. No era un gesto para impresionar a nadie. Era una defensa, la cuchilla que se interpone entre el depredador y su presa.
Cuando me preguntó que pensé en ese momento, no supe que contestar, pero la verdad es que tuve ganas de acabar con ese par, sin importarme que esa Tal Valentina Cruz era una mujer.
El aire se volvió espeso desde ese momento, podía cortarlo con un cuchillo su li tuviera.
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