Él hombre soltó una pequeña risa, pues lo había pillado en su identidad, por mi parte respire profundo para bajar los nervios de puntas que cargaba encima.
—Los semidioses tienen su refugio seguro, una residencia Olimpus, en cambio los descendientes celestiales no—comento el hombre, ingresando con el vehículo a un callejón.
—¿Te refieres a los hijos de ángeles y demonios caídos en la tierra?—le pregunté atenta a cada movimiento, además de que tenía intriga por saber hacia donde vamos.
—Exactamente, sabemos que no se puede entrar tan deliberado a la tierra tanto para unos como para otros sólo si somos enviados, sin embargo los caídos pierden el cincuenta por ciento de su poder al ser exiliados, lo que no contábamos era el qué ellos se mezclaran con los humanos, naciendo así unos híbridos muy poderosos, algunos están a favor de esta barbaridad pero otros sólo quieren conocer el mundo de su otra mitad de ser—agrego a su comentario principal, mientras estacionados frente a una casa que se encontraba a la salida del callejón.
—¿¡Quieres decir qué están siendo buscados todos los descendientes en la tierra!?—Exclamó Caín, dejando salir un sonido gracioso de sus labios por causa de los nervios.
—Si...—respondió, apagando el auto para abrir la puerta, Caín y Dante imitó al hombre saliendo del vehículo, yo salí igual con una pequeña mueca en mis labios.
Observé como la luces de la casa se encendieron de inmediato apenas Gabriel empezó a caminar hacia allí. No esperábamos que al estar frente a la puerta está se abrió de golpe, dejando ver a una pequeña niña de cabellera rubia, con unos ojos idénticos al hombre que nos trajo aquí.
—¿¡Papá!?—grito la niña, abrazando al rubio por las piernas.
Mi boca se abrió ligeramente al darme cuenta de la existencia de ella, pero no contaba que la pequeña conectará la mirada con mi persona, sentía el aura que la rodeaba además que por un segundo vi sus alas blancas en la espalda parecía una hermosa querubín, algo que con el hombre no había visto, puede ser que se deba a que él si tiene control total en sus poderes y nosotros no.
—Les comenté que llevaba un siglo esperándolos pues tengo una familia, además que sólo soy un "mortal" por los momentos—se encogió de hombros, poniendo su mano en la cabellera de la niña —Ella se llama Gabriela y ...—no pudo continuar porque escuchamos como bajaban por las escaleras de la segunda planta, una mujer de cabello castaño, ojos verdes y piel blanca.
—Cariño, ya llegaste—hablo la mujer, con una gran sonrisa en su rostro, llevaba una ropa cómoda para dormir muy parecida a la de la pequeña.
—Lamento llegar a esta hora y traje invitados—habló el rubio refiriéndose a nosotros, la mujer nos volteó a ver a cada uno como analizándonos era algo incómodo en cierto punto.
La mujer paro su mirada en mi, como sabiendo quien era yo, volteó a ver a Gabriel y este sólo asintió, como si estuviera respondiendo a la pregunta interna que tenía ella. Los tres tenían como unas barreras protectoras que no dejaban leer sus pensamientos o principalmente su verdadero poder.
—A primera hora nos encontramos con los doce descendientes de arcángeles y tú madre debe estar presente...—habló, Gabriel tomando a la niña en sus brazos para empezar a caminar escaleras arriba, se detuvo a la mitad.
—Leah, llévalos a las habitaciones de huéspedes—agrego para seguir su camino jugando con la niña, era una escena realmente enternecedora nunca imaginé ver algo así, sólo fueron segundos para que se perdiera de la vista.
—Tenemos sólo dos habitaciones, deben compartirlas entre ustedes—la mujer se dirigió a nosotros en un tono lleno de dulzura y amabilidad.
—Una para mí y Caín la otra...—dijo Charlottel para voltear a ver donde estábamos Dante y mi persona —Ustedes se quedarán con la otra habitación...
Abrí ligeramente los ojos, sintiendo el calor en las mejillas subir a millón, escuché el gruñido por parte de Caín, en cambio el hijo de Hades se río burlón de él, Charlotte había planeado todo con anticipación para saber en que oportunidad crear esta situación entre nosotros.
—¡Ni lo pienses, ella duerme conmigo!—exclamo mi hermano en un tono de molestia aumentando más el gestó burlón de Dante.
—Hermano, tranquilo estamos en una casa ajena, por favor—comente, poniendo mi mano en su pecho para calmarlo.
—Esta bien...—refunfuño molestó. comenzando hablar con Charlotte, ignorándome por completo, mientras Leah nos iba indicando cada habitación.
—Mi nombre es Luznell y el es Dante—le dije a la mujer como presentación puesto que no lo habíamos hecho.
—Mucho gustó, Luznell—respondió amablemente al saludo, en mi mente pasaba la duda en que si tenía que llamar a Gabriel "tío" o no aunque a la final era lo de menos.
— Espero que se sientan en su casa—agrego, antes de irse y d dejarnos frente a la habitación que compartiríamos.
Tomé valor para abrir lentamente la perilla de la puerta, encontrándose con una habitación de una sola cama junto a un juego de cuarto. Ingresé a paso moderado al interior ubicándome a un costado de la cama.
—Dante, no pensé que fuera una situación tan grave, pensé qué sólo sería una pequeña misión como las del Olimpus—susurré, sentándome sobre el colchón, para tapar mi rostro con ambas manos frustrada.
—Se que es difícil, he estado en infinidades de misiones pero no había sentido tanto temor desde que perdí a mi hermano—suspiro, él hijo de Hades acomodándose a mi lado, colocando su mano sobre mi espalda.
—Además Gabriel es la clave para saber más sobre mi abuelo, deseo ser lo suficientemente buena y no un fracaso o un simple error—susurré, sintiendo como la voz se me cortaba lentamente mediante las lágrimas se empezaban a escapar.
—No eres un fracaso... ¿Ok?...—habló, el hijo de Hades , en un tono serio, quitándome las manos de la cara para limpiar lentamente con sus pulgares el rastro de mis lágrimas—Eres la primera, desde mi hermana que no despierta este lado en mi de protección y Creo que se debe a que empiezo a quererte de una manera diferente...
Continuará...