CAPÍTULO 16.-1

994 Palabras

Catorce meses después.  Me despierta el sonido del monitor. El llanto es suave, pero insistente. Emilio. Abro los ojos con lentitud, sintiendo todavía el peso de la madrugada pegado al cuerpo. El cielo más allá de las cortinas apenas empieza a aclarar, y en el silencio de la habitación lo único que resuena es su llanto que no cede. Tanteo a ciegas en la mesita de noche hasta encontrar la bata. Me la pongo encima del camisón, cruzando los extremos con desgano y atándome el cinturón con una sola vuelta. Siento la tela contra la piel todavía caliente del sueño, y por un momento me detengo. Me froto el rostro y suspiro. A veces no sé si este es el comienzo de un día más o la continuación de uno que nunca terminó. Salgo del cuarto. La villa está en silencio, como siempre. Las luces auto

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