—Uno de ellos —susurró sintiendo rabia—. Uno de ellos le llenó la cabeza de mierda. Aprovecharon su amnesia. Lo han manipulado como les vino en gana, ¿quién sabe qué tanta tontería le dijeron? Y ahora él cree… que soy una especie de cazafortunas desesperada que se coló en la cama de quien sabe solo para tener un hijo y gozar de los beneficios de tener un Visconti. Las palabras me calan incluso al pronunciarlas. Me duelen porque parte de mí aún conserva el recuerdo de ese viaje del hombre con sonrisa afable, sentido del humor y una sonrisa fácil que me cautivo. Y ahora no soy nada para él. —Raven… —empieza Gary, pero niego con la cabeza. —No. No entiendes —lo interrumpo y miro hacia la ventana con vista a la ciudad antes de volver la misma hacia Gary. —No me importa devolverle todo lo qu

