Era un día muy frío. O sea, el aire estaba gélido. Menos mal que no había viento, o me habría congelado. Por suerte, ya casi estaba en casa y no me cabía duda de que Melanie habría encendido la calefacción. Con un poco de suerte, también habría encendido la chimenea artificial del salón. Era de gas, pero estaba montada para que pareciera una chimenea natural de leña. Una idea muy ingeniosa.
Por fin en casa, agradecí el calor, pero quería un poco más de calor personal, así que me dirigí a la sala. Si Melanie no hubiera encendido la chimenea, yo seguro que lo haría.
Melanie es mi niñera, por cierto. Es una atractiva joven de dieciocho años que se gana un dinero extra cuidando a algunas personas, incluyéndome a mí. Tenía dos hijos pequeños que probablemente estaban profundamente dormidos a
