—¡No entiendo! —No te preocupes. Disfrutemos de esta tarde. —¿No tienes una novia a la que invitar? —No soy de tener novias, ni esposas… Ni nada, de hecho. —Entonces… eres un don Juan. Sonríe la joven. —Algo así. Él también Sonríe de oreja a oreja. Bueno no era un secreto para ella lo que él lo fuese… suspiro, ¿y que se pensaba? Que le pediría que salieran o algo así. Miro por la ventanilla del coche un gran centro comercial que estaba delante de ellos, Daniels aparco y ambos bajaron. El la condujo ya que ella no conocía ese lugar. —Aquí venden unos helados estupendos. —Que rico, ya deseo probarlo. Al final se encontraban sentados compartiendo una agradable tarde, riendo y contando anécdotas viejos. —Háblame de tu familia Amanda. —No hay mucho que decir. —¡Vamos cuéntame! Le an

