Infraganti

1754 Palabras
Demian volvió a su coche yendo en la dirección que le indico el rubio. A lo lejos pudo distinguir los números que señalaban el autobús en donde se había subido Aurora. Acelero el coche, e hizo una llamada. En dos minutos el objeto rodante desaceleraba hasta que se orilló. Demian freno en seco, azoto la puerta de un portazo y con determinación camino hasta el autobús. La puerta ya estaba abierta, subió de mala gana por tener que hacer el trabajo el mismo. Camino por el pasillo y fue cuando la vio. Sus ojos se abrieron enormemente, llenos de miedo. —¡Eres muy astuta! —Demian déjame ir por favor. Suplico. El hombre la tomo del brazo con fuerza sacándola del puesto donde estaba. Las personas a su alrededor se hicieron de la vista gorda. Todos conocían al temible Demian Morgan o habían oído de él. Condujo a Aurora hasta su coche metiéndola de un empujón. Al estar los dos a solas este la miro. —Te juro que si vuelves a escapar te matare Aurora. Su mirada se había ensombrecido. Ella no dijo nada, solo miro hacia el frente viendo cómo se alejaba su libertad sobre ruedas… Al tiempo volvieron a la mansión, sacada a jalones la condujeron al interior de ésta. Creyó que la encerraría en su recamara pero no fue así. Daniels al mirarla le sonrió. Pero luego al ver a donde se dirigía Demian con ella dejo de hacerlo. ¿A dónde la llevaba? ¿Qué le haría? Al darse cuenta que la trasladaba al sótano se atrevió a preguntar. —¿A dónde me llevas? Éste no respondió. Solo se limitó abrir la celda tirándola en el suelo ocasionándole raspones en los codos. Tomo los grilletes y se los puso en los tobillos. —Tus comodidades se terminaron. Dicho aquello salió de allí dejándola sola en esa celda fría y oscura. No sabía que era peor, si dormir al lado de ese demonio o dormir allí tendida en el suelo… Dos amargos días después, no había visto a nadie desde entonces. Sin beber agua, o probar bocado. Estaba tumbada en el mohoso suelo. La chica escucho pasos acercarse, pero ni se molestó en levantar la mirada. Solo mirar en silencio el suelo. Imagino que era Demian. Pero no fue así, Daniels quien se detuvo en celda. —¡Vaya castigo lindura! Abrió la reja entrando con algo en las manos. –Debes comer, ven. Aurora hace el intento de  ponerse en pie pero le fue inútil, por los grilletes y por lo débil que se sentía. Sin más remedio, toma lo que le brinda el rubio devorándoselo con ganas. Cielos estaba muerta de hambre pensó. —De veras hermosas, apestas. Ella no dice nada. –Demian está realmente cabreado por tu escape, no quiere que nadie te alimente. Pero yo si tengo corazón, sabes. —Te matara si se entera que estuviste aquí. —No lo hará, poseo inmunidad. Respondió tan tranquilo. —¡Lo odio! Odio lo que me hace. —Lo lamento… se disculpa.  —Debo irme. La castaña asiente, mientras él se aleja. Aún tenía mucha hambre pero de momento se las que aguantar. Desde que la metieron allí no sabía qué horas eran, lo único que podía hacer era dormir.  Pero de pronto surge un ruido sordo que la despierta. Entonces ve a un Demian de pie frente a su reja mirándola fijamente. La chica se asusta porque no sabe que trae en mente ese sujeto. Lo pilla entrar y sentarse en posición de indio frente a la castaña con el ceño fruncido. —¿Te alimentaron no es así? ella negó con la cabeza. – ¡No mientas! Una cachetada le propina. —¡NO TE MIENTO! Le grito. Pudo oler que apestaba a alcohol. —Eres una perra. ¿Por qué querías huir? ¿Con quién te ibas a encontrar? —Con nadie, estás loco. Huyo de ti psicópata. —No te quiero ver con ningún hombre Aurora, tú me perteneces. —Estas mal Demian. Le dijo y otra cachetada fue lo que recibió. —No me cabrees más de lo que estoy. ¿Por qué no lo entiende? Se preguntó a sí misma, no comprendía que no quería  estar con él, que no le gusta. Que no deseaba que siguiera abusando de ella. Era tan difícil entender eso, esta tan obsesionado. —Demian, no deseo estar contigo. —¿Por qué? —Porque no me gustas. ¡Me violaste! —¡Maldita sea Aurora! Dice y su voz sonaba frustrada. –Te quedaras conmigo joder. —¡NO! Siempre luchare contra ti, siempre intentare huir de ti. ¡TE ODIO! No supo el porqué, pero esas palabras le dolieron como un hierro ardiendo en la maldita piel. Apretó el puño tan fuerte que los nudillos se blanquecieron. No soportaba la idea de que ella le odiara pero ¿Por qué? Estaba obsesionado con ella, maldita sea. Se puso en pie, la miro por última vez abandonando la celda en silencio. Aurora no se esperó esa reacción. Pensó que quizás, la volvería a golpear o bien sea violar pero no lo hizo. Simplemente se fue. Debía sentirse aliviada por ello. No llevaba la cuenta de los días que paso en la celda, Daniels bajaba a escondidas de vez en cuando para llevarle de comer. En todo ese tiempo no se había podido duchar así que su aspecto seria desagradable. —Daniels. Hace una pausa y llama su atención. –Demian, el, ¿aún sigue molesto? —Si. —¿Nunca me dejara salir de aquí? —No sé qué ocurrió entre ustedes, pero ahora está más cabreado que antes. —No pasó nada, solo le dije que le odio y que no lo quiero cerca de mí. —¡Ya veo! Entonces es por eso. —¿Qué cosa? —Nada. Me tengo que ir bella. ¡Adiós! Vuelve a quedar sola y desamparada en esa apestosa celda. Daniels sube las escaleras y recibe un texto que decía. — “Sácala, que coma y que se asee” —¡Bien! Responde, y se da la vuelta. Llega a la celda de Aurora sonriente. –Hoy estas de suerte belleza. Saldrás de aquí. Una vez limpia y repuesta, Aurora llega al recibidor donde la espera Daniels dándole una mirada de apreciación. —¡Estas, hermosa! Vamos a dar una vuelta. —¿Salir? Pero, y ¿Demian? —Será una sorpresa. Ella acepto con miedo, esa tarde se había puesto un lindo vestido color morado. Con pliegues de los lados acentuando su cintura. Subieron al estrafalario coche de Daniels abandonando la mansión. No sabía a dónde se dirigían pero estaba feliz de salir de esa casa… Estacionaron frente a una enorme edificación de cristales azules ¿Qué era ese lugar? —¿Qué hacemos aquí? Pregunta ella. —Ya verás. —No me gustan las sorpresas, Daniels. —No es para ti tonta. Entraron en el edificio maravillándose al ver el lujo y las comodidades de éste. Ingresaron al ascensor subiendo hasta el último piso. No era más de cinco. Al abrirse la puerta no había nadie en recepción. —¿Es tu edificio o algo así? —No. Dijo riendo. –Vamos. La apremio el rubio. Daniels como parecía saber dónde estaba y que lo había hecho infinidades de veces abrió la puerta de roble de par en par dejándolos pasar. Pero ninguno de los dos estaba preparado para lo que iban a ver en ese momento. Una rubia completamente desnuda estaba encima y a horcajadas sobre Demian quien llevaba la camisa abierta y los pantalones abajo. En el momento que entraron la rubia saltaba como una cabra loca sobre Demian quien la sujetaba de las caderas. Aurora no se esperaba nada así al llegar a esa oficina, pensó que le darían una sorpresa a alguien pero la sorprendida fue ella. Lo que si no se esperaba era que en su corazón se instalara algo llamado (molestia)  al ver a otra mujer encima de Demian. —¡Aurora! Dice Demian sorprendido bajándose a Gabriela de encima. Verla allí con esos enormes ojos abiertos mirándolo mientras se follaba a Gabriela no era algo que a él le hubiese gustado que ella viera. Por un momento vio que la rubia apretaba la mandíbula, pero debió ser su imaginación porque ésta se dio la vuelta y salió de allí tan rápido como entro, más atrás de allá la siguió Daniels. —¡Mierda! Se levantó subiéndose los pantalones. –Vístete de una vez. Le ordena a su secretaria. Al salir, justamente el ascensor se cerraba, así que corrió escaleras abajo mientras se acomodaba la camisa. Maldito de Daniels ¿Por qué la trajo? Mascullaba mientras bajaba. Para cuando llego a la primera planta Aurora ya se había marchado con su amigo. Una retahíla de maldiciones salió de su mente pero no las dijo. Aviso en la entrada que se marcharía temprano que cancelaran todas sus reuniones. Ya en su coche llamo a Daniels, quien no contesto. —Maldito hijo de perra. ¡Ya verás! Los golpes en el volante lograrían hacer que el coche no funcionara bien. ¿Por qué se sentía ansioso? Y culpable de que lo hubieran pillado, solo era una mujer más... Llego a su casa en tiempo records. Y allí se encontraba aparcado el coche de Daniels. Cuando entro el salió a su encuentro. —Que bruto eres Demian. Venirte a Follar a Gabriela en la oficina. —Esa pendejada no es tu problema. ¿Dónde está ella? —En la habitación. —¿Por qué carajos la llevaste a la oficina, joder? —Para sorprenderte pedazo de animal. Y los sorprendidos fuimos nosotros. Subió las escaleras llegando hasta su recamara, la puerta estaba cerrada pero el pomo cedió al menos no la tendría que tirar de nuevo.  Mientras que del otro lado de la puerta, una castaña se preguntaba ¿Por qué sentía eso en su pecho? ¿Qué estaba pasando? Verlo con otra tía fue impactante. Se la estaba follando en sus putas narices. Maldito perro pensó esta. Tirada en la cama boca abajo como una estúpida sintió que por su nariz corría un líquido escurridizo. Paso sus dedos por el área húmeda y noto que después de quince años de no haber llorado nada, esa tarde lo estaba haciendo por un imbécil que solo había abusado de ella y además golpeado. Sintió pena de sí misma
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