—No creo que me necesitaras. Responde ella tajante. —¡Ah no! —No lo creo. Bien claro me lo dijiste, no creí necesario ir a visitarte más. —¿Te gusta molestarme? —La verdad, es que sí. Demian acorto la distancia que existía entre ellos. Se aproximó tanto que sus rostros casi se tocaban. Sentía su respirar, tibio y era electrizante su potente mirada estaba puesta en sus labios. Toda esa escena de seducción la confundía, poseía una forma muy extraña para seducirla, discutían y luego terminaban en otra cosa muy diferente. Pero no le daría el gusto, o al menos no se la pondría fácil. ¿Que se creía? que podía llegar a imponerle cosas y de paso seducirla, estaba bien equivocado. —¿Qué intentas? ¿Besarme? —No. Algo mucho mejor que eso. Tomándola desprevenida la hizo girar colocándola sob

