ESPEJISMO

2656 Palabras
Cuando cierro los ojos, y me adentró en lo más profundo de mis pensamientos, comienzo a visualizar una noche tormentosa, unos pequeños escalones que dan a una gran puerta de madera de una impresionante casa; la conocía, es mi hogar, donde viví gran parte de mi vida. Algo me interrumpe al llamar mi atención. Me concentro, logro percibir el llanto de un bebe; y al girarme, logro apreciar a una mujer alta de cabellos dorados, llamando desesperadamente a la puerta, le da un último beso al infante y huye. Abro mis ojos, siento una sensación húmeda y helada por todo mi cuerpo, estoy empapada de sudor. Comienzo a divagar, no sé si lo que soñé es un recuerdo o una pesadilla recurrente influenciada por la verdad que siempre me ha afligido durante todo este tiempo.   Fui abandonada, mi madre me dejo en esta casa a tan solo pocos días de nacer. Mis padres adoptivos nunca me han ocultado la verdad de mi origen, pero siempre he sentido como si algo faltara en esa historia. Siento dolor, quisiera saber la razón de por qué me abandono; tal vez esto suena algo egoísta de mi parte, ya que siempre he sido llenada de amor. Pero, eso no ha evitado sentir este pequeño vacío dentro de mí que no me deja respirar. Me levanto un poco apoyándome en mis codos para poder ver el amanecer. Mis pensamientos son interrumpidos por la irrupción de mis padres a mi habitación.   ─ ¡Sorpresa, Feliz Cumpleaños Princesa ¡─ dicen con esa emoción llena de amor que los caracteriza. ─! Gracias padres ¡─los abrazo─ no tienen idea de cuánto los aprecio.   Me tomo el tiempo para pensar, que tengo ante mí a dos seres maravillosos que me han dado un hogar y me han criado durante todo este tiempo con amor y de una manera devota. No debo perder el tiempo con cosas del pasado, eso me digo todos los días de mi vida, y aun no entro en razón. Soy interrumpida por mi padre.   ─ Princesa, hoy celebramos tu vuelta al sol número 16. Queremos que sea algo especial, iremos a Hawái ¿qué te opinas? ─! Ohm, papá que emoción ¡─quede impactada con esa noticia, estalle de felicidad. De verdad, era el mejor regalo de todo el mundo. ─Bueno Taylor, te dejamos para que te prepares, salimos en 30 minutos para el aeropuerto. ─ Me dice mi madre, antes de dejar mi habitación.   Emprendo la misión de alistar mi maleta, solo cosas importantes mi traje de surf, mi cámara, Tablet, tarjes de baños, ropa de playa, efectos personales. Termino y me apresuro a darme una ducha. A la velocidad de la luz me visto, salgo de mi habitación bajo las escaleras y me encuentro con mis padres y partimos con rumbo al aeropuerto para dar comienzo a esta pequeña aventura. Ya en el avión, mis pensamientos comienzan a liberarse dentro con todo la libertad en mi cabeza, producto de la emoción y adrenalina que representa este momento.   Taylor Sanders, ese es mi nombre. Mi familia es de Hawái, ellos se mudaron de su hogar hace unos 20 años debido a los negocios de mi padre el Sr Arthur Sanders, un hombre negocios, inteligente, de gran altura y corpulencia, pelo azabache, ojos negros, y de piel bronceada; es dueño del mejor hotel de Hawái, “El Kalama”. Su esposa, Kailani Sanders, es mi madre, de gran belleza, piel bronceada, ojos color café y cabello n***o como la noche. Es una mujer dedicada a su hogar, respeta cada una de las decisiones tomados por su marido, sin ninguna objeción. Por ende, cuando el hotel tuvo un enorme crecimiento, él decide expandir sus negocios e inaugura un importante resort en las hermosas costas de Florida, concluyendo que deben dejar atrás este hermoso paraíso que representa su hogar, para tomar rumbo a una ciudad.   Por los orígenes de mi madre, desde que tengo memoria he estado enamorada de Hawái, de sus historias, de su gente, de sus volcanes. Odie la idea de mi padre cuando le mencione que quería irme a vivir con la familia de mi madre a Hawái, aprovechando la visita de mi tío Keahi. Obtuve un retundo no por respuesta de parte de mi padre, no entiendo cómo me puede negar la posibilidad de conocer esas raíces, es tan injusto. Siempre me ha costado adaptarme a la vida de esta ciudad, es como si no perteneciera aquí. En cambio, mi madre ha sido un poco más permisiva conmigo, y a escondidas me ha enseñado un poco de su familia y de lo que representa ese bello paraíso. Por un momento, soy interrumpida por la voz de la azafata que nos señala que estamos  a 4 horas de llegar a nuestro destino.   Doy un vistazo por la ventanilla del avión perdiéndome de nuevo en las nubes, y aparece el recuerdo de mi tío Keahi, hombre corpulento, con un gran amor por su tierra, sus tradiciones y por mí. Lleva con orgullo ser conocido como el hombre de fuego de la familia Makani. Debo comentarles que en este viaje viene con nosotros mi mejor amigo Fénix, es un pájaro Apapane (sus color rojo hace alusión a un ave de fuego, proveniente de Hawái), obsequiado por mi abuelo en mi doceavo cumpleaños, y enviado con mi tío en su viaje.   Formo parte del clan Makani, de donde proviene mi madre adoptiva. Aunque no tengo sus facciones físicas, ni su sangre corre por mis venas; lo que me une a ellos, va más allá de cualquier cosa, poseo un lazo tan fuerte con ellos, que es difícil de describir. Su líder es El Gran Ekekiela Makani, mi abuelo. Desde el primer día que llegue a sus vidas, me han inculcado todas las enseñanzas como un m*****o más de la familia, mi madre es su  primogénita,  su sucesora. Ella nunca quiso aceptar ese puesto, su sueño era casarse con el hombre de su vida y formar una familia. Cuando logro alcanzar la mayoría de edad, conoció a mi padre un turista, se enamoraron y se casaron.    Pero, con el pasar de los años por más intento que realizaran por concebir un hijo, mi madre no logro quedar embarazada con éxito. Hace dieciséis años, eso cambio; me dejaron abandonada a las puertas de su hogar, me adoptaron y me criaron como su hija. Mi abuelo me ha inculcado cada una de las sabidurías de nuestra familia, para que el día de mañana yo lo suceda como próxima líder del clan. Aunque hay personas que no apoyan esta decisión, entre ellos, mis padres quienes no están de acuerdo con esta locura, como ellos lo llaman. Especialmente mi padre, a regañadientes creo que accedió luego de una acalorada discusión con mi madre, de este viaje sorpresa con sabor amargo de regresar de nuevo a Hawái.   Salgo del mundo de mis pensamientos, y regreso a mi realidad. La azafata nos informa que estamos por aterrizar.   ─“Señores pasajeros, bienvenidos Al Aeropuerto Internacional de Kona, permanezcan sentados, y con el cinturón de seguridad abrochado hasta que el avión pare completamente los motores. Por favor, comprueben que llevan consigo todo su equipaje de mano. Muchas gracias y buenas noches.   Que rápido pasa el tiempo, ya cuando estamos saliendo del aeropuerto diviso la hora en mi reloj, son poco más de las 7pm. Nos recoge un auto del hotel, el chofer procede a acomodar el equipaje en la maleta y nos abrimos paso por las calles de Hawái. Comienzo a percibir nuevos aromas, pese a que comienza a oscurecer los paisajes que logro divisar son simplemente hermosos, no puedo estar más feliz. El chofer se abre paso desde al aeropuerto hacia nuestro destino; minutos antes había sincronizado el GPS de mi celular con la dirección del hotel, y en poco tiempo me percato que no nos dirigimos al hotel. Recorre unas calles, y en cuestión de tiempo, el auto se detiene para mi grata sorpresa, al frente de la casa del clan Makani. No puedo esconder mi emoción, bajo del auto a toda prisa y observo la presencia de dos hombres en la entrada.   ─!Abuelo, Tío¡ ─ siento que mi corazón se va a salir de mi pecho. Me fundo con ellos en un gran abrazo. Siento que es el mejor día de toda mi vida. ─Estábamos esperando este momento desde hace mucho, mi pequeña Kalama.­─ dice mi abuelo, dándome su bendición. ─Bienvenida a casa, pequeña Kalama─ continúo con el mismo brío. ─Pero continuemos a la casa, el clan está reunido en un gran banquete, por su visita.   Mis padres saludan a mi abuelo y mi tio, mientras yo me adelanto un poco con mi cámara para capturar cada centímetro que veo, al darme media vuelta y a puntar el lente en su dirección, sin ellos darse cuenta que los observo, logro percibir algo extraño en el ambiente. Mis padres tienen una extraña cara. Cuando me acerco al grupo alcanzo a escuchar esta pequeña conversación.   ─Solo espero que estemos haciendo lo correcto, hemos prolongado tanto este momento. ─ dice mi madre con una gran tristeza. ─Es hora de que sepa la verdad, no podemos huir de esto por más tiempo. ─responde mi padre con frialdad. Sus ojos se posan en mi abuelo y mi tío. ─ Prosigamos.   Sin alertarlos de lo escuche, les hago seña para seguir hacia la fiesta. Una sirvienta de la familia nos indica donde estarán nuestras habitaciones. Nos refrescaremos, antes de seguir al banquete. Al entrar a mi habitación, lo primero que llama mi atención es un hermoso vestido hawaiano de un color rojo intenso, con motivos de flores hawaianas y pequeñas llamaradas que le dan originalidad al diseño. Antes de que la sirvienta que se me asigno salga, llamo su atención.   ─Disculpa, ¿quién dio la orden de colocar este hermoso vestido en mi habitación?─ le pregunto, maravillada, sin poder quitarle la vista a esa belleza. ─Señorita, su abuelo. ─ responde ella con mucho respeto. ─ dijo que sería de su total agrado, es su regalo de cumpleaños. Si no se le ofrece nada más, procederé a retirarme. Buenas noches. ─ sale con rumbo al pasillo. ─Espera un momento. ─ le digo saliendo rápido y alcanzándola. ─ Pero aun no me has dicho tu nombre. Me gustaría saberlo. ─Señorita, mi nombre es  Nohi, para servirle. ─ haciéndome una reverencia. ─Un placer, espero que nos llevemos bien. ─ procedo a entrar. ─Mahalo señorita. A la velocidad de la luz, entro a la ducha y sucedo a bañarme. Coloco el champú en mi cabello lacio y dorado masajeándolo muy bien. Enjabono por completo mi piel, y por un instante me detengo en la pequeña marca de nacimiento que tengo en mi muñeca. La tengo desde que tengo memoria. Tiene la forma de un ave fénix con sus llamas, o eso es lo que yo veo. Deje de decir eso hace tanto tiempo. No puedo evitar soltar una pequeña risa irónica. La veo y me pierdo en mis pensamientos. Me sumerjo en mis pensamientos y llega a mi un pequeño fragmento de mi infancia. Recuerdo a una pequeña niña rubia, de ojos azules, como de unos 6 años, recorriendo mi casa con tanta alegría. Al verla con determinación me percato que soy yo, es estoy viendo una escena en la película de mi vida. Busca a alguien, poniendo más atención en ella logro descifrarlo.   ─Mamá, mamá, ¿dónde estás?­─ observando cada habitación que encuentra. ─Hija estoy en la cocina─ Grita, contestando a su llamado.   La pequeña se dispone a toda prisa a bajar las escaleras, para llegar a su encuentro. Su madre está en la cocina preparando el desayuno.   ─Mami, mami, mi cicatriz se parece mucho el pajarito de mis sueños. ─ se ve la emoción con la que describe su relato. ─Si mi amor, que bonito. Y tú le podrías decir a tu mami. ¿Cómo es ese pajarito que ves?­ Algo intriga por lo que la pequeña e está comentando. ­─ Es un pajarito grande, rojo, rodeado de fuego que aparece a salvarme cada vez que tengo un mal sueño.   De la nada, se escucha un estruendo, la niña se estremece y se acerca un poco más, para poder observar que a su madre se le han caído al piso unos platos.   ─M-mi niña n-no es nn-ada. N-no te p-preocupes. ─ recogiendo con gran nerviosismo el pequeño desastre desatado.   En ese momento entra el esposo a la cocina, tienen una pequeña conversación, ambos están nerviosos. El padre se acerca a la pequeña.   ─Mi princesita, tu madre me ha contado lo que le has dicho. Acompáñame. ─ el caballero se siente en la mesa y sienta a la niña a su lado.­─ Tienes una gran imaginación, pero lo que dices es eso, solo un sueño; y lo que tienes en tu brazo es un lunar, es tu marca de nacimiento, solo eso. ─Pero papi, yo sé lo que veo, mi…­ ─Princesa─ el padre interrumpe a la niña y aplica algo de severidad en su tono de voz. ─ Es solo producto de tu imaginación. Vamos a desayunar y no se habla más del tema. El llamado de mi madre a la puerta de mi habitación me trae de vuelta a la realidad. La invito a pasar, cuando salgo del baño, la encuentro bella y está ahí para ayudarme a estar hermosa para la fiesta. En cuestión de minutos estoy lista y salimos para tomar rumbo al patio principal de la casa. Quedo maravillada por la decoración, las fotos de los ancestros; la historia del clan Makani es fascinante. Me veo interrumpida al toparme con un cuadro interesante.   ─Mamá, ese cuadro, ¿qué significado tiene?. ─ la miro con mucha intriga. ─Ese cuadro, hija…─ mi madre deja salir un suspiro. ─ Es el escudo del clan. Es un ave fénix, es el guardián del fuego y la creación. Representa la muerte y el renacimiento; simbolizando la muerte del sol en cada anochecer y la manera en que renace en cada nuevo amanecer.   Se detiene a verme, estoy maravillada, mi asombro y fascinación son perceptibles, logro verla de reojo. En su cara solo veo preocupación, algo que no había visto nunca en ella. Nos abrimos paso hacia la fiesta donde nos esperan los invitados. Mi abuelo nos hace seña para dirigirnos a la mesa donde está ubicada la familia principal del clan. La fiesta es interrumpida por el pequeño golpeteo de una copa de cristal.   ─ Queridos familiares y amigos­─ se puede escuchar el tono imponente de su voz. ─ Estamos todos aquí reunidos para la celebración de la fiesta anual del clan Makani y el dieciseisavo cumpleaños de nuestra pequeña Kalama.   Todos levantan sus copas, se escuchan los tintineos, un vivas salud sale de la boca de todos los presentes. Doy una mirada fugaz a mi alrededor, todos me observan fijamente, soy el centro de atención del banquete. Soy interrumpida por mi abuelo quien se dirige de nuevo a todos.   ─Sin más nada que añadir, que la fiesta prosiga y todos a disfrutar en familia. ­─ Añade mi abuelo a su corto discurso.   A continuación se reanuda la música y todos los presentes siguen bailando, otros conversan o comen. Dirijo mí vista a mi abuelo, quien en compañía de mi tío y mis padres me hace señas para que los siga. Dejamos atrás la fiesta y entramos al despacho del líder del clan; en ese momento el ambiente se tornó extraño, algo que nunca me había sucedido comenzó a pasar. Si hubiera sabido antes de los eventos que iban a suceder a partir de ese momento y del contenido de la conversación que iba a sostener con ellos en, no habría montado ese avión en el momento que mi padre me sorprendió con el viaje a Hawái. Que efímero puede ser todo cuando algo impactante es revelado, en un momento inesperado de tu vida.
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