—Buenos días —saludó Lucas viendo a la joven despertar de un largo sueño—. ¿Cómo te sientes?
Sofía miró a todos lados y, tras asegurarse de que no era una habitación de la clínica psiquiátrica donde se encontraba, se sintió en serio confundida.
—¿Ahora trabajas en prisión? —cuestionó la joven con un tanto de sarcasmo en el tono de su vos, pero, aunque era la conclusión más lógica, tampoco parecía estar en una prisión.
—No estás en prisión —aseguró Lucas y sonrió antes de continuar hablando—, tampoco en ningún psiquiátrico. Es una de las tantas casas de campo de tu papá.
—¿Mi papá? —preguntó Sofía confundida.
—El doctor Lucio me contó todo sobre ti y sobre tu hermana, que en paz descanse.
—¿Te conto todo? Como si ese sujeto supiera algo de ella o de mí, en realidad.
La queja de
