Lo primero que hizo fue aprender todo acerca de todos los pacientes. El lugar era como un hotel de lujo, donde los “pacientes” recibían trato de dignos miembros de la realeza, o al menos así debía ser, porque la dedicación de los miembros del personal médico era inversamente proporcional al tiempo que tenían laborando. Las enfermeras eran apáticas y, en mucho, ni siquiera se interesaban por la salud de los pacientes. Cumplían con sus deberes de cuidadores, pero no hacían más que medicar y acompañar, así que no le costó trabajo a la seria Lucia pasar desapercibida entre las filas. De todo el personal solo destacaba Lucas, el pasante de psiquiatría, y Ana, la jefa de enfermeras. Del resto todo era lo mismo, jóvenes hombres y jóvenes mujeres que cumplían su trabajo y nada más. Su primer

