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3035 Palabras

El lunes al llegar a la oficina sentí un alivio al ver a Álvaro cerca del escritorio, estar temprano es un punto a su favor, Sebastián entró a su oficina y yo me acerque a él para saludarlo porque no se ha dado cuenta. –Buenos días, Álvaro. –Hola Samy, yo no sabía qué hacer así que tomé asiento a esperar y traje café –respondió y señaló los tres vasos de café de sus manos. El bendito café que tanto necesitamos. –Gracias Álvaro, pero no tienes que traer café, solo harás las cosas de la oficina –le aclaré  –. Ya te lo explicará el señor Wiles. Señalé la puerta para que entrará a la oficina, parpadeó siguiendo mi dedo y luego me vio. –Se lo llevas tú –me extendió el otro vaso de café y sonreí por su actitud. –Ven conmigo –respondí. Caminamos juntos hacia la oficina de Sebastián. –Te

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