Julián se sentó con su cara más seria dejando una caja de pasteles rellenos en medio de la mesa donde lo acompañaban Camila y Azul. Miró a ambas como a un padre que va a regañar a sus pequeñas luego de que cometieron una travesura. — Bueno, llevamos tres días así y ya me cansé de esperar que ustedes actúen como adultas — Ambas lo miraron con furia en sus ojos —. Asique nadie se va a mover de aquí hasta que se solucione esta situación. —¿Quién empieza? — Silencio —. Bueno, perderemos una mañana de trabajo y las cosas se empezaran a acumular, después trabajaremos horas extras y nadie podrá salir de esta oficina por una semana completa — explicó y se cruzó de brazos apoyándose en el respaldo de la silla. Los tres habían abierto su propia empresa de desarrollo web, donde no solo manejaban

