CAPÍTULO 15

1861 Palabras

—Me molesta que no me moleste —farfulló Berenice, hablando con Miriam, que bebía un café con ella en la pequeña terraza de su pequeño departamento—. ¿Por qué no me molesta? —cuestionó casi indignada. —Porque eres una mensa —respondió Miriam, también molesta por la actitud despreocupada de la chica—. Le creíste todo y, no solo lo perdonaste, sino que también le pusiste en bandeja de plata la paternidad. Eres muy mensa. Berenice miró a su amiga enarcando una ceja. Y es que, en alguna parte de sí, también estaba esa idea resonando constantemente; solo que era tan leve que era fácil ignorarla. —¿Crees que me está engañando? —cuestionó Berenice, mordiendo después su labio inferior. Y es que, a pesar de lo impulsiva que solía ser, y de lo terca que también era, no era alguien que confiara

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