CAPÍTULO 32

1801 Palabras

—¿Y esa dónde la tenía escondida, Bere? —preguntó el velador, viendo a la gerente del lugar entrar con una pequeña en brazos el martes por la mañana. —En la habitación de su abuela —respondió Berenice, sin pena—, es media hermana de los míos y, como no había quien la cuidara, me tocó hacerlo a mí. —Pues róbesela, que al cabo está tan igualita a Deniscita que seguro todo el mundo le cree que es de usted, también. —No, ni lo diga, ¿Se imagina yo volviendo a empezar con la corredera a la guardería ahora que también corro al preescolar? No creo que mis nervios y piernas lo soporten. Y, con una sonrisa, terminó esa charla medio en broma entre dos empleados del resort. El velador lo había tomado con diplomacia, porque no conocía la historia detrás de todo, y tampoco conocía a la niña, p

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