RIDÍCULAS TRENZAS

1499 Palabras
Las piernas me temblaron al verlo semis desnudo, su cuerpo era tallado por los dioses se veía el trabajo duro a causa de mucho ejercicios, sentí como un jugo se posaba en mi boca, jamás había visto a un hombre así, solo en televisión o revista, pero nunca en persona y mucho menos tan cerca, sus ojos se oscurecieron al verme y su mirada se clavó en mí. Intente caminar para regresarme pero las piernas no me daban, estaba allí como estúpida viéndolo y el a mí, era como unos segundos de paralizados. —Disculpa Elizabeth que pena, — sonrió apenado, — Hace unos días deje aquí en esta habitación  algo y solo vine por ello. — simulo agarrar un juego de sabanas de una de las mesa de noche y salió. No dije nada, solo me quede observando como se iba, me senté en la orilla de la cama para tratar de controlar lo que mi cuerpo comenzó a sentir, eran cosas extraña que jamás había sentido. De niña siempre quise tener un diario para contarle mis deseos y forma rara de ser, pero no lo hice porque no había nada bueno, o nuevo que contar pero no sé porque en estos momentos sentía la necesidad de escribir lo que sentía. Entre mis cosas de dibujo tenía una libreta sin usar, la busque y note que estuvieron husmeando en mis cosas, quería decir que la cara dura no solo venia por el juego de sabanas. Tome la libreta y escribí. ´´Querido diario hoy por primera vez he visto un hombre casi desnudo, digo casi porque aunque hubiera deseado que el paño que tapaba la parte baja de su cuerpo se le cayera no paso, sentía que mis labios se mojaban como si estuviera lloviendo dentro de mi cavidad bucal, mi vientre se contrajo y sentí como una especie de susto  subía y bajaba por mi estómago ´´. Guarde mi nuevo diario debajo del colchón y me fui a duchar, necesitaba relajarme habían sido muchas emociones por hoy, me bañe y directo me metí en la cama quedándome profundamente dormida. Me desperté sudada había tenido pesadillas de cuando mama me entrego  para pagar su deuda, recuerdo que Marlon y los otros hombres me tomaron por el cabello y me metieron a la camioneta que llevaban, hacia frió y me dolía mucho la garganta, preferí no gritar para que hacerlo si eso no iba a impedir nada, el corazón me dolía y un nudo en el estómago se había quedado atorado, después de varias horas llegamos a aquel lugar, me revisaron y metieron mano para percatarse de que era virgen para poder venderme. Por varios días me mantuvieron sedada hasta que se dieron cuenta que no pretendía escapar, no sé si era miedo, cobardía, o simplemente que el dolor y la decepción que sentía me había dejado sin fuerzas. Me levante para asomarme al balcón, no me había dado tiempo de explorarlo, adoraba la altura era como adrenalina y alegría, Salí y daba como a una especie de jardín lleno de árboles y frescura, mi estómago se contrajo nuevamente al ver a Tiago sentado en el balcón de su cuarto que quedaba casualmente junto al mío, miraba a la nada como triste o pensativo, se percató de mi presencia con asombro y luego se relajó ignorándome por completo, sus facciones de la cara eran serias, tanto que le hacía verse aún más interesante. Estúpida pensé y me acomode el cabello del rostro que gracias a la brisa fría de la madrugada me tapaba toda la cara. Estas eran las razones por las cuales siempre llevaba trenzas, mi larga cabellera hacia lo que le venía en gana. Lo mire tímidamente por última vez y me dirigí a seguir durmiendo, había pensado en  medirme uno de los atuendos que compre esta tarde pero recordé que Susana se los había llevado para lavarlos, porque según ella, Tiago no permitía por nada del mundo usar ropa sin lavar, y pues concordaba con él en las tiendas muchas personas manipulaban la ropa y las infecciones de piel se trasmitían algunas de esta manera. Me recosté en la cama y nuevamente me quede dormida. —Buenos días Elizabeth, hoy iremos a casa de mis padres quiero presentarte con ellos, y decirle que serás mi futura esposa. —me dijo apenas se percató que entraba al comedor a desayunar. Los nervios se apoderaron de mi al escuchar que el momento se acercaba esperaba no defraudarlo, Santiago Duran el señor cara de papa, se levantó sin decir nada y sé que, estaba serio como molesto y algo irritado por mi presencia. La tarde trascurrió de lo más normal, tenía una agenda donde seguía paso a paso mi rutina diaria y pues la seguía perfectamente al pie de la letra al menos que tuviera que agregar nuevas  labores, anote la visita a casa de los padres pero no anote hora porque no me dijo cual seria. Entre a mi habitación para acomodar el montón de ropa, Susana me había traído el almuerzo y también la ropa totalmente limpia y algunas planchadas, insistió en ser ella quien las seleccionara y ordenara pero no lo permite, siempre he creído que las personas nacieron para ser auto suficientes, una cosa es una ayuda y otra abusar de los empleados de servicio,  al terminar tome un libro de metamorfosis que traía conmigo y explore algunos temas. Sin embargo no pude continuar con las investigaciones porque había algunas cosas de la cual necesitaba investigación por Internet, esa era la razón por la cual tenía que hablar con cara dura anoche. Necesitaba que me prestara una lapto. Eran las 5 pm de la tarde cuando Susana entro  a mi habitación con una caja enorme en las manos. —Niña, aquí manda el joven que estés listas a las 7pm en punto que esa hora pasa por ti— hablo Susana entrando colocando una caja con un moño rojo  encima de la cama, —Gracias Susana—respondí para levantarme y cerciorarme de que se encontraba en su interior. Era un vestido hermoso de color vino tinto la tela era de seda, pero era muy corto apenas tapaba mi trasero y definitivamente no lo usaría ni loca, junto al vestido se encontraba unas sandalias de tacón alto negras con piedras plateadas, para mí no era un problema usar tacones mama a los 13 años me obligo a aprender, me ruborice al notar que había un conjunto intimo que se colocaba completo, era n***o con encajes y el brasier tenía una especie de piedra de un corazón, al usarlo con el vestido el hueco que este tenía en medio hacía notar la piedra del brasier. Era las 7pm en punto cuando baje del edificio a la parte de la cochera, Pablo me había informado que Santiago me esperaría allí. Estaba hablando por teléfono cuando llegue que no se percató de que entre en la parte de atrás del auto. —Si hermano te espero en casas de mis padres les presentare a Elizabeth, espero que todo salga bien me urge salir de esto, y tener la herencia en mi poder, no quisiera por nada del mundo que mi  primo se atreva a adelantarse y ser el quien la cobre.   Me miro por el retrovisor asombrado   — ¡Elizabeth siéntate adelante por dios se supones que eres mi futura esposa que pensara mis padres si vas detrás!—dijo frunciendo el ceño molesto y algo irritado   Con toda la pena que puede existir me senté adelante, el llevaba una camisa de mangas largas blanca con los primeros botones abiertos, el pantalón de vestir era gris, y los zapatos no pude detallarlos, siempre me percataba de observar a las personas, había leído en un libro que lo que son se refleja hasta en la ropa que usan.   — ¡Maldición Elizabeth te dije que usaras el vestido, y porque llevas esas ridículas trenzas, pareces una niña mujer ya es tarde para cambiarte, a mi madre no le gusta la impuntualidad!—su vos era gruesa y fuerte. Sentí mucho miedo y tristeza por haberme gritado de aquella manera.  —No me gusta usar vestidos cortos, me hacen sentir incomoda. —dije en un hilo de vos a punto de llorar. No dijo nada me observo y asintió con la cabeza resignado, me recalque de la ventanilla como siempre que viajaba y sentí como mis mejillas se humedecían producto de las lágrimas que salían de mi ojos, las seque y suspire. Era un una mansión enorme, al entran dejamos el auto en una cochera, la entrada era amplia, con un jardín y una piscina delantera, a lo lejos se podía ver un salón como de fiesta y en el fondo estaba la casa. Llegamos y pude notar a 5 personas esperándonos en la entrada. Las piernas me temblaron y me dije ahora si, a llegado el momento de demostrar si puedes o no con el paquete   
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