Como dios del mar, estar dentro del agua era algo muy placentero para su persona, apenas el agua toco su piel su verdadera identidad salió a la superficie, apoyo los antebrazos en el borde la tina para acomodar ahí su cabeza, pensaba en como sorprender a su amada, luego se miro en el reflejo del enorme espejo junto a la bañera, para su apariencia más mundana —como él la llamaba— había optado por un cabello más corto, además en sus manos coloco algunas cicatrices que fueran acorde con su historia de navegante, tardo semanas en terminar su apariencia nueva, lo más difícil de ocultar fueron sus ojos, resultando ser una increíble tarea hacerlos parecer humanos.
— No voy a poder mantener esta apariencia por siempre — se dijo a si mismo mirando su reflejo—, pero tampoco puedo dejarla ir…
Se sintió conflictuado por un momento, mas luego de recordar la sonrisa deslumbrante de Nyra fue que olvido su temor para recordar el porque estaba ahí, ella valía la pena, valía todo lo que hacía, nunca había sentido algo así, convivio con mujeres, con otras Diosas, pero ninguna le provoco lo que Nyra, ahí entendió lo que muchas veces escucho decir sobre las almas gemelas, existían y la suya estaba ahí, a tan solo metros suyo.
Salió de la bañera volviendo a su aspecto humano, seco su cuerpo entre suaves toallas volviendo a la habitación donde tomo las prendas que su nuevo amigo le regalo. No tomo mucho tiempo en vestirse, sonrió al ver su apariencia en el espejo, se sentía como todo un noble algo que lo hizo reír con diversión.
— ¿Estas listo? — Einar había vuelto, ya se encontraba listo también.
— Si, justo estaba terminando — volteo a verlo—, vaya, tu apariencia cambia mucho sin la ropa de entrenamiento.
— Eso me han dicho, que cuando estoy con tan elegantes prendas si luzco como todo un futuro rey — comento con un tono burlón.
— ¿Realmente quieres ser rey? — pregunto
— Sinceramente, no lo se — alzo los hombros—, a veces pienso que Aelon tiene mas madera de rey que yo, solo el tiempo dirá quien será el futuro rey del norte.
— Con los Dioses pasa algo similar, cada cierto tiempo uno sube a la punta de la montaña del ojo de los Dioses y es coronado como nuestro rey o reina.
— ¿Cómo lo eligen?
— Mediante combates, quien quede de pie es nuestro gobernante por 2 siglos.
— Vaya forma de elección — exclamo Einar—, ya casi es la hora del baile, yo tendré que entrar antes.
— Bien, esperare un momento antes de entrar entonces.
Salieron juntos y a pesar de simular ser solo un pobre navegante, Zehres atraía la mirada de las doncellas que se cruzaban en su camino, se sentía profundamente cautivadas por los ojos azules tan claros que poseía, sin embargo, su mirar ya estaba totalmente comprometido hacia su zafiro, esa dulce princesa que, hacia latir su corazón, uno que hasta ese momento no sabía que podía latir.
— Nos veremos dentro — se despidió Einar ingresando primero.
Zehres se aparto de la entrada al salón puesto que no debía cruzarse con Nyra aun, así que dio vuelta en el primer pasillo que encontró para luego cruzar llegando a un balcón donde prefirió esperar, ya anochecía y ver el atardecer era algo que siempre había disfrutado, la música a lo lejos seria su seña para saber que su amada había arribado al evento.
Desde su posición podía ver los carruajes llegando, uno en particular llamo su atención, por los detalles debía provenir de las casas nobles del norte, pero le causo peculiar interés la mujer que bajo del mismo, se volvió para escuchar a alguien que se quedaba dentro, no pudo verle el rostro solo noto un mechón de cabello rojo que se asomaba del carruaje, la damisela luego de recibir las ordenes fue al interior del palacio, se miraba joven, si tuviera que calcular podía pensar que era de la misma edad que su amada o menor.
— Que raro…— susurro para sí mismo.
Decidió omitir aquello por un momento pues era hora de que ingresara al baile, tomo su mejor porte para ir hasta las puertas del salón que estaba bellamente decorado, la música sonaba y había parejas bailando en el centro del lugar, cuando cruzo el umbral muchos se volvieron a él, portaba un antifaz blanco con líneas doradas que acentuaban sus ojos, las primeras en notarlo fueron las damas, aunque se sintió sumamente complacido cuando la mirada curiosa de Nyra se posó sobre él, no tardo nada en ir a su encuentro.
— ¿Cómo…?
— Su amable hermano sano mis heridas con magia, es un príncipe muy piadoso con los enfermos, gracias a ello pude venir a su baile, princesa — comento extendiendo su mano a ella— ¿Me permitiría acompañarla esta noche?
— Si, por supuesto — cuando le otorgo su mano, los pretendientes detrás de ella se observaron molestos.
— Me parece que he molestado a los caballeros detrás de usted — eso la hizo voltear.
— No te preocupes, no son importantes.
La respuesta de Nyra le provoco una enorme sonrisa al Dios que apenas lanzo una mirada a su competencia, aquella fue cargada de amenaza para ellos, no iba a ser nada piadoso si trataban de arrebatarle a su princesa, podía ser un ser muy cruel cuando se lo proponía, en eso si se parecía a su hermano. Una vez en el centro del lugar comenzaron a bailar al ritmo de la canción que sonaba en el momento, varios nobles murmuraban entre si sobre la presencia del caballero queriendo saber de dónde había salido, pero los padres de Nyra poco podían decir al respecto, no sabían cómo abordar el tema, tan solo respondían que venia de las costas y desconocían por igual su historia familiar.
Los jóvenes por su parte no lograban quitarse los ojos de encima, la princesa sentía tanta curiosidad por el ajeno y es que le resultaba tan enigmático sin hablar de su atractivo, pocas veces se había sentido interesada en los caballeros, nunca encontró a alguno particularmente interesante, pero ese marinero tenia algo especial, mucho de lo que le gustaba era que conocía el sitio que ella mas anhelaba conocer, podía contarle sobre cómo era.
— Ahora que estas recuperado, me gustaría hacerte una propuesta — dijo Nyra —, quisiera que fueras parte de mis damas de compañía, aunque seria mas caballero de compañía, bueno eso si no es que debes irte.
— Me quedare, disfruto de su compañía, princesa, es gratificante para mi — respondió de forma inmediata.
— Me alegra saberlo, yo pienso igual, me gustaría saber mas sobre ti y del lugar donde vienes.
— Con gusto le contare todo lo que desee saber.
— ¿Cómo es el mar? — pregunto ella.
— Es muy grande, siempre esta lleno de sorpresas, cuando navegaba pude conocer muchas criaturas que lo habitan, como las sirenas — al mencionas eso los ojos de la dama se iluminaron—, son criaturas bonitas pero algunas veces les gusta engañar para hundir a los hombres en el fondo del mar, no todas son así, por supuesto, pero hay zonas donde si son un peligro.
— ¿Alguna vez te hizo daño una sirena?
— No, mi madre me advirtió de los problemas con algunas poblaciones y siempre evite acercarme a esos dominios.
— Tu madre debes ser una mujer muy hermosa, lo digo porque estoy segura de que la belleza la heredaste de ella.
— Espero un día pueda conocerla, princesa.
Einar observaba a su hermana disfrutando de la compañía del Dios sintiéndose satisfecho, le gustaba verla feliz y conocía perfectamente el desagrado que tenia por sus pretendientes actuales, además ese Dios no le daba nada de desconfianza, también por esa razón había accedido fácilmente a que se acercara a ella, no obstante la tranquilidad que tenia en el momento se esfumo cuando su prometida se acerco a él, primero la observo, usaba un vestido semi escotado color vino, bufo ante eso, debían estar desesperadas para incluso vestirla con sus colores preferidos, para su suerte ese día no había optado por el saco vino si no por uno n***o con los escudos de su familia materna.
— Ese color no te luce bien — dijo Einar cuando la tuvo enfrente.
— Solo quería honrar los colores de mi prometido — respondió ella colocándose a su lado— ¿Bailamos?
— No me gusta bailar — respondió tajante.
— Pensé que si — no se daba por vencida y luego tuvo una idea —, entonces… ¿Deberíamos ir a otro lugar? Así podríamos estar solos…
— No me acostare contigo — finalmente se giro para verla—, esa idea tuya de meterte en mi cama y embarazarte no funcionara — le dio un muy leve golpecito en la frente—, puedo leer tu mente.
— No entiendo porque no te gusto, soy hermosa, muchos caballeros me desean — se mostró sumamente ofendida.
— Simplemente no me gustas, no eres el tipo de esposa que quiero — alzo los hombros con desinterés—, aunque nos casemos te dejare algo muy claro, no voy a consumar el matrimonio.
— Estoy segura que no dirás lo mismo en nuestra noche de bodas, eres un hombre al final de cuentas y todos pierden la cabeza cuando miran a una mujer desnuda.
— Lo dudo mucho, princesa.
Einar termino el contenido de su copa volviendo a observar a su prometida, esta vez observo con mas detalle el escote de su vestido, extendió la mano para tomar el encaje que adornaba esa parte del vestido, alzo una ceja considerándolo tan solo un momento.
— O tal vez tengas razón — corrigió Einar—, finalmente en algo acertaste, soy un hombre, tal vez si te tapo la cara pueda encamarme contigo.
No se espero a escuchar la respuesta de Carlin, retomo su camino, observo a lo lejos a sus padres charlando con los padres de su prometida, no lo tenían en su rango de visión así que fue fácil salir del salón, quería tomar algo de aire por lo que se encamino al jardín principal, finalmente la lluvia había cesado, eso lo dejaría estar en el abierto libremente, dejo salir un pesado suspiro para luego percatarse de que no estaba solo ahí, escucho una melodiosa voz que lo hizo guiar sus pasos hasta el camino de rosas, ahí volvió a ver esos rizos dorados, fue cauteloso en sus pasos, no quería interrumpir el bello canto que llegaba a sus oídos.
— Se que está ahí majestad — advirtió el hada.
— Quise ser discreto pero no pude — declaro acercándose a ella—, te vi antes en la cena, pero no pude hablarte, me doy cuenta de que vienes con las hadas ¿Eres parte de la realeza?
— No, yo solo soy una dama de compañía de su prometida — aclaro—, ella debe estar esperándolo.
— Lo dudo ya que hui de ella — buscaba mirarla, pero parecía que le esquivaba la mirada—, no entiendo ¿Por qué ocultas tu rostro?
— Es desagradable, majestad.
— Yo decidiré eso, déjame verte.
Ante la petición de un príncipe, el hada no podía negarse por lo que se dio vuelta para poder ser observada ante el ojo curioso del hombre, en su rostro se reflejaba belleza, pero también una larga cicatriz que la cruzaba, seguramente había sido hecha por una espada, pensó él, sin embargo, aun con la marca en su piel la encontró sumamente hermosa.
— Eres…
— Horrible, lo sé, majestad.
— Muy hermosa — eso sorprendió al hada — ¿Cuál es tu nombre?
— Me llamo Flora, majestad— contesto
— Hermoso nombre para una mujer inmensamente hermosa — tomo la mano de la mujer para besarla—, tú eres a quien buscaba
— ¿De que habla?
— La mujer que esperaba, eres tú, lo sé — se acercaba peligrosamente a lo que Flora retrocedió.
— No sabe lo que dice, majestad, si mi reina se enterara podrían matarme por traición — advirtió, algo que al lobo no le importo.
— No si yo te protejo — Einar sonreía sin poder soltarla —, confía en mí, te puedo proteger.
— La corte se reiría si lo supiera, una mujer marcada como yo no es digna de un heredero al trono — buscaba disuadir al príncipe de su intención—, tampoco pertenezco a la nobleza.
— Puedes intentarlo todo lo que quieras, pero no cambiare de opinión — se atrevió a tomar el rostro del hada entre sus manos—, nosotros nos buscábamos y por fin nos encontramos, no mientas al decir que no sientes lo mismo, porque tú voz me ha acompañado desde que nací, no busques escapar de esto, no podrás lograrlo.
Las palabras de Flora se quedaron en su boca pues Einar la beso, el contacto de sus labios con los de ella fueron suficientes para borrar el temor del momento, sus tímidas manos solo pudieron colocarse en los costados del príncipe que la mantenía en el lento beso, cuanto había soñado con degustar los labios del varón y él tenia razón, no podía mentirle, ella sentía lo mismo, lo supo desde que lo sintió en el vientre de su madre, pero entendía que su amor no era posible, no cuando la hija de su reina era la prometida del príncipe, ella era solo una dama de compañía, no había forma en que pudiera competir con Carlin.
Pero el pecado se sentía tan bien entre los brazos de Einar.