Un día normal

1163 Palabras
Nueva York Seren Un día fue necesario para recuperarme del cambio de horario y el vuelo de varias horas, hoy ya es momento de reanudar mi vida. Una vez lista subo al auto y me encamino a Union Square donde se encuentra la tienda, no me da gracia tener que usar el auto a pesar de ser una distancia corta desde Chelsea donde vivo, pero dado que tengo cosas que arreglar luego de visitar la tienda es lo más cómodo. A veces utilizo el metro cuando de plano no quiero caminar, por las mañanas suelo emplearlo para ejercitarme, que complemento pasando a un gimnasio que queda de camino. No puedo dejar de entrenar, por mi propio bien es necesario estar en buena forma, no sé cuándo lo pueda requerir. —¡Buenos días! Mabel —¡Hola!, creí que tomarías otro día —contesta. —Ya descansé, ¿pendientes?, ¿cómo te fue en mi ausencia? —Todo lo dejé en tu oficina, todo perfecto, sin novedad. La dejó para que termine de abrir la tienda y acomodar algunos objetos que retiramos del frente por precaución. En el segundo piso, además de tener una sala de exhibición con piezas más exclusivas al que solo se puede acceder con una contraseña, se encuentra mi oficina, un espacio amplio donde puedo dar rienda suelta a este mi hobby. Para mi vida cotidiana estudie historia del arte y luego un grado de conservación de bienes culturales, empecé trabajando para algunos museos, en donde gane experiencia, pero al poder darme el lujo de adquirir piezas que ni los mismos museos se pueden permitir. Decidí que necesitaba consolidar mi sueño, por lo que me fui armando una colección privada que pronto se convirtió en mi tienda de antigüedades. Entre los coleccionistas más importantes, saben que pueden confiarme sus piezas para restaurar, por lo que a veces no me encuentro en la galería, amo lo que hago. Tanta historia y cosas que un objeto inanimado nos puede relatar. Una diferencia abismal de una profesión a otra, el ser una asesina no era mi primera opción, claro está. Saco mi laptop de mi bolso y lo prendo, necesito revisar las transacciones que en estos días se realizaron, primero las de las compras, y todas las ventas que la galería realizo, creo que nunca he tenido necesidad de perseguir a nadie que fallara en un pago. Ya que todo parece en orden, compruebo la cuenta que tengo en suiza la cual utilice para que enviaran el dinero del último trabajo, siempre me queda el temor de que así como entra a la cuenta un hábil hacker pueda retirar el dinero, hasta ahora no puedo quejarme, pagan muy bien. Mabel me hace saber que alguien quiere pasar a la sala de exhibición exclusiva y eso solo se hace con previa identificación, la cual hace Tony, no podemos arriesgarnos a que alguien llegue a querer robar mis preciados tesoros, porque para mí eso son. Me es grato recibir a una pariente de los Rockefeller, la verdad que es sumamente gratificante entablar charlas con personas que saben de arte y que encuentran igual que yo una pasión inmensa en la historia. Una venta de una pintura de la época renacentista y la cita para ir a revisar sus antigüedades, una nueva clienta que está interesada en catalogarlas y sacar algunas que ya no le satisfacen. Mabel y yo cerramos para ir a comer, esos son los lujos que podemos darnos, el restaurante italiano que frecuentamos siempre tiene delicias, la variación que le dan a sus alimentos los hace excelentes, claro que también cuentan con los clásicos de la casa. Antes de las 5 de la tarde, al no tener más citas, me despido de Mabel y me voy directo a mi sesión de natación, otro gusto adquirido a la fuerza, lo continuo porque es mi forma de meditar y poner en orden mis pensamientos. Dos horas de arduo entrenamiento, no solo de ir y venir, pues encontré un entrenador que me diseño rutinas que combinan la natación con ejercicios funcionales dentro y fuera de la alberca. Uso el vestidor de la alberca para cambiarme y salir vestida con un atuendo en n***o, porque al lugar al que me dirijo no es uno en donde deba de llamar la atención. Tomo camino y cerca de una calle oscura en un callejón sin cámaras cambio las placas del auto. Mi destino es una cita con un vendedor de armas, al menos las que necesito no son las que cualquier tienda de armas pueda conseguirme. Además, este hombre me ayuda con las modificaciones que le pido, ¿confiable?, pues no me ha delatado ni metido en problemas, siempre lo veo en distintos puntos, así que él no me conoce, pero yo a él sí, el gran Tony me ayudo. Resulto ser un hombre que vende seguros, en su vida cotidiana, empatice un poco con él, también tiene una doble vida. —Billy, ¿tienes mi encargo? —Esta vez te saldrá más caro, arriesgue el pellejo demasiado, mira —me muestra el vendaje en las costillas. —¿A quién hiciste enojar? —¡Unos hijos de puta!, tuve que escapar de una redada de la policía —me carcajeo. —Un consejo, deja de jugar al gran “dealer”, no todos podemos jugar y seguirte la corriente. —¿Lo sabías? —¡Claro!, ¿por quién me tomas? Ahora ya muéstrame que puede hacer mi nueva “nena” —va a la cajuela de su auto, lo sigo de cerca. Abre un compartimento y veo una variedad amplia de armas, su especialidad de este buen hombre es su habilidad para modificarlas y darles nuevas características, además de hacerlas irrastreables. Le he pedido que modifique unas nueve milímetros, para que además de automáticas el cañón ya sea el silenciador, en mi trabajo no necesito ruidos. En este baldío en el que nos encontramos, me deja seleccionar lo que quiero, para ir a probarlas, lo veo sacar unos cartones de tiro al blanco los cuales sostiene con una engrapadora, no es la primera vez que venimos. Me muestra los nuevos juguetes y las nuevas características de las que ha dotado a armas comunes y corrientes. Así pues, luego de un buen rato probándolas, decido cuáles llevarme y es que encontré una que solo se dispara si está en contacto con un anillo, nadie sospecharía de estas curiosidades. Saco un bolso de mi cajuela y las guardo, para entregarle cerca de 45 mil por todas mis compras. Una visita a un departamento en Roosevelt, un barrio que está entre dos grandes distritos que contrastan entre sí, así como mi vida misma, el lugar es un simple departamento que tiene distintas salidas y cámaras de vigilancia, tiene más seguridad que mi departamento en Chelsea. Aquí, está mi pequeño arsenal y es el lugar perfecto para entrenar, sus inquilinos son nada metiches y casi ni los veo.
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