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1098 Palabras

Y en el bolso de gimnasio que encontró hace unos años tirado en un callejón, Isabella empacó sus libros más adorados… El Principito, Orgullo y Prejuicio, Alicia en el País de las Maravillas, El Mono Blanco, y un par más. La bata que le regaló su difunta y buena amiga no se podía quedar, la tomó y dobló muy bien, con cariño envolvió en ella la taza de café que heredó también de su antigua arrendataria que tenía rosas dibujadas a mano y un aspecto fino y antiguo, era lo más preciado que ella le había dejado además del techo y tantos consejos. Isabella se dio cuenta que no tenía mucho para extrañar y encogiéndose de hombros, con un mal sabor de boca y luego de tomar el bolso usado de la laptop, los cargadores de los pocos aparatos electrónicos, sus audífonos y cerrando con llave Isabella le d

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