—Se terminó el tiempo—dijo Oso al otro lado de la puerta. Un instante después, el hombre retiró el cerrojo e irrumpió en la habitación de forma abrupta. Luca llevaba tanto tiempo en el lugar, que sus papilas ya se habían acostumbrado a la falta de luz, por lo que cuando la puerta del cuarto se abrió, el quedó cegado por algunos instantes. >—Me alegra que tus pantalones ya están arriba—se burló el hombre—. Los muchachos y yo apostamos sobre si serías capaz de estar una hora con las damas, pero al parecer gané. El chico parpadeó, logrando que sus pupilas se adaptaran al exceso de luz. Lentamente, logró divisar la silueta de Oso, de pie en el marco de la puerta, observando con una sonrisa burlona. >—Espero que mi muchacho no las haya decepcionado, damas—el observo a las mujeres en

