Mía Morales
Voy camino a la empresa según lo pautado con la señora Mónica. Al parecer la señora Payne necesita conversar conmigo de un tema en específico antes de comenzar a trabajar. Me pregunto de qué se trata porque siendo sincera no imaginé que fuera a aceptarme después de la conversación tan intensa que tuvimos.
Ayer, luego de retirar a Michelle de la escuela, empezamos a empacar todo. Por suerte todas nuestras cosas entraron a la perfección en las maletas, así que dejamos todo listo. Michelle no fue a la escuela hoy, conversé con su maestra de camino al trabajo y entendió perfectamente. La dejé con Korín, mi roomie, quien llegó anoche de viaje y nos encontró acomodando las cosas, le expliqué la situación y dijo que nos extrañará, incluso no alquilará nuestra habitación por si deseamos visitarla o regresar de nuevo. Es una gran amiga y compañera.
Al llegar a la empresa, subo directo a la oficina de la señora Mónica; esta me recibe con una gran sonrisa y me saluda.
—Hola, Mía. ¿Cómo estás? ¿Emocionada?
—Hola, señora Mónica, sí, super emocionada. Sin embargo, me intriga lo que desea hablar la señora Payne conmigo.
—Tranquila, de seguro no es nada malo. Pasa, debemos conversar.
Asiento y la sigo.
—Verás, Mía, sabes que cuando quedas fija en una casa ya no formas parte de nuestro equipo, el cliente te paga directamente a ti y se entienden contigo. Una vez prescinda de tus labores por motivos mayores puedes volver a solicitar empleo aquí de nuevo. Claro, siempre y cuando no existan quejas sobre tu trabajo.
—Entiendo. No hay problema, muchas gracias por esta oportunidad, sé muy bien lo pendiente que estuvo este tiempo para ayudarme.
—No hay de qué Mía, estamos para ayudarnos. Además, tu trabajo ha dado de qué hablar y los clientes han estado completamente satisfechos.
Asiento sonriente. De pronto escuchamos unos toques en la puerta y al abrirse vemos a Sophie.
—Mónica, la señora Payne ya llegó —nos informa.
—Hazla pasar, por favor.
A los pocos minutos vemos la figura de la señora Payne entrar.
—Buenos días —saluda. Yo me levanto de inmediato y hago una leve reverencia.
—Buenos días, señora Payne —profiero.
—Hola, Mía, ¿cómo te encuentras? Mónica, nos volvemos a ver —se gira y mueve su cabeza a modo de saludo.
—Buenos días, señora Payne. Un placer tenerla de nuevo por aquí —responde.
Ella sonríe de forma natural asintiendo.
—Mía —se dirige a mí—: Quizás te preguntes por qué te elegí a ti después de lo que hablamos ayer. —murmura y yo asiento con curiosidad—. Verás, lo cierto es, que yo también soy madre y sé lo que es trabajar duro para sacar a los hijos adelante. Quise ponerte a prueba, ver hasta qué punto eras capaz de llegar al tocar el tema del dinero y de tu hija. Eso me hizo darme cuenta la clase de persona que eres, por eso te elegí.
¡Vaya! Conque era eso, nunca lo imaginé…
—Muchas gracias, señora. Estoy agradecida —respondo, sincera.
—Con Mónica nos conocemos desde hace tiempo y cuando me habló de ti no dudé en querer conocerte y ciertamente, no se equivocó. Necesito a la mejor en el área, pero también quiero honestidad y respeto; tú tienes ambas cualidades, por este motivo mi decisión fue concisa. Te contraté para que trabajes en la casa de mi hijo Harry; no obstante, él no tiene tiempo para estas cosas, pasa ocupado la mayor parte del tiempo y viaja mucho por temas de negocios, así que yo me encargo de sus asuntos personales.
»Como te dije antes —continúa—, todos los beneficios son ciertos, vivirás en la casa con tu hija, de seguro con eso podrás iniciar una base para su operación y yo te ayudaré, así que no te preocupes por eso
»Lo único malo y más importante en esta conversación, es que a mi hijo no le agradan mucho las personas fuera de su entorno, los niños ni se diga, no los tolera. Así que, te voy a pedir por lo que más quieras, no permitas que él vea a tu hija correteando en la casa o por los alrededores cuando se encuentre allí. —Me tenso y ella lo nota—. Ustedes se hospedarán en una casita que se encuentra un poco alejada de la principal, por tanto, no veo problema en ello. Además, vivirás con Grace y su esposo Tom, son los señores que han estado al pendiente de todo durante muchos años. Quieren a Harry como si fuese su hijo, trabajan con él desde siempre; Grace era su nana. Te llevarás muy bien con ellos, ya lo verás. Este tema también lo conversé con ellos y estuvieron de acuerdo en cada palabra que te estoy comentando, están dispuestos a ayudarte en lo que puedan. Así que dicho esto, ¿tienes alguna pregunta?
—¡Vaya! Es mucha información para procesar —reconozco con una sonrisa—. Pero estoy dispuesta a aceptarlo, además mi hija no es tan pequeña y es bastante madura para su edad, no se preocupe por ello. Lo que si le dejo claro es que me da un poco de temor que su hijo se entere de la existencia de Michelle y quiera echarme a la calle, ¿no cree que es un poco riesgoso? Lo digo porque estoy dejando todo por este trabajo…
—No te preocupes, si llegara a pasar eso yo misma te daré trabajo. No quiero que te quedes en la calle por lo idiota que puede llegar a ser mi hijo a veces.
—Está bien, muchas gracias. Ah, otra cosa, me gustaría que me explicara lo del horario, porque mi hija estudia y debo ir a buscarla a su escuela. Me tocaría ausentarme al menos para retirarla, pero puedo compensar ese tiempo entrando a laborar más temprano. ¿Qué opina?
—Me parece justo —comenta ella—. Trabajarás de lunes a sábado, siempre y cuando mi hijo esté allí, de lo contrario de lunes a viernes. Te retiras una vez termines tus servicios, aunque algunas veces puede que él solicite que hagas algún trabajo específico.
—Perfecto, no tengo problemas. A fin de cuentas, estaré en su misma propiedad —respondo.
—Muy bien, aclarado el tema podemos irnos. Pasaremos por tus cosas y te llevaré a casa de mi hijo.
—Perfecto. Señora Mónica —le llamo—, ¿hay algo más que deba hacer aquí?
—Sí, Mía, debes firmar la culminación de tu contrato; aquí está tu cheque. —Leo los documentos que me entrega y estampo mi firma. Sonrío y añado: —De nuevo, muchas gracias por esta oportunidad señora Mónica, le estoy muy agradecida.
—Eres una trabajadora ejemplar, Mía te lo mereces y recuerda lo que hablamos, ¡Te deseo muchos éxitos!
—Gracias, adiós.
—Nos vemos Mónica —se despide la señora Payne.
Al llegar a la entrada del edificio, veo cómo se estaciona una camioneta negra muy lujosa. De ella sale un hombre muy guapo. «¡Y qué guapo está, Dios mío!». Abre la puerta y entramos. Me encuentro un poco nerviosa durante el camino mientras veo como la señora teclea rápidamente en la pantalla de su teléfono.
—Gracias de nuevo, señora Payne.
Me sonríe.
—Haz tu trabajo tan bien como Mónica me habló y estaré más que satisfecha.
Asiento.
—¿A dónde vamos, señora? —pregunta el conductor.
—Mía, ¿cuál es tu dirección? Por favor, indícasela al chofer.
Hago lo que esta me pide y él asiente hacia mí. Vamos en camino cuando de pronto la escucho preguntar:
—¿Tienes contacto con el padre de tu hija?
—Sí, señora. Quedamos en buenos términos, pero debía salir de mi país por el bienestar de nuestra hija y él lo aceptó.
—Qué bueno, ¿y él trabaja?
—Sí, aunque sus ingresos apenas alcanzaban para ayudarme con las cosas primordiales de la niña. Yo ganaba más que él y, aun así, no cubríamos todo, la economía estaba por el suelo así que tomamos una decisión que cambió la vida de todos —me quedo observando por la ventanilla del auto pensando en toda esa situación.
—Entiendo... ¿Eres graduada en qué?
Sonrío un poco antes de contestar:
—Soy Ingeniera en informática, además de Licenciada en Administración e Idiomas —ella hace una gran O con su boca—. Me dedicaba a la informática de forma independiente, ya que descubrí que se ganaba más así.
»También sé cocina profesional. —Me encojo de hombros con falsa modestia—, actualmente, en mis tiempos libres todavía lo hago, estoy iniciando un negocio por Internet, pero apenas está fluyendo por el poco tiempo libre que tengo, más que todo lo hago porque ese dinero lo uso en ahorros para la operación de Michelle.
—¡Por dios, niña! ¡Pero si tienes suficiente currículum para tener un buen empleo! ¿Por qué trabajas limpiando?
—Fácil. Primero, soy emigrante, a pesar de tener asilo político. Y segundo, no tengo ningún título legalizado para utilizar en otros países; tengo todos mis títulos en mano, pero deben pasar por un proceso de homologación para poder utilizarlos aquí. De igual forma, no me quejo… por lo menos tenemos lo necesario.
—No puedo creer lo que me dices. ¡Estoy en shock! Podrías trabajar de lo que quieras.
—Así es, señora Payne. A veces la vida es un poco injusta. Realmente siempre he sido buena en lo que me propongo, me gusta la perfección en algunos casos. Aquí aprendí a limpiar como es debido y la verdad se me hizo fácil. Siempre me dijeron que tenía el don de aprendizaje rápido, ha de ser por eso que me adapto a cualquier cosa…
Ambas nos quedamos en silencio, luego de haberle explicado los motivos por el cual aún continúo en este trabajo. Quizás le parezca absurdo de pensar, de todos modos, estoy emocionada por esta nueva oportunidad que se me está presentando.
Al llegar a mi departamento, salgo del auto y la señora Payne ofrece a Freddy para que nos ayude.
—Realmente no es necesario, solo son las maletas. No tenemos tantas cosas —le comento al hombre.
—No te preocupes igual te ayudaré, ¿te puedo tutear? —Pregunta este.
—Por supuesto. Disculpa, me llamo Mía, un placer —extiendo mi mano y él la toma.
—Un placer, soy Freddy, aunque ya la señora lo dijo hace un momento —me sonríe y me quedo embelesada mirándolo, es hermoso.
Cuando abro la puerta del departamento me encuentro a Michelle en el sofá viendo TV.
—Cariño ya llegué, nos tenemos que ir —ella se voltea y camina hacia mí.
—Hola, mami ya estoy lista. Nada más te estaba esperando.
—¿Y Korín? —pregunto.
—Ya salgo —me responde—. Comienzo a sacar las maletas, son tres y no muy grandes.
—¿Ya se van? —la escucho detrás de mí.
—Sí, tenemos que irnos —la abrazo—. Prometemos venir a visitarte pronto, o mejor dicho cuando estés aquí —sonrío.
—Más les vale, si no las voy a ir a buscar y las traigo de vuelta —se ríe—. Cuida a mi princesa, y cuídate tú también. Las quiero.
—También te queremos.
—Adiós, tía Korín —dice Michelle—, te extrañaré —la abraza por la cintura—. Te quiero, avísame cuando estés de vuelta para visitarte, ¿sí?
—Claro que sí, mi princesa —le dice—. Yo también te quiero.
Nos abrazamos por última vez y llegamos a la puerta, Korín nos acompaña.
—Dios mío, qué pena no los he presentado. Korín, Michelle, él es Freddy.
—Hola, ¿qué tal? Un gusto —lo saluda Korín.
—El gusto es mío —comenta este.
—Bueno ahora sí, nos tenemos que ir —los interrumpo. Nos despedimos de nuevo y salimos.
Freddy nos ayuda con dos maletas y yo voy detrás con Michelle, como ella no puede caminar muy bien debemos ir un poco lento.
Al llegar al parqueadero, encontramos a la señora Payne fuera del auto y el chico regresa en busca de la tercera maleta que llevo.
—Gracias, Freddy —comento.
—A tu orden, Mía.
Al llegar hasta donde está la señora Payne le digo a Michelle:
—Cariño, ella es la señora Payne, iremos con ella a mi nuevo trabajo como te indiqué ayer.
Ella asiente y extiende su mano.
—Buenos días, señora Payne, un placer conocerla.
—Qué hermosa, el placer es todo mío, preciosa. Vamos, sube.
La ayudo a subir al auto e iniciamos el viaje a casa de Harry, mi nuevo jefe. La señora Payne está muy emocionada con Michelle, le hace mil y un preguntas, y esta le responde con ansiedad.
Llegamos a nuestro destino y nos reciben dos señores que parecen agradables.
—Buenos días, bienvenidas —nos saluda una señora con una gran sonrisa en su rostro.
—Buenos días, muchas gracias —respondo con cortesía.
—Un placer. Soy Grace y este es mi esposo Tom.
—Un gusto, soy Mía y esta es mi hija Michelle —nos presentamos y pasamos a la casa.
Con Michelle nos quedamos mirando todo el interior del lugar, es realmente hermoso. Nos hacen pasar hasta la sala donde procedemos a conversar.
—Bien Mía, como te expliqué anteriormente, te quedarás con ellos en la otra casa. Yo debo retirarme, Grace te mostrará todo el sitio y las llevará a instalarse. Puedes tomar el resto del día para acomodar tus cosas y ayudar en lo que necesite Grace. Mañana inicias tus labores. Yo estaré viniendo esporádicamente para ver cómo vas con todo, en estos momentos Harry se encuentra de viaje, llegará el viernes, cualquier cosa que necesites se lo informas a Grace y ella me lo notifica, ¿está bien? —expresa la señora Payne.
—Me parece perfecto, señora, muchas gracias. —Nos levantamos y nos dirigimos a la entrada. Allí se encuentra Freddy con el señor Tom y con él nuestras maletas.
—¿Michelle? —se dirige la señora Payne a mi hija—. Eres una niña muy linda, me agradó charlar contigo. Si necesitas alguna cosa no dudes en hacérmelo saber, ¿de acuerdo?
—Así lo haré, señora. Gracias —le responde.
Una vez se marcha, nos dirigimos en compañía de Tom y Grace a la otra casa para acomodarnos.
—Muy bien, hemos llegado. Esperamos hacerles la estadía amena mientras se encuentran aquí. Nos agrada tener compañía, ya nos hacía falta —dice la señora Grace, sonriendo.
—Gracias por estar predispuestos a ayudarnos. Es muy difícil conseguir un buen trabajo siendo extranjera.
—Sabemos que es así. La señora Payne nos dio buenas referencias, además, cuando nos comentó que tenías una niña y el motivo por el cual necesitabas un trabajo más estable, no dudamos ni un segundo en aceptar; así que no te preocupes por eso —comenta Tom.
—Les agradezco de corazón.
Luego de mostrarnos la casa donde habitaremos, vamos a nuestra habitación y comenzamos a desempacar. Es muy acogedora y linda, me gusta mucho a decir verdad. Tiene dos habitaciones, cada una con su respectivo baño; también hay una pequeña sala de estar junto al comedor y la cocina, además de un cuarto para lavar la ropa. Aparte, en el exterior hay un pequeño jardín que sin duda Michelle sabrá aprovechar muy bien.
—¿Qué te parece la casa, cariño? —Le pregunto.
—Es muy bonita, mamá podré jugar afuera con mis juguetes —dice emocionada.
—Así es, cariño, me alegra que te guste el lugar. Mantendremos la misma rutina que antes, te llevaré a la escuela y te recogeré. Harás tus tareas y luego podrás jugar en la habitación o en el jardín, yo vendré por ratos a verte, ¿está bien?
—Sí, mamá.
Luego de acomodar todo y de estar instaladas, salgo en busca de Grace, me dijo que estaría en la casa grande.
—¿Señora Grace? —inquiero en voz alta para que me escuche.
—Estoy en la cocina, cariño.
—¿Puede hablar más alto para seguir su voz? —inquiero adentrándome al interior.
—Camina por el pasillo y dobla a la derecha.
Camino siguiendo sus directrices y cuando menos lo espero llego hasta donde se encuentra esta secando unos platos.
—Ya terminamos de acomodar las cosas, estoy a su disposición —sonrío con calidez.
—Tutéame, cariño no soy tan vieja —suelta una carcajada.
—Está bien —rio.
—Bueno, primero vamos a mostrarte la casa para que te familiarices con ella.
—Muy bien —respondo.
Hacemos un largo recorrido. La casa es grande y muy hermosa, aunque es diferente a las que he limpiado, las anteriores siempre tienen ese toque femenino por algún lado. En cambio, puedo notar que el señor Harry no tiene familia. No hay ropa femenina, ni fotos o algún indicio de que viva con alguien más. Pienso que es muy grande para una sola persona, pero no soy quién para juzgar.
Grace también me muestra que nuestra "casa" tiene una pequeña entrada independiente en caso de querer entrar y salir cuando queramos, obviamente en los días libres.
—Durante muchos años me he encargado por completo de esta casa, pero hace unos días expuse mi renuncia porque me he estado cansando mucho y esto me ocasiona múltiples dolores en las articulaciones. El joven Harry no aceptó mi renuncia, por eso se abrió la vacante. He cuidado de él por muchos años, así que me ofreció la ayuda de otra persona para no cansarme tanto y así seguir permaneciendo a su lado.
—Vaya, no sabía eso. Después de tantos años es natural que presente agotamiento. No te preocupes, Grace, te ayudaré en todo lo que pueda.
—¡Oh!, no te lo dije por eso, cariño. Tú encárgate de hacer las labores para las que te contrataron, yo me encargaré únicamente de la cocina porque sé exactamente como le gusta la comida a Harry. Además de atender el teléfono y otras cosas más sencillas.
—No te preocupes. De igual forma si estoy desocupada, te ayudaré, no es problema para mí.
—Gracias, querida.
Luego de mostrarme toda la casa y explicarme lo que debo hacer exactamente, ya que el señor Harry -según Grace-, es bastante estricto con sus cosas, la ayudo a cocinar y terminamos comiendo todos juntos en la mesa, mientras cavilo que nos hacía falta este tipo de cosas; sé que Michelle a veces se siente sola con tanto encierro, espero pronto poder cambiar eso.
Su problema en las piernas le trae consecuencias, no puede correr o caminar tramos largos porque se cansa fácilmente. Sin mencionar sus eventuales convulsiones, así que su corta vida ha sido un poco difícil para ella. Me encantaría que pudiera tener una vida normal y disfrutar como todo niño…
(...)
Un mes después
En este mes la hemos pasado muy bien, Michelle está más que contenta; cada vez que termina su tarea se va a jugar al jardín y pasa horas allí. Se ha encargado de regar las flores de Grace y cuidarlas. Tom y ella han sido muy buenos y cada vez que pueden le hacen compañía y juegan con mi pequeña.
Por mi parte, ahora que me adapté al trabajo, dispongo de más tiempo libre para pasarla junto a ella. La señora Payne las veces que ha venido me ha dicho que no ha tenido quejas de su hijo, ni de Grace en cuanto a mis labores.
Y de Harry digamos que aún no lo conozco exactamente, solo lo he visto en algunas ocasiones de espalda. He escuchado su voz en su oficina cuando se encuentra en casa (bueno mejor dicho sus gritos). Gracias a que Grace me explicó lo que debía hacer, no se ha quejado.
Hace dos semanas tuve que trabajar en mi día de descanso porque el señor Harry había dado una fiesta y la casa quedó desastrosa, pero como ya se me había explicado este tema, no tuve inconvenientes en arreglar el desorden.
Por lo que he conversado con Grace, son 3 hermanos, Harry, Melanie y Mary. A ellas si las he visto, a veces suelen venir con la señora Payne, son muy lindas, aunque no he conversado con ninguna.
¿La ventaja de trabajar sola y sin alguien que vigile lo que hago? Que me coloco mis audífonos y limpio escuchando música. Grace los primeros días pensó que me había ocurrido algo porque no respondía a sus llamados, cuando subió me encontró como estoy ahorita, bailando y cantando. Todavía lo recuerdo y me causa risa. Tuvo que acercarse y tocarme para que lograra escucharla.
En estos momentos me encuentro limpiando la oficina del señor Harry con los audífonos puestos mientras se reproduce la canción "Lumbra". Amo esa canción, es vieja, pero me gusta mucho, es de Cali y El Dandee.
Comienzo tararear la letra y me pierdo en ella… Escuchar a estos artistas me llena de alegría porque me recuerda mucho a mis amigas y me encanta sentirme cerca de ellas así sea recordando nuestras canciones preferidas.
Obviamente, no están de más los movimientos que hago mientras escucho la canción. Estoy encima de un banco sacudiendo el polvo de la biblioteca, pero al bajarme me giro para acomodar el banco en su lugar y me asusto.
En el marco de la puerta se encuentra el hombre más perfecto que he visto, es sin duda hermoso. Está recostado de un lado con una… ¿Sonrisa? «Trágame tierra y escúpeme en otro lado que no sea aquí, por favor».
Me quito los audífonos sintiendo como mis mejillas se encienden. Es decir, primero no sé quién es, «¿será Harry?» Y si es así, ya me doy por despedida definitivamente. «¡No puede ser, Dios mío!».
—Disculpe, señor. No me di cuenta de que había alguien aquí —me sonrojo y hago un gesto como de reverencia. Comienzo a recoger las cosas para retirarme, cuando noto que comienza a acercarse.
—¿Quién eres? —pregunta.
—Soy la chica que ayuda a la señora Grace; me encargo de la limpieza, señor. Pero ya me retiro, no quiero incomodar —una vez digo esto, su rostro me desconcierta.
—No tengo problemas en que continúes trabajando, solo vine a buscar unas cosas y me retiro.
«¡Dios mío, si es Harry!»
—Sí, señor —asiento, mientras me siento apenada con toda esta situación.
Vuelvo a colocarme los audífonos, aunque ya no estoy escuchando nada, quiero que él lo crea para que no me corra en estos momentos. Termino de limpiar la biblioteca y continúo con el resto de la casa, hasta que se hace la hora de ir a buscar a Michelle.
Mientras salgo de la casa, cavilo que debo comentarle a Grace lo que me pasó para que hable con la señora Payne; estoy segura de que desde hoy no seguiré trabajando aquí. Aunque la verdad, no puedo pasar por alto lo bello que es Harry, cabello castaño, ojos color miel, barba perfectamente afeitada, porte de hombre imponente, y unos pectorales que a simple vista reflejan lo bien trabajado que está su cuerpo; todo de él me cautivó inmediatamente…