La vida era un desafío constante para Hope, como cualquier otro adolescente. Sin embargo, las cosas empezaron a complicarse y a tomar un giro prohibido cuando se sintió atraída por alguien que debería haber sido inalcanzable. A pesar de las consecuencias que esto podría traerle, Hope era lo suficientemente temeraria como para ignorar las advertencias.
Los ojos azules y el cuerpo fornido de Asthon Greenspan eran irresistibles para ella. Su sonrisa cordial y el beso en la mejilla que le daba cada vez que se encontraban le llevaron a obsesionarse con el magnate. Estaba convencida de que había encontrado al hombre perfecto, alguien que no solo despertaba su deseo, sino que también parecía destinado a estar junto a ella.
Hope se imaginaba un futuro en el que sus vidas se entrelazaban de manera irrevocable. No importaba qué obstáculos se presentaran en su camino, ni siquiera su amiga, que no tenía idea de los sentimientos de Hope hacia su padre. Ella se aferraba a la idea de que su amor por Asthon era más fuerte que cualquier otra cosa.
Bastó solo un instante para que Hope se enamorara perdidamente. No había marcha atrás, ella despreciaba las direcciones hacia atrás y prefería aferrarse al deliciosamente peligroso momento presente en el que Asthon Greenspan era su todo.