17- Yo solo soy su víctima voluntaria

2801 Palabras
SIETE Atrapo sus labios antes de que pueda pronunciar una palabra. No se pierde ni un instante; cuando mi boca encuentra sus sedosos labios no hay vacilación, solo hambre, Jessy se aferra a mi rostro mientras nos besamos con avidez, intensamente, nuestras lenguas se encuentran con fuerza en el centro. Ella cae contra mi mientras nos besamos, haciendo pequeños ruidos que casi me deshacen. Agarro la carnosidad de sus trasero, desesperado por frotarme contra ella, pero ella todavía está de rodillas encima de mí. Cuando nos separamos para tomar aire, su pecho se agita. Me mira con una mirada acusadora. —Dios, Siete— Empujo mis dedos debajo de los lados de su tanga, desesperado por explorar cada curva de su cuerpo. —¿Qué? — —No pensé que besaras así— Parpadeo, todavía perdido en la dicha de esa sesión de besos. Ella se baja de mi tambaleándose. La necesito de nuevo encima de mi tambaleándose. La necesito de nuevo encima de mí. Necesito estar encima de ella. Necesito arrancar los jirones de ropa que separan nuestros cuerpos y hundirme tan profundamente en ella que no pueda trabajar durante una semana. Cada gramo de lógica y racionalidad ha desaparecido. —Tal vez fue una casualidad— admito. —Deberíamos intentarlo de nuevo y ver— se lleva una mano a la frente. —No puedo pensar con claridad ahora— —Deberías sentarte— le digo. —Justo donde estabas— Se ríe, pero en lugar de hacer lo que le sugerí, se deja caer de rodillas frente a mí. Mi ritmo cardiaco se acelera. —Es hora de mi nuevo movimiento— dice, pasando las manos por los lados de mis piernas. Todo mi cuerpo hormiguea con anticipación, y de alguna manera mi pene encuentra un cuarto de pulgada extra de longitud con sus palabras. Mi Glock se clava en mi pene en un ángulo incómodo, pero estoy demasiado excitado para notar el dolor. —Pero primero— desliza sus palmas por mis muslos, dirigiéndose a mi entrepierna. —Necesito bajarte los pantalones— Inclino la cabeza. Según Jessy, la regla de oro del club es que nunca ocurre nada en estas salas VIP que involucré fluidos corporales. Pero si mi pene sale a jugar, definitivamente habrá fluidos corporales después de que me corra. —¿Por qué? — Engancha sus dedos a lo largo de mi cinturón y tira suavemente. —Porque no quiero arruinar tus bonitos pantalones— —¿Arruinarlos? — Tal vez mi cerebro está demasiado confuso para entender a que se refiere. Ese beso tambien ha soltado algunos cables de mi parte. Se ríe suavemente mientras desabrocha mi hebilla. —Siete. Será un desastre si me siento encima de ti. No puedo dejar que vuelvas ahí fuera haciendo el ridículo— El significado se niega a encajar. —¿Qué desastre? — —¿Quieres sentirlo por ti mismo? — se pone de pie de golpe, tomando una de mis manos. La guía por debajo de su tutu y entre sus piernas, permitiéndome un breve roce contra la entrepierna empapada de su tanga. El calor allí a menaza con desbloquear mi modo bestia. Mis dedos brillan cuando suelta mi mano y se hunde de rodillas entre mis piernas. Gimo, mi polla se pone aún más dura. No es justo. —Oh, Dios mío dame fuerza— Tiene una sonrisa satisfecha mientras me baja los pantalones, revelando la funda secreta, mi Glock y mi enorme erección. Jadea mirándome. —Siete. No tenía idea de que estuvieras disfrutando tanto de esto— me baja los pantalones hasta las rodillas y saco la Glock de su funda, dejándola a un lado. Sus manos rozan la gruesa cresta de mi erección, bailando sobre ella tan ligeramente que mis caderas se sacuden automáticamente, buscando más. —No te hagas la tonta— —¿Qué? — Está haciendo todo lo posible por sonar genuina, me doy cuenta. Pero todo esto es una maldita actuación. Tiene que serlo. pasa el pulgar por mi polla cubierta por los calzoncillos, justo sobre la mancha húmeda de líquido preseminal. Inclina la cabeza mientras observa mi rostro en busca de una reacción. Estoy haciendo todo lo posible por actuar con calma, aunque estoy a segundos de tirarla al sofá de terciopelo y follarla hasta dejarla sin aliento. Este es su espectáculo; y yo solo soy su víctima voluntaria. —Sabes exactamente lo que haces— espeto, con la voz áspera por la moderación. —Estoy trabajando en nuevas formas de ganar dinero— dice, con tanta dulzura que no puede ser genuina. Y luego se sube para sentarse a horcajadas sobre mí de nuevo. Excepto que esta vez, deja caer su culo justo encima de mi polla y se acomoda. Un bajo gemido se le escapa, sus pezón son capullos rosa tenso frente a mí. Estoy perdiendo el control más rápido de lo que mi sangre bombea a mi polla. Tomo esos pechos perfectos en mis manos y me inclino hacia adelante, cubriendo un pezón rosado con mi boca, luego el otro, Jessy jadea, arqueando hacia mí. —Estás siendo una malcriada— digo entrecortado, dando atención a cada pezón —Y lo sabes, demonios— Se muerde el labio inferior, tratando de ocultar una sonrisa. —No estoy siendo una mocosa— Empujo mis palmas por la parte baja de su espalda y subo por la cresta irregular de su columna vertebral. Luego aprieto mis brazos a su alrededor para que no haya ningún respiro de espacio entre nosotros. Sus pechos se estrellan contra mi pecho, su aliento sale a borbotones contra mi barbilla. Sus piernas se tensan a horcajadas, su coño donde necesita estar. Esto puede ser el puto paraíso. —Solo necesito probar mi nuevo movimiento— dice finalmente. Tengo que reírme de eso. —Oh, ¿todavía no me lo has enseñado? ¿Después de todo esto? — —Tiene que ver con el vibrador— Me lanzo a besarla de nuevo, capturando sus labios y tomando otra jugosa porción de su boca. Se derrite contra mí, ofreciéndome su lengua y tanta pasión que casi me ahoga. Vuelve a agarrarme de los lados de la cara mientras nos besamos, cada vez más necesitada y hambrienta a cada momento. —Oh, Siete— gime cuando nos separamos para tomar aire y mis besos se deslizan por el costado de su cuello. Estoy perdido. Adiós, cualquier posibilidad de escapar de esta habitación sin follarla. Adiós, carrera. Adiós, moral. —Más— Mi voz es ronca. Tiro del extremo de su cola de caballo, exponiendo más de su cuello mientras su cabeza se inclina hacia atrás. Me aferro a ella, dejando un rastro de besos a lo largo de su cuello. Empieza a restregarse encima de mí, rítmica y desesperada. Gime, como si ya estuviera cerca. Con lo mojada que esta, no dudo que tenga una gran necesidad de satisfacer. Tan grande como la mía. —¿Cuál es tu objetivo final? — Mi voz salta casi como un gruñido mientras sigo sus movimientos. —¿Quieres que te folle aquí? — Gime clavando sus uñas en la cresta de mi hombro. —Me trajiste aquí para que te follara— confirmo. —Solo quieres que meta mi enorme polla en este pequeño coño, ¿eh? — Me humedezco el labio inferior mientras meto una mano debajo del tutu, desesperada por sentir esa humedad contra las yemas de los dedos de nuevo. Para probarme a mí mismo. —Frotar mi polla contra tu clítoris. empujarla dentro y fuera de ese estrecho coño hasta que todo tu cuerpo se caliente y no puedas ver nada— Gime de nuevo, cerrando los ojos con fuerza. —Tal vez sí. Y tal vez tu también quieres eso—responde con voz entrecortada. No quiero nada más. Sacrificaría mi carrera y mi reputación por la oportunidad de follar con Jessy. Ella ha volado la tapa, y no hay forma de detenerme. Deslizo mi mano por su cuello, enmarcando su mandíbula con el pulgar y el índice. Es tan hermosa. Ni siquiera mis sueños húmedos han sido tan calientes. Mi otra mano hace contacto con la superficie resbaladiza de la parte interior de su muslo. Se mece contra mí, gimiendo fuertemente. —Por favor, Siete— suplica. Pum, pum, pum. Aprieto el tul de su tutu con el puño y me giro para mirar hacia la puerta. Pum, pum. —Mierda— no hace ningún movimiento, pero deja escapar un suspiro. La claridad me invade, momentos demasiado tarde para mi gusto. Empujo sus caderas, ansioso por volver a ponerme la pistolera y los pantalones. La decepción lame los límites de mi conciencia, reclamando su trono en mi subconsciente. ¿En qué demonios te has metido, Siete?>> Gritos confusos al otro lado de la puerta de la sala VIP me dicen que es hora de volver al camino. Rápido. —¿Quién es ese? — Mi voz sale aguda. —No tengo idea — Se pone de pie y se aleja a trompicones, buscando su bikini tirado y ajustándolo rápidamente. Tengo la funda puesta, los pantalones abrochados y el cinturón abrochado justo cuando la puerta se abre de golpe. Me pongo de pie de un salto, con el corazón latiendo con fuerza por una razón completamente diferente. —¡Es mi turno! — un hombre rechoncho con forma de pera irrumpe en la habitación. Unas manos lo agarran, intentando tirar de el hacia afuera. Mi mano se cierne sobre mi arma oculta. —¡Dije que no es tu turno! — grita una voz femenina. Las manos que lo sujetan se resbalan y el irrumpe de nuevo en la habitación. —¡Mi turno empezó hace cinco minutos! Ahora me toca Zafiro, ¿Cuál es el problema? — Doy un paso hacia el tipo, colocándome entre él y Jessy en caso de que decida arremeter. Pero mi interpretación de la situación es que esta excitado e impaciente. Puedo identificarme con eso. —Tienes que retroceder— le advierto, acercándome lentamente. Podría tenerlo en el suelo en dos segundos. Pero no quiero escalar la situación a menos que sea absolutamente necesario. —¡Señor, no puede actuar así! — la amiga de Jessy, Vera, cuyo nombre artístico es Amatista, lo agarra de nuevo, y el dueño se acerca por detrás. —Por favor, salga de la sala VIP— la voz severa del dueño hace que el cliente beligerante se gire. —¿Por qué demonios nos hace apuntarnos para estos espacios si algún imbécil va a ocupar su propio espacio y luego todos los míos? — Se refiere a mí. Yo soy el imbécil. Tal vez Jessy y yo perdimos la noción del tiempo. La habría mantenido allí otras tres horas si hubiera podido. El dueño y Vera discuten con el hombre que está justo afuera de la sala VIP. Cuando hago un último barrido de la habitación para asegurarme de que Jessy y yo no hayamos dejado nada atrás, como una tanga o mi buen juicio, me doy cuenta de que Jessy se ha ido. Se ha escabullido de la habitación. Me disculpo también, dejando atrás los tonos acalorados de la disputa con el cliente. En el baño, me tomo unos momentos para mí en el lavabo, salpicándome agua fría en la cara e intentando asimilar lo que acaba de pasar. Cediste a tus deseos más bajos, casi te follas a tu protegida y arruinaste cualquier rastro de moral que pudiste haber acumulado en tu estúpida vida>>. La decepción me estremece de nuevo, junto con la luz destellos de emoción mientras de la sala VIP vuelven a mí. Ha sido el momento más caliente de mi vida. No lo hace correcto ni algo que pueda hacer una segunda vez. Eso tiene que ser. Salgo del baño brillantemente iluminado y regreso al sensual y vibrante club de striptease. Fuera de la sala VIP, me siento de una pieza, cosido por el arrepentimiento. Recorro el club, buscando a Jessy. La veo salir del área de personal un momento después, enfrascada en una conversación con Vera. Su regreso a la sala VIP marca mi regreso a la condición de perro guardián. Jessy parece impasible mientras pasa rápidamente junto a mi para hablar con el dueño una vez más. El cliente beligerante había sido expulsado, lo que significa que su próxima reserva comenzará temprano. Desaparece en la habitación con dos hombres de aspecto muy ansioso que probablemente no tienen ni treinta años, la puerta se cierra. Me apoyo contra la pared, reanudando mi aburrido escaneo de la zona mientras Jessy entretiene a los siguientes clientes. Pero no importa lo aburrido que parezca, mis entrañas no coinciden. Mi cabeza y mi corazón se agitan. Se me cierran los dedos al pensar que ella podría estar haciendo exactamente los mismos movimientos con los dos que acaban de entrar allí. La desesperación me araña, instándome a echarlos y continuar donde ella y yo lo dejamos. Sé, en el fondo de mis huesos, que nunca podremos continuar lo que sucedió en el VIP si quiero mantenerla en mi lista de clientes y mantener una relación de trabajo con sus hermanos. Considero todos los escenarios posibles mientras ella trabaja Escenario uno: Me había traído allí para que me despidan, para poder librarse de mis pulgares y de sus hermanos. Escenario dos: En realidad solo quería practicar un nuevo movimiento con alguien seguro y la química entre nosotros había surgido inesperadamente. Nuca tuvo la intención de besarme ni de que respondiera como lo hice. O escenario tres: Había estado tratando de burlarse de mi en mi apartamento todo el tiempo y aprovechó su oportunidad para llevarlo más lejos después de que alguien cancelara su reserva… porque ella siente lo mismos aleteos de algo incómodo revoloteando a través de su pecho como yo. No sé cuál es el más probable. Mi cabeza da vueltas para cuando la puerta se abre y los dos chicos se alejan. Su turno ha terminado. Sin embargo, no estoy convencido de que esto signifique que obtendré alguna claridad. No sé qué nos espera en el apartamento. Una incomodidad abrumadora parece probable. —Hey— dice, mirándome rápidamente antes de escanear la habitación como si estuviera buscando a alguien. —Voy a casa de Vera después del trabajo— —¿Disculpa? — —Necesito una noche de chicas— se cruza de brazos, lanzándome una mirada molesta. —¿No puede una chica pasar tiempo con su amiga de vez en cuando? Puedo tomar un taxi de regreso a tu apartamento después. ¿Puedes permitirlo, mi señor guardián? — —No. la noche de chicas está bien. pero no tomarás un taxi desde aquí ni desde ningún otro lugar. Solo el vehículo Hamilton— Suelta un suspiro, pero no protesta. —Y dormirás en mi apartamento también. No en el de Vera. O si no, apareceré yo mismo y haré que sea una noche mixta— No me mira a los ojos, solo mira hacia el club y niega con la cabeza. —Bien, lo que tu digas jefe— —El coche las estará esperando a ti y a Vera cuando terminen de cambiarse— le digo. Resopla, pero asiente. Supongo que no le gusta el plan porque implica que necesite compartir más detalles sobre su situación con Vera, como por que tiene un acceso a un coche privado, pero no me importa. Su seguridad es mi prioridad. Nada más. Y no mi pene. Abro la boca para decir más, para reconocer la sesión increíblemente caliente que habíamos compartido en la sala VIP, pero no sale nada. ¿Qué más puedo decir? ambos estuvimos allí. Y ahora no. Tiene que haber sido algo único. —Voy a cambiarme— dice finalmente, apartando la mirada. Se desliza hacia el otro extremo del club, directamente hacia la zona del personal. Respiro hondo y saco el teléfono del bolsillo. Podre a los conductores de los Hamilton al día con el plan para esta noche. Reconozco su repentina noche de chics por lo que es. Una oportunidad de reiniciar. Necesito recordar cómo es la vida sin Jessy respirándome en la nuca todos los días. Como se siente la vida solo. Se que es mejor no ponerme cómodo, dejarme seducir por falsas promesas de felicidad o lo que sea que siento cuando mi corazón se encoge y aparecen las mariposas en el estómago. Había sobrevivido una vez a la infame angustia y tragedia de las almas gemelas. No necesito darle la bienvenida a mi puerta de nuevo. Y a donde quiera que Jessy esté intentando llevarme esta noche solo conducirá a que esos dos visitantes no deseados aparezcan en mi vida una vez más.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR