Al entrar al baño, quería golpear el espejo, pero mantuve la calma. Una mujer apareció y se lavaba las manos; Me quedé viéndola, pero finalmente tomé valor.
—Hola, perdona, soy Anya y he sido secuestrada —tomo la mano de la chica y ella frunce el ceño.
—¿Cómo? ¿Estás segura? ¿Quién ha sido? —pregunta la chica con preocupación.
—Lev, creo que era Lev Koch —hablaba desesperada.
La chica se congela al escuchar su nombre.
—Yo… yo no puedo, lo siento.
La chica se retira rápidamente, pero la detengo, evitando que salga del baño.
—Por favor, te ruego que me ayudes —susurro desesperada.
La chica me mira con miedo y finalmente me responde.
—No puedo meterme en los asuntos de Lev; él amenazó a mi hermano con matar a su familia, incluyéndome, si lo traicionaba.
Me asusto y me enojo aún más.
—¿Qué? Pero...
La chica no me dejó terminar y salió del baño rápidamente, dejándome sola.
Salgo del baño con la cabeza baja y siento un fuerte jalón que lastimaba mi brazo.
—Por qué te tardabas tanto, ¿eh? —gruñe Lev mientras me acercaba—. ¿Acaso intentabas buscar ayuda?
—No, yo solo estaba retocando mi maquillaje —murmuro asustada.
Lev suaviza su agarre y me toma de la cintura, apretando con fuerza, y me dirigió a una mesa donde se encontraba el señor mayor y su esposa. Me sienta junto a él, arrima mi silla más cerca, y sirve la comida. Durante la comida, Lev comenzaba a hablar con las personas de la mesa sobre negocios legales e ilegales mientras apretaba mi muslo con fuerza. Su mano subía poco a poco, acariciando de forma morbosa, enviando un calor traicionero por mi piel a pesar del miedo. Tomo la mano de Lev con fuerza intentando apartarla, y Lev me aprieta con fuerza enviando dolor.
—Quédate quieta —susurra Lev entre dientes, su voz un gruñido bajo que vibra contra mi oído, sus dedos rozando el borde de mi ropa interior bajo la mesa, una caricia oscura que me hace jadear y odiarlo más.
La fiesta continúa, el aire cargado de risas falsas y miradas lujuriosas. Lev bebe, su mano en mi muslo subiendo peligrosamente, mezclando dolor con un placer forzado que me confunde. Finalmente, cuando la fiesta está terminando, Lev se inclina hacia mí, su aliento cálido en mi cuello.
—Quédate sentada aquí, Anya. Tengo que hablar de algo muy importante con el viejo coronel. No te muevas.
Se levanta, dejándome sola en la mesa, rodeada de invitados que se dispersan. Estaba aburrida y sentada, la fiesta vaciándose, sintiendo las miradas de los hombres de Lev desde lejos. Había terminado mi último trago de una copa y la coloco en la mesa, recuesto mi cabeza sobre la mesa, el frío de la superficie contrastando con el calor residual del alcohol en mis venas.
Un camarero muy amable se acerca.
—¿Le lleno su copa, señora? —sonríe el camarero con ojos amables.
Levanto mi cara pegada a la mesa y observo al hombre, era amable y apuesto, parecía de mi edad, con una sonrisa que contrastaba con el caos de la fiesta.
—Claro —murmuro en voz baja, mi voz ronca por el cansancio y el miedo acumulado.
El camarero sirve mi copa, su mano rozando la mía accidentalmente, un toque cálido que envía un escalofrío.
—Esta fiesta está a punto de terminar y usted está aquí sola. ¿Dónde está el hombre que la acompañaba?
Levanto mi cabeza y con una mirada seria.
—¿Lo conoce? —hablo con calma intentando no mostrar sospechas.
—No —ríe el camarero confundido y nervioso, sus ojos desviándose a los guardias.
Veo a los hombres y estaban conversando entre ellos, distraídos por un momento.
—Escucha, mi nombre es Anya Sorni y necesito ayuda. He sido secuestrada —susurro desesperada, mi corazón latiendo con esperanza.
El camarero frunce el ceño.
— ¿Estás segura? Que no vaya a ser una broma —responde el chico preocupado, pero su mirada se suaviza.
Lev estaba hablando de un tema serio con el anciano y su esposa.
—Quieren que regreses a Rusia —dijo el anciano con voz grave, impidiendo su mirada—. Saben que estás aquí… pero no van a tocarte. Solo quieren que dirijas una nueva unidad. Dicen que esta vez tendrás más recursos, más hombres y libertad total para operar.
Lev entrecerró los ojos, cruzando los brazos.
—¿Y por qué ahora? —preguntó en voz baja.
—Porque te necesitan Lev —intervino la mujer—. Sin ti, no podrán mantener el control. Eres muy inteligente y fuiste de los mejores.
Lev se impresiona y frunce el ceño pensando.
—Yo…
Mientras Lev hablaba, yo tomo un pedazo de papel con mi nombre completo y describiendo el lugar donde me tenían encerrada y lo coloco en la palma de la mano del camarero, cerrándola con urgencia.
—Por favor, te suplico que lo lleves con la policía —susurro mientras tiemblan mis dedos sobre los suyos.
El camarero me miraba y dudaba, pero luego asintió.
—Está bien —susurra el chico, su voz temblando.
El chico voltea para irse, pero se encontró con un arma en la cara, era uno de los hombres de Lev apuntándolo con el arma, extendiendo la mano fríamente.
—Dámelo.
El chico estaba paralizado del miedo, e intervengo, mi voz cruda por la rabia.
— ¿Qué haces acá? ¡Ve a molestar a otro lado!
El hombre me ignora, le arrebata el papel al chico con un tirón brusco, me mira fríamente y le da el papel al otro hombre. Se ríen de mí, una risa morbosa que me hace hervir la sangre.
—Ajaja, no sabes lo que te espera.
—Dame ese papel, imbécil —me balanceo sobre el hombre intentando quitar el papel, pero me empuja con fuerza, su mano en mi hombro clavándose dolorosamente, enviando dolor por mi brazo. Apunta al chico con el arma, el cañón frío rozando su sien.
Me meto entre el arma y el chico, mi cuerpo protegiéndolo, sintiendo el metal frío contra mi espalda expuesta.
—No lo vas a matar a menos que me mates a mí —miraba al hombre fríamente, mi voz temblando, pero decidida, el miedo mezclándose con una adrenalina oscura.
El baja el arma, gruñendo, pero sus ojos bajan a mi vestido ajustado, una mirada lujuriosa que me hace sentir sucia.
El chico corre, y miraba a los dos hombres con una mirada asesina.
Lev aparece fríamente detrás de nosotros.
—¿Qué está pasando aquí, y por qué ese chico huye?