CAP 10

1340 Palabras
Intento cubrirme, mi vestido rasgado colgando en jirones, exponiendo mi piel magullada y temblorosa, pero él me agarra la muñeca, tirándome hacia él para un beso brutal, sus dientes cortando mi labio de nuevo, el sabor metálico de la sangre. —Ahora, volvamos a casa… —murmura Lev, su voz ronca y satisfecha, como si no hubiera roto algo dentro de mí. Lev se aparta de mí, dejándome temblando de rabia, limpiando mi labio sangrante con el dorso de la mano, el dolor punzante recordándome su invasión cruda. ¿Cómo puede ser tan frío después de eso? lo odiaba tanto. Conduce el Jesko a alta velocidad hacia su gran base, el motor rugiendo como su furia contenida, el viento azotando el auto mientras yo me acurruco en el asiento viendo hacia la ventana, intentando ignorar el ardor entre mis piernas y el frío que me eriza la piel expuesta. Al llegar, Lev se baja del auto y me quedo adentro con los trapos rotos que apenas cubren mi cuerpo, sintiéndome vulnerable y sucia, como un objeto descartado. Lev me mira desde afuera del auto, sus ojos oscuros recorriendo mi forma magullada con una posesión morbosa que me hace estremecer. Se quita su gran suéter, revelando su camisa arrugada, y abre la puerta del auto, entregándolo mientras me saca del auto con una gentileza falsa, su mano en mi brazo apretando justo lo suficiente para recordar su control. —Cúbrete —dice con su voz baja y gruesa, envolviéndome en la prenda que huele a él, a colonia y sudor. Tomo el suéter de mala gana y me cubro, la tela gruesa tapando mi piel de gallina mientras Lev me saca del auto con firmeza. Cuando salimos del garaje, había varios hombres militares entrenando a altas horas de la noche, sus cuerpos sudorosos bajo las luces tenues, el sonido de golpes y gruñidos llenando el aire frío. Sus miradas se clavaban en mis piernas expuestas bajo el suéter corto de forma lujuriosa, como si pudieran ver a través de la tela, haciéndome sentir aún más vulnerable y sucia. Lev los ignoraba por completo, pero me mantenía pegada a su gran cuerpo, su brazo alrededor de mi cintura como una cadena, su posesión clara para todos. Mi corazón late con furia y vergüenza. ¿Cómo pueden mirarme así después de lo que me hizo? ¿Y Lev? ¿Disfruta esto, muéstrame como su trofeo roto? Intento apartarme sutilmente, pero él aprieta más, sus dedos clavándose en mi cadera, un recordatorio silencioso de su control. Lev me arrastra hacia la mansión, ignorando las miradas persistentes de los hombres, que ahora susurran entre ellos, sus ojos siguiendo mi forma cojeante con lujuria velada, como si mi cuerpo roto fuera un espectáculo morboso. Entramos al salón frío y elegante, el eco de nuestros pasos resonando como un juicio silencioso. Lev me lleva directamente a la habitación, cerrando la puerta detrás de él con un clic ominoso. Me suelta finalmente, y me tambaleo hacia la cama, mi cuerpo exhausto y dolorido, el ardor entre mis piernas. —Creo que tu castigo ha sido muy suave por intentar escapar, ¿sabes? Ese chico no volverá a ver la luz —ríe Lev sin gracia, su voz ronca y oscura, como si hablara de algo trivial, pero sus ojos brillan con una crueldad que me congela. —Qué le hiciste!? —grito con rabia, mi voz temblando por el miedo y el odio hirviendo, lágrimas brotando a pesar de mí—. ¡Eres un maldito enfermo! Lev vuelve a verme fríamente con ojos llenos de furia, se acerca y toma mi mano con fuerza, sus dedos clavándose en mi piel como garras, enviando un dolor agudo que me hace jadear. —¿Quieres que te rompa las extremidades!? Esto es lo que sucede cuando intentas escapar!! El grito de Lev era fuerte y grave, esta vez fue difícil mantener mi postura y me encojo, mi corazón latiendo con terror puro mientra sentía su rabia, mi mente gritando que esto es solo el comienzo de su locura. Él me mira desde arriba y me quita su chaqueta de un fuerte tirón, viendo mi cuerpo magullado y expuesto, sus ojos bajando con una posesión morbosa que me hace estremecer, como si evaluara su propiedad dañada. —Nunca me vas a dejar y si alguien se interpone, se muere! Y ya sé cómo nunca lo harás… —se acerca a mí, su gran mano cubriendo todo mi abdomen, presionando con una caricia oscura, imaginando un bebé creciendo dentro de mí. — Tú me darás bebés y esta vez me vendré dentro de ti… Al escuchar sus palabras, me congelo, el horror golpeándome como un puñetazo, la posibilidad de un embarazo forzado solo me provocaba náuseas. Apartó su mano con fuerza, mi mente gritando de repulsión. —¡No quiero tener hijos nunca! Y mucho menos contigo! —me alejo de él desesperada y me arrastro por la cama, mi espalda chocando contra la cabecera, buscando cualquier escape, mi respiración agitada por el miedo. —Tu opinión no me importa, cariño. Tú solo seguirás órdenes como una buena esposa. —habla Lev con una sonrisa oscura mientras se acercaba a mí, su cuerpo grande proyectando una sombra que me traga, su erección sutil bajo los pantalones una amenaza cruda. —Yo no soy tu esposa, idiota. ¡Olvídalo todo! Lev me mira desde arriba, tapando la luz de la luna con su gran cuerpo, sus ojos brillando con locura. —No, pero lo serás. Nos iremos a Rusia en un mes y te casarás conmigo, me darás herederos y me vas a obedecer en todo y haremos el amor aunque no quieras… Lev hablaba con una sonrisa torcida que me daban ganas de golpearlo; estaba loco, su obsesión cruda estaba mezclado con ternura falsa y violencia, que me hacía sentir como un objeto. —¡No iré a Rusia contigo, no quiero alejarme de mi familia!! —grito, mi voz cruda por las lágrimas contenidas, el miedo a perder todo lo que amo por culpa de este enfermo. Lev me ignoraba y se acercaba más a mí mientras retrocedo más hasta caerme de la cama, el impacto en el suelo enviando un dolor agudo por mi tobillo recién sanado. Lev se ríe con su tono burlón y me arrastra tomando mi pierna, besando mi pie con una ternura falsa que me da ganas de vomitar, su lengua rozando mi piel de forma morbosa. Lev no se detiene, su lengua trazando un camino morboso por mi tobillo, lamiendo la piel magullada como si saboreara mi dolor. Su mano sube por mi pierna, apretando el muslo con fuerza, dejando moretones frescos, su toque crudo y posesivo, rozando el borde de mi ropa interior rasgada. —Anya… —murmura, su voz ronca y oscura, alzando la vista con ojos brillando de locura—. Tu cuerpo sabe que me pertenece. Intentó patearlo con mi otro pie, pero él lo atrapa con facilidad, su fuerza militar superando mi debilidad. Me arrastra más cerca, su cuerpo grande cubriéndome con su peso aplastandome. —Lev, detente… —gorgoteo, mi voz desesperada por el pánico y lágrimas brotando mientras su mano se desliza bajo mi abdomen, presionando con una caricia oscura que imagina un futuro forzado, un bebé creciendo dentro de mí. Él ríe, una risa fría, inclinándose para besar mi cuello, mordiendo suavemente, dejando más marcas. Su mano baja más, rozando mi centro dolorido, un toque invasivo que mezcla dolor con un calor traicionero que me horroriza, mi cuerpo traicionándome a pesar del odio. —Piensa en ello, Anya. Un hijo nuestro con mi fuerza y tu belleza… atándote a mí para siempre. Con un impulso de rabia, lo abofeteo con fuerza, el sonido resonando en la habitación. Lev se paraliza, sus ojos oscureciéndose con furia, pero luego sonríe torcidamente, agarrando mi muñeca con brutalidad. —Otra vez? —gruñe con burla, inmovilizándome contra la cama, su cuerpo presionando el mío, su erección dura contra mi muslo.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR