ELIZABETH. Su mano se aferraba mi brazo, el tiempo pareció detenerse. Sentí un dolor envolviendo mi corazón. Aunque esta vez no fue tan impactante como la primera, deseaba desesperadamente que todo esto fuera solo un mal sueño. Lamentablemente, no lo es, ya que he puesto todo mi empeño en reconstruir nuestro matrimonio. Saber que ella espera un hijo de él me desgarra; no puedo evitar recordar a mi propio hijo y lo cruel que puede ser el destino. —¡Elizabeth, por favor! —imploró. —¿Para qué, Liam? ¿Para qué escuché cada detalle de su embarazo? —respondí, con la voz quebrada por el nudo en mi garganta. —No… Ella solo lo dice para destruirnos. Es mentira, no está embarazada —replicó, sin soltar mi brazo. —¿Y esperas que te crea? —dije, llenando mis palabras de ironía. —Cariño, por favor

