Connie Todos tenemos momentos en la vida en los que vemos a alguien que amamos con todo nuestro ser sufrir y deseamos cambiar su vida por la nuestra. Así me siento en estos momentos; tomo su mano y limpio mis lágrimas. Él abre sus lindos ojos y me sonríe. Yo sonrío y acaricio su mejilla. Dios, siempre he tratado de ser fuerte, pero ahora no puedo. Siento que me desmorono, pero él, con su pequeña vocecita, me dice: —No llores, Connie, porque si lo haces, yo también lloraré. Soy fuerte como un superhéroe, solo que mi corazón está cansado. Te prometo que si me voy al cielo, te cuidaré mucho. Yo empiezo a negar y, de solo pensar en esa posibilidad, mis lágrimas vuelven a bajar por mis mejillas. Beso su frente y tomo su mano entre las mías. —No, no me puedes dejar, ¿vale? Tienes que seguir

