—¡Noa! —escucho la voz de mi amiga Isabel. Giro sobre mis talones para verla venir hacia mi agitada.
—Buuenos días —canturreo animada.
—Ay —se soba el pecho en un intento para calmarse —Buenos días cabezota…
Suelto una risita —¿Qué pasa?
—Qué va pasar, que te vi desde el segundo piso y nada, corrí hasta acá como si mi vida dependiera de ello —responde reprochándose a sí misma por la ocurrencia.
—No tienes remedio Isabel —niego con la cabeza reprimiendo una risotada.
—También es tu culpa —acusa como una niña pequeña —, ibas caminando como si estuvieras huyendo de una escena del crimen. Loca.
Abro mis labios fingiendo asombro —¿Yo?, para nada… iba camino al aula.
Hace un gesto con su mano para restarle importancia y caminamos juntas a nuestra primera clase. Entramos en el momento justo en que llega el profesor Ramírez.
Tomamos asiento en silencio, todo el salón está repleto de estudiantes. Miro a Isabel acordándome de la carta que me dieron hace un rato. Una sensación de ansiedad me recorre todo el cuerpo.
Ella siente mi mirada y me mira con extrañeza.
—¿Qué? —susurra intrigada.
Abro mi boca pero después la vuelvo a cerrar, niego con mi cabeza para restarle importancia. Devuelvo mi vista al profesor y me centro en eso en la próxima hora.
Salimos justo en el momento en que terminamos el examen, agradezco haber estudiado aunque sea un poco en la biblioteca. Debemos pasar directo al laboratorio de Biología, así que Isabel y yo nos movemos lo más rápido posible a nuestros casilleros para sacar la guía de experimentos.
—¡Noa! —chilla mi amiga como si se acabara de acordar de algo muy importante.
—¿Qué pa—
—¡La solicitud!, hoy te daban la respuesta ¿no es cierto?
Ah, eso…
Asiento mientras cierro el casillero. Empiezo a caminar rápidamente y ella me sigue esperando una respuesta.
—Bueno ya me dieron el papel donde está la respuesta…
—Aja ¿y? —pregunta con impaciencia.
—No la he revisado Isa… en la cafetería la… abrimos —le propongo tratando de ocultar la inquietud que me causa.
—Oh no, que horrible —dice en rendición.
Llegamos a la entrada del laboratorio que esta abarrotada de personas, mi amiga y yo nos miramos confundidas. ¿Por qué no han entrado? Nos acercamos para ver mejor lo que está pasando. Mis ojos se abren como platos cuando vislumbro la espantosa escena ante mis ojos. Una chica yace tirada en el piso con una mano ensangrentada presionando su abdomen, un chico… Sergio esta de rodillas ayudándola presionando también mientras deja la cabeza de la chica apoyada en su rodilla. Otro chico, que si no me equivoco es Pablo, el mejor amigo de Sergio permanece hincado también para tratar de auxiliar a la chica y a la vez supongo, para darle apoyo a su amigo.
Llegan tres profesores agitados para ver lo que está pasando. El rostro de uno de ellos se desfigura con la impresión, los otros dos portan una expresión seria ante el asunto.
Todo se vuelve un caos cuando llegan más profesores y personas que no sé de donde salieron. Nos alejan de la escena y yo sigo sin entender nada. Estiro mi cuello junto con Isabel para ver y analizar algo de lo que sucedió.
—No se qué carajo ha pasado, pero de que me entero, me entero ya. —suelta mi amiga yéndose no sé para dónde.
—Isabel —trato de detenerla pero uno de los vigilantes de seguridad se planta en mi camino y hace un gesto para que retroceda, de hecho es una orden en general. Todos nos movemos como zombis a la zona verde.
Escaneo todo el lugar para ver si hay alguien conocido cerca, todos son conocidos pero simplemente no les hablo, cada quien se fija en sus vidas y en sus grupitos de amigos. La verdad es que si nos fijamos bien, todos somos unos antisociales, andamos por el mundo o mejor dicho, por la preparatoria ajenos a las personas que nos rodean. Excepto en estas ocasiones claro, esto es algo que nos interesa a todos, ya sea por seguridad, cotilleo, o intriga del porqué de haber sucedido. Además, hay un punto muy importante, ¿Qué tenía que ver Sergio en ese lio? O tal vez no estaba implicado y solo quería ayudar a su amiga. No lo sé, ya me enteraré más adelante, este tipo de chismes se corren por los pasillos tan rápidos como un rayo.
Como no veo a nadie con quien quiera pasar mi momento de confusión y anonadamiento, me ubico en una de las bancas. Trato de oxigenar mi cerebro dando grandes caladas de aire puro. Esta parte del instituto es mi favorita, tiene una grama bien podada luciendo un verde maravilloso, es tan relajante, los arboles le dan un toque refrescante al área, la gran fuente ubicada en el medio del patio expande agua cristalina por las flechas de los seis ángeles que se sitúan uno al lado del otro creando un circulo.
Puedo aprovechar este tiempo para ver la respuesta que me dieron. Aprieto mis dientes y cierro mis ojos para reunir valentía. Si no la aprobaron mis días en el instituto están contados. Esto me llena de completa frustración. Sé que mi madre ha buscado otras opciones a escondidas, eso me asusta y a la vez me deja a la perspectiva. Como ya lo dije antes, es un privilegio salir con un título de esta institución.
Sino la aprobaron no me queda más que hacerme una idea clara de las cosas y aceptar lo que se venga con optimismo. No haré un berrinche y mucho menos me amargaré la existencia por esto. Por algo pasan las cosas dicen por ahí, así que eso aplicare para sostener mis fuerzas y abrir como el mejor semblante la respuesta.
Abro mi mochila para sacar la tan esperada carta y me dedico a despegar la parte superior. Así es, hazlo con toda la lentitud que tus manos puedan efectuar. Ruedo mis ojos ante mi sarcástico pensamiento.
Saco la hoja y la extiendo completamente. Okey ya, lee rápido, no deberías estar tan preocupada, tus notas son casi perfectas. Me animo y sí que quiero que me la hayan aprobado, a quién engaño.
Empiezo a leerla rápidamente pero en el momento en que casi llego a la parte relevante alguien me sacude insistente.
Aparto el papel con molestia y el ceño fruncido…
—Adivina de qué me entere —habla Isabel con mucho entusiasmo e incredulidad. Su rostro refleja demasiada perplejidad.
Por un momento la curiosidad me saca de lo que estaba haciendo, pero después vuelvo en sí y le doy mi peor mirada de molestia.
—¿Qué te pasa? —pregunta desconcertada.
—Estaba leyendo la respuesta de mi solicitud Isabel —respondo con severidad.
—Oh —abre sus labios en una “o” asombrada—. Discúlpame Noa… veamos veamos.
Se sienta a mi lado interesada. Vuelvo mis ojos hacia la hoja. La boca se me seca cuando leo lo que tanto he esperado con ansias. Muerdo mi labio inferior conteniendo un grito de…