Mila había estado pasando sus dedos por la ropa que colgaba en los elegantes percheros del gran armario de John. Sonrió al ver su primera victoria. Aún cargaba con rencor por lo que había hecho: romper una promesa. Se acercó al espejo de cuerpo completo y se miró. El vestido de novia tenía arrugas y unas manchas en la parte final. Se desabrochó con cuidado los primeros botones por su cuello adheridos al encaje y después lanzó sus manos hacia su espalda y con dificultad pudo deshacerse de la mayoría. Salió por debajo con toda dificultad, cuando al fin pudo salir, dio un grito del susto al ver a John en la entrada del armario, con los brazos cruzados y una sonrisa triunfante. —Pensé que vivirías por siempre dentro de ese vestido —Mila se cubrió con la tela, pero no se percató de que John de

