Mila casi se desvanece ante las palabras de Helen. Notó emoción en su mirada, pero para Mila era una mezcla de sorpresa y pánico. Siguió negando en silencio, con la mano en su boca, mientras su corazón latía desbocado. —Espera, he dicho que es una probabilidad. Para confirmar, hay que hacer una prueba casera o ir directamente al médico... —Helen sonreía, contagiada por la emoción. Ya se imaginaba a niños corriendo por la casa o la hacienda en picnics al atardecer. —No puede ser posible, yo... él... —Mila luchaba por encontrar las palabras mientras se sentía a punto de atragantarse. Helen intentó tranquilizarla al verla al borde de un ataque de pánico. —¿Se han cuidado tú y mi hijo? —preguntó Helen con calma. Mila intentó recordar, pero la incertidumbre la abrumaba. Se dio cuenta de que

