Mila hundió su rostro en el pecho de John, luchando por contener las lágrimas. ¿Quién iba a pensar que acabaría cantando esa hermosa melodía para alguien a quien no amaba? ¿Acaso su madre tenía razón al decir que el amor puede surgir en el camino? John parecía tenso, y al concluir la canción, el aplauso estalló a su alrededor. Mila lo notó de inmediato, y cuando sus miradas se cruzaron, solo encontró frialdad. ¿Qué estaba pasando? Su mirada suplicante y el ceño fruncido buscaban respuestas, pero John desvió la mirada y se acercó para hablar:
―Recuerda, solo son negocios ―susurró John, inclinándose cerca de su oído para reafirmar sus palabras―. Las reglas no cambian, Mila.
Se encontraron de nuevo con la mirada.
―Nunca he olvidado que esto es un negocio, John. ¿Quieres fingir lo contrario
