Lucía Nacarro Se acerca a mi y me pega a la pared. —Haz lo que te pedí —dice mirándome a los ojos. —Se dice por favor —digo sosteniendo su mirada. —No me da la gana. —Pues no haré nada. —Te estás jugando con fuego, niña —dice poniendo mis manos sobre mi cabeza. Observo el chupetón de ayer y rio. —Menuda marca la que te he dejado. —Me la vas a pagar —dice soltando mi mano y rompiendo los botones de mi camisa. Mete su cara en mi pecho y lame sosteniéndome duro de la cintura. Que rico. ¿Qué dije? Imbécil. Lo empujo lejos de mí dándole en su entrepiernas y él se agacha gruñendo de dolor. —Te dejo claro que soy tu secretaria solo por estos 5 días, no tu chica porno. —Serás lo que yo diga y se te nota que quieres que yo te folle y créeme que cuando lo haga, lo haré sin piedad.

