CAPÍTULO 18

1245 Palabras
—Creo que metí la pata, y feo —dijo el hombre al teléfono—, me apresuré por miedo a perderlas también, y ahora no sé qué hacer con dos niñas que no me quieres y que pronto me odiarán, de nuevo, por alejarlas de la mujer que aman como a su madre. ¿Qué debería hacer? —Revisar la diferencia horaria entre Guadalajara y Londres —gruñó con molestia una joven de cabello oscuro y ojos claros—. Son las cuatro de la mañana y estaba durmiendo, Benjamín. —Es que no tengo con quién hablar, y no creo poder dormir sin una respuesta medianamente aceptable —dijo el joven, sonriendo por el gruñido que recibió en respuesta—. Sabes que mi madre no se interesará en esto, y a mi padre no le hablo, mi hermano mayor está muerto y mi única amiga de verdad está en Londres. —Lamento lo de tu hermano —declaró Enriqueta, una mujer de treinta y dos años que había crecido junto a ese joven que la llamaba su mejor amiga, y a quien ella consideraba más bien un hermano menor muy molesto—, pero no me importa si duermes o no, me importa dormir, así que voy a colgar antes de que se me vaya el sueño. Te marco mañana, cuando estés dormido. Benjamín sonrió, el que ella prometiera llamarle le aseguraba que ella estaba ahí para él, como lo necesitaba, así que logró dormir casi tranquilamente, porque eso de que sus sobrinas le odiaran le hacía doler el estómago, después de todo, ellas pasarían el resto de su niñez, adolescencia y juventud a su cargo; después de eso podrían ser independientes, sí así lo deseaban. Sin embargo, y aunque le costaba admitirlo, había otra cosa que le robaba el sueño, y eso era que le molestaba la idea de que Estrella Miller lo odiara, y no entendía del todo el porqué. ** —¿Quieres oír la locura que pensó mi cerebro al escuchar tus tonterías? —preguntó Enriqueta, en un tono me dio burlón, luego de escuchar las inquietudes de su amigo Benjamín. —No si no va a ayudarme a resolver mi situación —declaró el cuestionado, suspirando. Benjamín, mejor que casi todo el mundo, conocía bien las locuras que salían de la cabeza de su mejor amiga, así que no permitiría que sus locuras, que casi siempre no tenían ninguna importancia para ella, le robara un poco más la paz. —Pues, si lo pienso un poco, si es cierto lo que pensé podría terminar en una solución luego de muchas flores, chocolates y serenata —soltó Enriqueta casi sin pensar, moviendo la curiosidad de un hombre que, por lo regular, no era curioso, pero tal vez su necesidad de respuestas había hablado por él cuando preguntó a qué se refería. » Amor a primera vista —respondió la joven y, al no escuchar nada de parte de su amigo, soltó tremenda carcajada—. Fue lo que pensé mientras escuchaba tus quejas y molestias, eso explicaría tu molestia porque te odia y, como dije ya, si la conquistas, curas tu corazón y tendrías a la falsa madre de tus sobrinas contigo para cuidarlas. —Estás loca —gruñó Benjamín, tras haber pasado por un sinfín de emociones en cuestión de segundos, siendo la sorpresa y el desencanto las más prominentes—. Aunque conquistarla para que sea su tía y ella sea quien las cuide no suena tan mal, pero suena mejor contratarla como niñera. —Tener una Miller como niñera suena a que te ha ido demasiado bien en la vida —se burló Enriqueta, haciendo notar que hasta donde ella vivía había rumores de la buena fortuna de los Miller—. En fin, eso fue lo que se me ocurrió, si no te sirve lo lamento, pero no sé qué más puedas hacer, excepto asumir tus nuevas responsabilidades, esa que te pusiste solito. Benjamín negó con la cabeza, aunque sentía que lo único que había hecho esa joven había sido burlarse de él, la idea de una niñera, que surgió durante la plática, parecía no ser tan mala solución, solo debía centrarse en encontrar a una mujer tan buena que pudiera conectar con sus sobrinas, eso incluso resolvería el que ellas amaran tanto a su actual cuidadora. Viendo en que la pantalla de su teléfono marcaba las tres de la mañana, sonrió divertido, la joven se había tomado su tiempo para llamarle en el momento más molesto para él, pero se lo merecía, así que ni siquiera se molestaría con ella, simplemente lo dejaría pasar. —Aunque —murmuró Benjamín, sintiendo cómo el sueño, que se había ido cuando comenzó a hablar con su mejor amiga, volvía a él—, Estrella Miller es, por mucho, la mujer más bella que he visto. Y, sin decir ni pensar nada más, se quedó profundamente dormido, soñando con un montón de cosas medio extrañas que le robaron la tranquilidad aún inconsciente. ** Benjamín Anguiano se encontraba en un prado lleno de flores, el sol brillaba intensamente y una brisa suave acariciaba su rostro. A su lado estaba Estrella Miller, radiante y sonriente, con una mano apretando la suya y la otra acariciando la cabeza de Betty, la más pequeña de sus sobrinas que se abrazaba a ella. Becky, la gemela mayor, corría alegremente por el campo, recogiendo flores y riendo con una felicidad contagiosa. Todo parecía perfecto. Benjamín podía sentir la paz y la alegría que emanaban de esa escena. Estrella lo miraba con ternura, sus ojos reflejaban un amor incondicional y sincero. "Somos una familia" le susurró ella al oído y su voz fue como música para él. Sin embargo, al paso de los segundos, el cielo comenzó a oscurecerse lentamente, las flores comenzaron a marchitarse y la brisa suave se convirtió en un viento gélido y cortante. La risa de las niñas se desvaneció y un silencio sepulcral invadió el prado. Benjamín intentó aferrarse a la mano de Estrella, pero ella comenzaba a desvanecerse, como si fuera una sombra, mientras una expresión sombría le deformaron el antes feliz rostro antes de desaparecer. Las niñas dejaron de correr y se quedaron quietas, sus rostros reflejaban ahora temor y confusión. Becky y Betty comenzaron a llamar a su mamá, buscándola en medio de la oscuridad creciente. Benjamín intentó acercarse a ellas, pero sus pies parecían estar atrapados en un lodazal invisible. “Eres un mentiroso” escuchó de un tono de voz que, antes, fuera dulce, y ahora, era una burla cruel y escalofriante. “En realidad nunca me amaste, solo me querías para cuidarlas por ti.” gritó la voz de una mujer que no lograba ver y su voz resonó en el prado desierto. Las niñas empezaron a llorar, el prado se convirtió en una especie de pantano oscuro y siniestro y Benjamín sintió que todo se derrumbaba a su alrededor. Con un esfuerzo desesperado, trató de alcanzar a Becky y Betty, pero las sombras parecían tragarlas. Finalmente, en el último segundo, antes de que todo el prado se sumergiera en la oscuridad total, Benjamín despertó sobresaltado y agitado. Su respiración era entrecortada y el sudor cubría su frente. Miró alrededor de su habitación, tratando de convencerse de que todo había sido solo un mal sueño. Pero la sensación de inquietud persistía, por eso no pudo evitar preguntarse qué podría significar esa pesadilla terrible.
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