4- Se descubrirá todo mi secreto

2532 Palabras
El lunes llega antes de que este lista. No estoy segura de si alguna vez estaré lista, pero entre visitar a mi madre y prepararme mentalmente para ser superespía, apenas he pegado un ojo. Sin mencionar todas las neuronas que he desperdiciado pensando en Trace Rosberg. El beso. El cuerpo. La sonrisa burlona. Hasta el último detalle. Estuve tentada a usar mi propia ropa en mi primer día, solo para mostrarle al señor altivo y poderoso que, contrariamente a la creencia popular, él no es dueño de todos, pero eso pondría la misión en peligro. Necesito pasar desapercibida, y para hacerlo, tengo que estar en la gracia de Rosberg. Así que llego a la sede de Rosberg Cross brillante y temprano a las 8:00 am. A pesar de que el paquete que Viviana me envió decía que la jornada laboral no comienza hasta las 8:30. Al que madruga, Dios lo ayuda, y todo eso. Llevo un precioso vestido de suéter gris jaspeado y unos tacones que hacen maravillas con mi autoestima. El precio es de mil dólares, así que no es de extrañar que me sienta como si fuera un millón de dólares. Eso es, hasta que Vivian me encuentra en el atrio. Me mira de reojo y dice: —Veo que recibiste la ropa que pedí— Oh. Fue ella. Debería sentirme aliviada, pero en cambio, no puedo evitar sentirme un poco decepcionada. —Gracias— digo rápidamente. —El señor Rosberg no quería que tu atuendo fuera un problema— Se burla. —Tenemos un estándar aquí en Rosberg Cross. Lo entiendes— Entiendo que claramente no le gusto a Vivian. Con la vista puesta en el premio. Me tranquilizo. ¿Qué dicen en todos esos reality shows? No estoy aquí para hacer amigos. La sigo por la oficina, manteniéndome al día lo mejor que puedo mientras Vivian me da un recorrido. —Esta es la oficina corporativa: relaciones públicas, marketing, distribución de productos, venta minorista— dice llevándome rápidamente a través de una planta de oficinas luminosas y de planta abierta, con toneladas de vidrio y ladrillo elegante. —Los talleres y estudios de diseño están abajo, pero hay mucho ir y venir. Guarda los zapatos cómodos en tu escritorio— añade. —Tú serás la que corra— —Entendido. Zapatos cómodos — Llegamos a la oficina de la esquina, que tiene su propia área de recepción, con dos escritorios que flanquean las impresionantes puertas dobles. —Este es el mío— Vivian señala uno meticulosamente organizado. Luego señala el mucho más pequeño, como el pupitre escolar de un niño, que tiene la desgracia de estar en medio de la planta, expuesto al ataque de cualquiera que pase por allí. —Es tuyo— Fantástico. Demasiado para curiosear en cuanto a privacidad. Dejo mis cosas en el mini escritorio y ella me entrega mis credenciales y me muestra como acceder a mi computadora y calendario. O, mejor dicho, recita una serie de instrucciones tan rápido que no puedo seguirle el ritmo —Espera. ¿Puedes explicarme eso de nuevo? — le pregunto mientras lee la ridículamente apretada agenda diaria de Trace Rosberg. Deja escapar un suspiro. —Olvídalo. No es importante. Yo soy quién va a estar a cargo de su agenda, en su mayor parte. Solo tendrás que reemplazarme cuando no esté disponible— Aparta mi mano del ratón y abre una cuadricula que es un mar de citas. —Aquí está. Pulsa esa pestaña si quieres verla. ¿Entendido? — Asiento, notando que tiene una cita toda la mañana en el centro. No estará aquí en todo el día. Me siento aliviada. Esto es bueno. Ahora, se sobre cuando está cerca…pero más importante aún, cuando no. Tendré mucho tiempo para echar un vistazo a sus archivos de computadora. Cuanto antes le consiga a Christina las pruebas que necesita, antes poder pagar las facturas de la residencia de ancianos de mi madre y alejarme de Rosberg Cross. —¿Qué más necesitará el señor Rosberg de mí? — pregunto, tomando notas. Vivian resopla. —Piensa en ti como mi asistente. Haciendo lo que te digo— —Pero el señor Rosb…— —Él es mi responsabilidad. No deberías tener mucho trato con él— mira la hora y dice: —Vamos. Te mostraré el resto de la oficina— Las siguientes dos horas son un torbellino. Me presenta a unas cien personas, de varios departamentos, de cuyos nombres recuerdo, ya que va a una velocidad vertiginosa. De alguna manera, terminamos de vuelta en la oficina de Trace, donde un mensajero le entrega una carpeta. Vivian la mira y luego me la entrega. —Estas son las pruebas de la nueva colección. El señor Rosberg ha anotado todo con sus comentarios. Necesito que entregues esto al departamento de diseño— Me despido con la mano mientras suena su teléfono. Se acerca, lo coge y murmura. —La oficina de Rosberg. Vivian— De repente su tono cambia, meloso y dulce. —¡Oh, hola, Christina! ¡Si, definitivamente! ¡Justo aquí! — Christina. ¿Christina Cross? Por la forma en que Vivian la está adulando, tiene que serlo. Mientras tanto, me quedo allí parada, agarrando la carpeta. ¿Visitamos el departamento de diseño? —Oh, todo va bien. Solo intento poner al día a mi nueva asistente— continúa Vivian. Sus ojos se posan en mí y frunce el ceño. Cubre el auricular con la mano y espeta: —¿Qué esperas? ¿¡Diseño! — Señala vagamente. Bien. Me registro con un guardia de seguridad de aspecto amable y pido indicaciones para el departamento de diseño. Es el sótano que mencionó Vivian, pero el lugar debe de ser una mazmorra oscura y tenue, este sótano es sorprendentemente luminoso: Funky y moderno, todo el brillo visto y vigas de acero. Paso por rincones de diseño de aspecto acogedor, adornados con recortes de revistas y muestras de tela, y me encuentro deseando está aquí abajo. Definitivamente es más acogedor que todo el metal pulido y el vidrio de arriba. Me abro paso a través de una colección de pasillos que parecen una madriguera de conejos hasta que llego a un estudio grande y aireado, donde varias personas estan apiñadas alrededor de una mesa de luz, en medio de una acalorada discusión. Todos estan hablando uno sobre otro y señalando, como si negociaran la liberación de un prisionero. —Eh, ¿hola? — interrumpo. —¿Tengo las notas de señor Rosberg? — —Oh, cielos— Todos se ven sombríos. Entonces una de ellas sonríe. Es una mujer sonriente con el pelo revuelto y gafas de pasta de colores. —No te preocupes, no eres tú— dice. —Son las noches que vamos a tener que pasar arreglándolo todo— Me quita el archivo. —Soy Fernanda— —Jessa. La nueva asistente— —Ay— sonríe. —Y yo que pensaba que tenía un mal día— Me relajo, observando como abre la carpeta y extiende las páginas sobre la mesa. Veo diseños pintados a mano para nuevas joyas, todas cubiertas de garabatos y correcciones en tinta roja. El tipo gruñe: —Mierda. ¿Sabe que nunca conseguiremos que esta línea despegue si sigue criticándonos hasta la muerte? — Fernanda se encoge de hombros. —¿Cuánto tiempo llevas en Rosberg Cross? Sabes que tiene que aprobarlo todo— —Si— Aplaude. —Escuchen chicos. Va a ser una semana larga. Muchas horas. Prepárense para venir este fin de semana si no lo logramos— Hay un suspiro colectivo. —¿Mas diamantes? — dice uno, mirando las notas. —¡Él es el que dijo que nos moderáramos! — —Y mira, volvemos a la mesa de dibujo con los pendientes— —Pensé que le gustaban los elementos Art Deco— —Bueno ya no— Fernanda me mira y me dedica una sonrisa irónica. —No pienses que somos vagos— dice. —La sesión de quejas es parte de nuestro proceso. Primero nos desahogamos, luego hacemos una lluvia de ideas— —Parece que el señor Rosberg es…exigente— busco información. Fernanda se ríe. —Es una forma educada de decirlo. Pero no es tan malo. Solo se quejan porque es más fácil que admitir que se equivocan— —El señor Rosberg siempre tiene la razón— uno de los otros diseñadores dice con tristeza. —Su gusto es exquisito— Sigo a Fernanda por el pasillo, a uno de los estudios de diseño. Enseguida, veo una foto del collar más precioso clavado en la pared. Es sencillo, con una intrincada y brillante margarita que descansa justo en el hueco del cuello de la modelo. Sencillo, y sin embargo…Diamantes. Tengo la sensación de que es más de un año de salario, para alguien como yo. —Wow— murmuro con admiración. Fernanda sonríe. —Gracias. Yo lo diseñé— —¿Tu lo hiciste? — pregunto, impresionada. Ella asiente. La chica no puede ser mucho mayor que yo. Lleva un jersey de cuello alto acanalado sin mangas y guantes sin dedos, tiene botas gruesas en los pies con salpicaduras de pintura. No es exactamente profesional, pero con un talento como el suyo, supongo que no importa. —Va a ser parte de nuestra nueva línea. Lo siento si todos estamos un poco locos ahora mismo— añade. —Estamos planeando el gran lanzamiento y el equipo de diseño gráfico no parece poder controlar la publicidad. Trace Rosberg es un poco…— Hace una pausa, buscando la palabra. —Exigente— Oh, no tiene por qué decírmelo. Estoy saboreando el recuerdo de él, ordenándome que me quitara la ropa, cuando mi teléfono vibra con un mensaje de texto. Es Vivian. Vivian: ¿Dónde estás? —Esta es mi señal— digo con un suspiro. —Encantada de conocerte— sonríe Fernanda. —Baja a saludar cuando quieras. Tenemos bocadillos estupendos aquí— añade con un guiño travieso. —Son vitales para nuestro proceso creativo— Me río. —¡Lo recordaré! — Vuelvo arriba, contenta de que alguien en este edificio tenga sangre caliente en las venas, y no agua helada, pero cuando llego a la oficina, es mi propia sangre la que corre fría. Un rostro familiar esta junto a mi escritorio. Se me cierra la garganta. Es Christina. Vivian levanta la vista cuando me acerco. —Por fin. Christina Cross, ella es Jessa. Jessa, ella es Christina Cross, la cofundadora de Rosberg Cross— Christina acorta la distancia y me estrecha la mano. —Oh, maravilloso, Jessa. Mucho gusto en conocerte— Intento con todas mis fuerzas mantener la calma, como si nunca hubiera visto a esta mujer en mi vida. —Igualmente— Vivian se levanta y se dirige a la oficina de Trace. Noto que no usa llave para abrir la puerta. —Estoy segura de que dejo esos papeles que quieres aquí, Christina. Solo tardaré un momento— —Claro, tomate tu tiempo— dice, sentándose en el borde de mi escritorio. Observa hasta que Vivian desaparece y se gira hacia mí en voz baja. —¿Algo? — —Tuve acceso a su agenda— —¿Y? — —Bueno…— ¿Qué quiere que haga? Oficialmente soy empleada de Rosberg Cross desde hace tres horas. —Vivian no me deja hacer nada en lo que respecta a Trace. Pero…— —Entonces esfuérzate más— me insta, inclinándose para tocar mi suéter mientras Vivian aparece en la puerta con un fajo de papeles legales. La voz de Christina de repente es fuerte. —¡Oh, esto es tan elegante! Tan suave. Me encanta— —Gracias— murmuro. Christina toma los papeles de Vivian y dice. —Bueno, me voy. Fue un placer conocerte, Jessa— Se aleja con una sonrisa, dejando sus instrucciones resonando en mis oídos. “Esfuérzate más” De acuerdo. Bien. Es hora de llevar este plan a toda marcha. —¿A qué hora es el almuerzo? — Vivian me mira con una expresión que dice: sabía que tenía razón sobre ti. —Cuando digo que las cosas estan lo suficientemente tranquilas. Me voy ahora, así que tienes que cubrirme— Perfecto. —Oh. Probablemente comeré en mi escritorio, ¿te parece bien? — —Lo que sea— Agarra su bolso y se va, dejándome sola. Es hora del show. Espero cinco minutos, solo para asegurarme de que realmente se ha ido, luego, rápidamente, me dirijo a las imponentes puertas dobles de la oficina de Trace y entro. Es un espacio realmente impresionante. La luz se cuela a través de las ventanas del piso al techo que ocupan toda la pared trasera de la oficina, detrás de un enorme escritorio de cromo y vidrio. Hay un sofá completo, una mesa de centro. Incluso tiene su propia sala y un armario con una puerta de espejo. Todo es moderno, en grises y azules tenues. Entro sigilosamente en la habitación, cerrando la puerta detrás de mí, concentrándome primero en su escritorio. Al rodearlo, miro hacia otra puerta abierta en la esquina. Es un baño, con ducha incluida. Luchando contra la idea de que se desnude y se enjuague, me acomodo en la silla de su escritorio. Moviendo el ratón de su ordenador, llego a una pantalla de inicio de sesión. Protegido con contraseña. Obviamente. Hago una nota mental de que tendré que encontrar su contraseña de alguna manera. Luego, voy a los cajones del escritorio, tirando de cada uno, uno por uno. Un par solo tienen material básico de oficina, pero el de arriba está cerrado con llave. Bueno, si va a dejar su oficina abierta, debe tener algo de seguridad. Especialmente si tiene algo que ocultar. Suspirando, miro a mi alrededor. ¿Qué sigue? En la superficie, es como una habitación de hotel: no hay fotos, no hay diplomas enmarcados ni efectos personales. No me dice mucho sobre Trace Rosberg. Pero justo cuando estoy a punto de rendirme, noto algo junto a su computadora. Un pequeño globo terráqueo plateado, grabado con un mapa del mundo, del tamaño de una pelota de golf. Pensé que era un pisapapeles, pero luego veo el anillo. Es un llavero. Sin llaves, sin embargo. Lo dejo, voy al armario y abro la puerta de cristal. Efectivamente, hay al menos una docena de camisas blancas colgadas allí, junto con un par de trajes y un esmoquin de corbata negra. Para el CEO que tiene que cambiarse sobre la marcha. Cerrando la puerta, estoy a punto de dirigirme a la salida cuando oigo pasos. Acercándose. ¡Viene hacia mí! Frenética, me doy la vuelta, buscando un lugar donde esconderme. Si Trace me encuentra husmeando aquí en mi primer día, ¡se descubrirá todo mi secreto! ¿Pero dónde puedo esconderme? ¿En el baño? ¿Y si entra? ¿En el armario? Apenas hay espacio para respirar ahí dentro. Los sonidos se acercan y oigo la voz de Trace, murmurando en una llamada telefónica. Mi corazón late fuerte. Mi mente se queda en blanco. Estoy totalmente descubierta. Y entonces se abre la puerta. …
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