2- Bienvenida a Rosberg Cross

2093 Palabras
JESSA Trace Rosberg debe tener una camisa extra en su oficina>>. Ese es el estúpido pensamiento que se me ocurre mientras me siento torpemente en una silla. No es que mi potencial jefe me haya besado hasta la saciedad. No es que se haya inclinado y básicamente me haya hecho una proposición en un baño público de mujeres. No es que haya disfrutado cada segundo. Oh, claro, esas cosas están en mi cabeza, pero rebotan como bolas de pinball. No puedo procesarlas del todo. Un calor que comienza en mi interior me ha subido por el cuello y ahora amenaza con envolverme toda la cara. Mis mejillas arden. Y todas las presentaciones básicamente se pasan volando por encima de mi cabeza. Todo lo que puedo hacer es mirarlo fijamente. El perfil cincelado. La presencia imponente. Y todo lo que Trace Rosberg puede hacer es desplazarse por su teléfono, ignorándome de nuevo. —Entonces, señorita Winters— dice el hombre de recursos humanos, un tipo calvo cuyo nombre no recuerdo, mirando mi currículum. —Háblenos de usted— Intento recomponerme. Hay demasiado en juego para arruinar esto por un beso. Incluso si fue espectacular. —Bueno, he trabajado en algunos puestos de asistente administrativo recientemente— empiezo, —en una revista financiera, como contable, también asistí al dueño de una pequeña empresa…— —Esos no son movimientos estratégicos— Trace interrumpe, finalmente levantando la vista y mirándome fijamente. —Yo… ¿Disculpa? — —Tus trabajos. Has estado cambiando de trabajo mucho— dice Trace, casi con desprecio. —Habría pensado que alguien como tú mostraría más previsión. Planificación. Calculando tu movimiento óptimo— ¿Alguien como yo? Lo miro con el ceño fruncido por un momento, tratando de entender de que está hablando. Se que mis credenciales no son impresionantes. Conseguí el trabajo de mis sueños en una organización sin fines de lucro en Chicago después de la universidad, pero tuve que regresar cuando mi madre y necesitaba estar aquí para cuidarla. Papá se fue hace años y solo quedamos nosotros. Después de eso trabajé en una serie de trabajos administrativos y de secretaria, con un gran desempeño, hasta que había una emergencia o necesitaba tiempo para llevar a mamá a una cita al médico. Es difícil ascender de carrera profesional cuando puedes recibir una llamada en cualquier momento diciendo que mamá está deambulando por el vecindario de nuevo en bata de baño, confundida sobre cómo llegar a casa. Pero Trace Rosberg no sabe nada de eso, y espero que no se burle de mi si lo supiera. Entonces me doy cuenta: Él piensa que ¡yo choqué con él a propósito! Tengo que reprimir una carcajada, es tan ridículo. ¿De verdad cree que lo rastreé hasta su cafetería matutina, que organicé nuestro encuentro y luego, que lo tenté para que me besara? O tal vez la gente hace eso todo el tiempo. Tal vez besa mujeres desconocidas cada dos martes. No me sorprendería. Aún así, no me gusta que insinúe que soy una estafadora manipuladora, así que me enderezo en mi asiento. —Calculadora no es una palabra que usaría para describirme, como ya has dicho, mi curriculum lo demuestra. Tal vez si lo fuera, habría podido encontrar más credenciales impresionantes para ti. Pero creo que el trabajo duro y la dedicación deberían contar para algo, ¿Tú no? — añado, desafiándolo. Trace entrecierra los ojos. —Depende a que te dediques— —Bueno, ¿a qué te dedicas? — No puedo evitar preguntar. Después de todo, fue el quién me empujo. Me besó. —¿Relojes caros y finos trajes italianos? — Veo a Vivian jadear ante mi pregunta, pero Trace parece divertido. —Este caro reloj fue hecho a mano por mi abuelo. Es la base de esta empresa— responde. —Y en cuanto a mis finos trajes italianos…Se siente bastante bien contra la piel. ¿No? — El brillo en sus ojos mientras me mira sentada en su camisa es lo primer señal de que siquiera recuerda nuestro encuentro en el baño. —Supongo— Me encojo de hombros con indiferencia. —Normalmente no los disfruto. Nosotros, los simples mortales, compramos en GAP— Los labios de Trace se contraen, como si intentara no sonreír. Mi confianza aumenta. Le gusta la tenacidad>> Me dice mi voz interna. > Como mi currículum no está funcionando, es todo lo que tengo. —Entonces, dígame, señorita Winters— dice Trace, como si realmente estuviera prestando atención ahora. —¿Por qué quiere este trabajo? — Por una fracción de segundo, me imagino diciendo la verdad. Lo que realmente me trajo aquí y lo que planeo hacer si consigo el puesto. Pero si el supiera eso… Me sacarían de aquí esposada. Y no del tipo divertido. —Eres el mejor— digo simplemente. —Has logrado tomar tu empresa familiar y convertirla en un imperio internacional. Fuiste el primero en cambiar a piedras preciosas libres de conflicto. El primero en dar opciones sobre acciones a tus empleados, incluso a los conserjes. Tu paquete de beneficios es excepcional, ¿y que puedo decir? Me encantan los buenos descuentos en las tiendas— Esta vez, Trace no puede ocultar su sonrisa. Aunque, en cierto modo, desearía que lo hubiera hecho, porque cuando este hombre sonríe… Es completamente ilegal. —¿Algo más? — pregunto. —¿Quieres saber mi tipo de sangre? ¿Historia matrimonial? ¿Puntuación crediticia? — —No. Eso es todo— Vivian parece aliviada. —Bueno, ciertamente fue interesante conocerte— dice, poniéndose de pie. —Estaremos en contacto— Se me encoje el corazón. He estado en mi cuota de entrevistas de trabajo. Esto es lo que se llama la despedida. El “No nos llames, nosotros te llamaremos…seguro que no lo haremos” Asiento, ocultando mi decepción. —Gracias por su tiempo— digo, pensando ya en las facturas de la residencia que vencen. Y mi cuenta bancaria vacía. Esto es todo. Mi última oportunidad. Y la arruiné. Pero estoy a medio camino de la puerta cuando la voz de Trace me detiene. —Empiezas el lunes— Me congelo. ¿Qué? —Señor Rosberg…— protesta Vivian, mientras me doy la vuelta y me quedo boquiabierta. —Todavía tenemos una docena de solicitantes más que ver…— —Entonces nos he ahorrado a todos una mañana desperdiciada— Trace se levanta, despidiéndolos. —Señorita Winters. Bienvenida a Rosberg Cross— Sus palabras finalmente calan hondo. Conseguí el trabajo. Miro a los demás, que parecen igual de sorprendidos por su decisión. Pero es decisión de Rosberg. No necesita la aprobación de ningún poder superior. Él es el hombre. La última palabra. Hace un gesto hacia el chico de Recursos Humanos. —Consigue su información. Su papeleo y envía el resto de la gente del vestíbulo a casa— Luego se marcha, dejando una fila de rostros mirándome, preguntándose que vió Trace en mí que ellos no. —A veces hace esto— Viviana me mira con recelo. —Toma decisiones por capricho. Pero puede deshacerlas con la misma rapidez— Es una advertencia, pero no me importa. Nada puede empañar mi estado de animo ahora. ¡Conseguí el trabajo! Esto es todo. La respuesta a mis oraciones. Completo algunos formularios y salgo a los ascensores aturdida, radiante de alegría y alivio. Rosberg Cross, mi nuevo jefe. Voy a trabajar en este edificio. Voy a cobrar un salario, y eso es solo la mitad. Tal vez ahora mismo mis problemas hayan terminado. Y sin embargo… Pensé que sabía en que me estaba metiendo. Pero no esperaba a Trace. He visto a mi nuevo CEO semidesnudo, he sentido su cuerpo presionado contra el mío y su lengua explorando sensualmente mi boca, y no creo que pueda dejar de sentirlo nunca. A decir verdad, no estoy segura de querer hacerlo. Y eso podría ser un gran problema. Enorme. Llega el ascensor y entro, pero justo antes de que las puertas se cierren, una mano las atrapa. Y Trace Rosberg entra. Presiono el botón de ABAJO y me encuentro sonriendo a las puertas de cristal del palacio de hielo. Rosberg Cross, mi jefe. Voy a estar trabajando en este edificio. Voy a cobrar un salario, ganar dinero de verdad, y tal vez ahora mis problemas terminen. —Señorita Winters— dice, y juro que esa voz baja enciende algo en lo más profundo de mí. Oh, Dios. Me quedo parada junto al mientras las puertas se cierran y empezamos a descender, pero no puedo permanecer en silencio por más tiempo. Me giro hacia él y mis palabras salen a toda prisa. —Lo siento. Sobre lo que pasó…— Mi voz se apaga. —¿Y qué fue lo que pasó? — pregunta Trace, con un brillo en los ojos como si estuviera jugando conmigo. —Tu actitud irrespetuosa en tu entrevista o… ¿algo más? — Aprieto los dientes. Si está tratando de ponerme nerviosa, no quiero que sepa que está funcionando. —En el baño— digo con tacto. —Eso no debería haber pasado. No habría pasado si hubiera sabido quien eras… Bueno, solo quiero que sepas que planeo ser mucho más profesional la próxima vez— Espero que asienta brevemente y me desee buenas tardes. Que deje todo atrás y vuelva a fingir que nunca sucedió. Eso es lo que hacen los directores ejecutivos. En cambio, se acerca un paso más y me dirige una mirada lenta y evaluadora. De la cabeza a los pies, su mirada deslizándose por mi cuerpo como melaza, provocando un escalofrió en mi piel de nuevo. Recupero la respiración, consciente de su presencia. Su calor. —La próxima vez, ¿hmmm? — murmura inclinándose para susurrar en mi oído. Reprimo un escalofrió cuando su aliento llega caliente a mi oído. —No habrá una próxima vez. No volverá a suceder— Insisto, sonando más firme de lo que siento. Sonríe. —Ya veremos— Suena como una promesa pecaminosa. Una deliciosa amenaza. Pero antes de que pueda reaccionar, llegamos a su piso y el sale. Estoy agradecida por las puertas, que se cierran tras él. ocultan el temblor de mi cuerpo, la punzada de deseo que se aprieta entre mis muslos y el hecho de que no tengo ni idea de cómo responder a esa pregunta. ¿Estoy segura de que no volverá a suceder? No. No estoy segura de nada, al menos en lo que respecta a Trace Rosberg. **** Para cuando salgo y reviso mi teléfono, una docena de mensajes cada vez más frenéticos han llenado mi bandeja de entrada, exigiendo saber cómo me fue. ¿Y bien? ¿Qué paso? LLAMAME Mi estómago se revuelve mientras escribo: Voy en camino. Tomo el metro hasta el Alto Este y luego camino el largo camino por el Parque Central. Mi pulso se acelera de nuevo, pero no por lujuria o emoción, no, esta vez, con la enfermiza sensación de que estoy haciendo algo mal. No está mal. En realidad, no>> me recuerdo. Piensa en el bien común>> Finalmente, llego a una majestuosa casa adosada de ladrillos situada entre Madison Y Park: una de las más grandes e imponentes en un código postal de casas escandalosamente caras. Me detengo al pie de las escaleras, mirando a un lado y a otro de la calle para comprobar que nadie me está mirando. ¿Pero por qué lo harían? Oficialmente no soy nadie, por eso conseguí este trabajo. Un adusto mayordomo alemán abre la puerta y me hace pasar. Débiles notas de Chopin saludan mis oídos mientras los ruidos de la ciudad se desvanecen. Me guían a través de un magnífico vestíbulo de mármol, a una sala del tamaño de mi apartamento en el barrio chino, donde una elegante mujer rubia toca el piano, sus agiles dedos bailando sobre las teclas. Puede que tenga mi edad, pero ahí terminan nuestras similitudes: desde el lujoso brillo de su cabello hasta la ropa de diseñador que lleva, todo en ella grita refinamiento. Nació en esta vida y se siente tan cómoda aquí como Trace Rosberg se había sentido en su sala de juntas. Christina Cross. Copropietaria de Rosberg Cross y mi verdadera jefa, sin importar lo que Trace pueda pensar. Ella fue quién me dijo que me entrevistara para su asistente. Y es a ella a quién le responderé en secreto todo el tiempo. Deja caer sus elegantes y esbeltas manos del piano y me dedica una sonrisa entusiasta. —¿Lo creyó? —
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR