Navegamos por días rumbo al norte por mar abierto, era el último día de búsqueda, los pequeños tenían que descansar del barco en movimiento, entonces en medio de la nada apareció una enorme y extraña isla. La esperanza se recobró en el instante que uno de los marineros gritó “Tierra”. Un par de horas más tarde caminábamos por la arena blanca de ese lugar que no aparecía en ningún mapa. Una espesa selva nos esperaba para buscar, era peligroso para los más pequeños, así que Gisell, un par de marineros y yo nos quedamos cerca de la costa cuidando de los pequeños, mientras el resto se unía a la búsqueda en la isla. Era un lugar reconfortante y tranquilo, en otra situación habría sido un excelente lugar para vacacionar. Los niños disfrutaban bastante del lugar, hasta los más pequeños parecía

