Capítulo 2

1376 Palabras
Abrí los ojos para encontrarme sorprendentemente viva. —Amy, date prisa, vas a llegar tarde. —Me sobresalté y miré a mi alrededor, confundida. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba?—. ¡Amy! —La voz llamó de nuevo y me sacudí. Me levanté de la cama y miré a mi alrededor de nuevo. Reconocí esta habitación. Era la habitación de mi infancia. No había puesto un pie en esta habitación desde que encontré a mi pareja, Brandon. Escuché un golpe en la puerta y mi madre la abrió. Antes de poder procesar lo que estaba sucediendo, corrí a los brazos de mi madre. —Mamá, estás aquí —comencé a llorar—. Te he echado tanto de menos. —Amy. Mi niña. —Ella se rió mientras me daba palmaditas en la espalda—. Te vi ayer. —Se apartó y miré sus ojos ámbares que coincidían con los míos—. Feliz cumpleaños, cariño. Me apoyé en sus manos y me di cuenta de que hoy era el último día que pasaba en casa. Encontré a mi pareja en mi decimoctavo cumpleaños. —Gracias, mamá. —Espero que hoy conozcas a tu pareja y comiences tu nueva vida. —Ella me sonrió y sentí que mi sangre se congelaba. No quería conocer a Brandon. No cuando sabía lo que iba a pasar. —Preferiría quedarme contigo aquí —sonreí mientras besaba su mejilla—. No quiero perderte a ti y a Morgan. Y lo supe cuando Brandon pensó que lo había engañado, antes de que nos matara a mi bebé y a mí. Mató a mi madre por su implicación. El padre de Shannon, el esposo de mi madre, la vio morir. No me malinterpretes, sabía que él amaba a mi madre, y estaba sufriendo, pero su manipuladora hija fue la causa de todo esto. Se quedó parado, quieto, y vio cómo sucedía todo. Entendía por qué él apoyaba a su hija, pero no me gustaba, ni a él, para el caso. —Cariño. No nos extrañarás. Estaremos contigo en cada paso del camino. —Ella besó mi mejilla, y envolví mis dedos alrededor de los suyos. —Mamá, ¿podemos simplemente irnos? ¿Tú y yo? ¿Dejar a Shannon y Morgan y volver a la manada de papá? —Mi padre, el Alfa de la manada Silvermoon, no había sido un buen esposo, pero era un buen hombre. Engañó a mi madre, traicionándola cuando estaba borracho. Pero juró que fue un error. Fue una maniobra de otro Alfa para separarlos, pero mi madre dijo que no importaba. Ya era demasiado tarde. Su traición costó la vida de mi hermano que crecía dentro de ella, y ella se negó a superarlo. —No, cariño. No puedo volver. —El rostro de mi madre se ensombreció mientras se daba la vuelta. —No quiero ser traicionada, mamá. No como tú y no peor. No quiero una pareja —susurré mi nueva realidad. —Las parejas no se hacen daño, cariño. —Ella intentó sonreír, pero yo me estremecí. Sabía exactamente lo que las parejas se hacen entre sí. —¿Te enojaría si rechazo a mi pareja? —Dios, no, cariño. La Diosa Lunar hace un camino claro, pero depende de nosotros elegirlo. Si no quieres a tu pareja, puedes rechazarlo. —¿Y si es el hijo del Alfa? Mi madre me miró. Sabía que si era el hijo del Alfa, estaría en problemas. No me permitirían irme. Un Alfa debe unirse a su primera pareja, aunque sea por un día, para alcanzar todo su poder. —¿Qué sabes? —Observé mientras sus ojos buscaban los míos. La llevé de nuevo a mi habitación y lejos de la puerta. —No lo sé con certeza, pero estoy aterrorizada de que si estoy emparejada con el novio de Shannon, moriré después de que nos unamos. Mamá, las probabilidades de que él sea compatible con la hija de un alfa son mucho mayores que la posibilidad de que esté emparejado con la hija del beta. —Me retiré—. No quiero esto para mí. Ella sopesó mis palabras, y vi cómo llegaba a la misma conclusión. —Está bien, cariño. Pero no puedes irte. Sería demasiado evidente. Tendrás que enmascarar tu olor siempre que él esté cerca. Alcé las manos al aire. —¿Cómo haría eso? —Hay mucho que no sabes y que dejaría en el pasado, pero si estás segura… —Ella se detuvo y yo solo asentí con la cabeza—. Entonces déjame hacer algunas llamadas. No tienes que ir a la escuela hoy. Salté de nuevo a sus brazos. —Gracias, mamá. No sé qué haría sin ti. —Te quiero, cariño. Nunca estarás sin mí. Eso te lo puedo prometer. —Ella besó mi mejilla y luego me dejó sola en mi habitación. Corrí hacia mi teléfono y revisé la fecha para asegurarme. Era 2018; retrocedí seis años. Seis años hasta el día en que conocí a Brandon. Podría revivir todo, tomar mejores decisiones. Podría vivir, y tal vez esta vez, también lo haría mi cachorro. Me froté el vientre plano. —No te preocupes, mi bebé. Esta vez, nadie te hará daño. Entré en mi baño privado y me metí en la ducha. No iba a enfrentar el día de hoy pareciendo que acababa de salir de la cama. Me quedé de pie dentro de mi armario con una toalla tratando de decidir qué ponerme cuando escuché que se abría la puerta de mi habitación. Estaba a punto de girarme y llamar a mi madre, pero escuché un paso suave, algo que mi madre no haría. Así que me oculté tras mis abrigos de invierno y aguardé. —Te lo digo, si ella es la compañera de Brandon, la voy a matar. —No puedes decir eso, Shan. —La voz gangosa de Megan, la mejor amiga de Shannon, venía del teléfono móvil pegado a su oído. —Por supuesto que sí. Brandon es mío. —Solo porque te entregas a él. Él esperaba que Shannon lo notara. —Cierra la puta boca, Megan —Shannon espetó y sus ojos brillaron—. Él es mío. —Lo que sea, me tengo que ir. Apúrate de una puta vez antes de que te deje —llamó Megan, y luego la línea se cortó. Se escuchó un bocinazo desde afuera y Shannon estaba recogiendo algo antes de que yo tomara su mano. —¿Qué crees que estás haciendo en mi armario? —¿Amy? —La mandíbula de Shannon cayó. Le apreté la mano hasta que escuché un crujido. Su grito fue ahogado por mi mano. —Tienes suerte de que solo rompí un dedo. Acabas de amenazar con matarme. ¿No escuché bien? La hija de un beta amenazando a la hija de un alfa. —Hice un sonido de desaprobación. —No hice una mierda —me espetó mientras su mano se curaba. —Miente de nuevo y te romperé todos los dedos y los mantendré en su lugar mientras los huesos sanan. —No pude evitar sonreír al sentir su temblor—. ¿Me amenazaste? —Sí —me gritó—. Vas a quitarme a Brandon. —No quiero a tu patético alfa ahora ni nunca. Quédate con él. —La empujé—. Ahora sal de mi habitación antes de que cambie de opinión sobre mutilarte. —Me volví hacia mi ropa y elegí unos pantalones de tiro bajo y una camiseta sin mangas. —¿Cuál es tu maldito problema? —Tú. Ahora vete. —Dejé que mi loba saliera y mis ojos brillaron. Impuse mi control de alfa en mis palabras y la obligué a salir de mi habitación. Estúpida perra. ¿Cómo se atreve a entrar en mi habitación para llevarse algo mío? Mi loba gruñó en voz baja. Este era nuestro refugio. Me sacudí y me volví a concentrar. Cerrando las puertas, me tiré de nuevo en la cama, sacando mi teléfono. Traté de recordar todo lo que había pasado en los últimos seis años que pudiera ayudarme con mi plan. Porque que no quede duda, Brandon y Shannon pagarían.
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