Capítulo 4

2782 Palabras
Llego a mi primera clase. Estoy temblando. Lo que ha dicho James en el auto me ha afectado muchísimo, nadie ha dicho que mi boca es linda desde… bueno, desde mi ex novio. Y nunca pensé que él diría eso. Es decir, lo conozco desde hace dos días, no somos nada. Con suerte sé su nombre… y yo… Trago saliva y me siento junto a Cam. -          ¿Y esa cara? – me mira ceñuda – parece que has visto un fantasma. -          No es nada… no he desayunado bien. -          ¿Segura? -          Completamente – asiento con la cabeza e intento sonreír. -          ¿Cómo te fue ayer con el nuevo? – se da la vuelta hacia mí con un interés creciente en la cara. Me encojo de hombros. -          Nada fuera de lo común, hablamos un rato y me llevó a casa… -          ¿Nada más? – frunce el ceño – se ve más travieso que para solo hablar y llevarte a casa… -          ¿Travieso? – la miro con extrañeza. -          Ya sabes, divertido… tiene una mirada coqueta, de chico malo pero no tan malo. ¿Entiendes? -          Pues no es nada divertido, créeme. Cam se ve tan feliz hablando con Jimmy. Su compañero para el proyecto. Se ve tan entusiasmada que opto por no interrumpirla y me siento sola en el comedor de la escuela. “Mamá tiene razón, necesito amigos…”  gruño en mi interior mientras intento no asquearme con la comida, hoy parece que han hecho algo parecido al engrudo especial de Art Attack. “Asco.” -          ¿Por qué tan sola? – James se sienta frente a mí en la mesa. Trae una botella de bebida energética. Parece más apetitosa que lo que tengo en mi plato. -          ¿Es de tu incumbencia? – pregunto. -          Sí – dice con un tono calmado y divertido – Tengo que conocerte, por eso es de mi incumbencia. -          Pues, mi amiga Cam está con Jimmy, charlando por lo del proyecto de Flowers – apunto a Camille con la vista. -          Pues que bien, deberíamos estar haciendo lo mismo – guiñe un ojo y abre la botella para tomar un sorbo – ¿Se llama Camille? -          Prefiere que la llamen Cam – arrugo la nariz. -          ¿Su apellido es Silver? -          Así es. -          Ella salía con un tipo llamado Josh, ¿Verdad? -          ¿Cómo lo sabes? -          Es mi primo – hace una mueca – pero ella es muy bonita para él. Y él es un mal tipo. -          ¿Crees que Cam es bonita? – Siento que me arde la cara. Debo estarme poniendo roja, y de la nada me he enojado. -          Mucho – asiente con la cabeza y bebe otro sorbo – pero no es m tipo. -          ¿Tienes un tipo? – frunzo el ceño. -          Algo así, supongo que todos tenemos uno. Lo mío es sencillo. Que sea relajada, no como tú que estás muy tensa todo el tiempo, que tenga el cabello suave – pasa una mano por mi cabello, se me pone la piel de gallina – casi como el tuyo, que sea inteligente y divertida. -          Una lista muy sencilla – hago una mueca. Me siento ofendida porque me dice que estoy tensa, pero es algo que no controlo. -          Tú debes tener una también. ¿Cómo te gustan los chicos? -          Tardaría un año en decírtelo – digo entre dientes. Él sonríe. -          No encontrarás a nadie que cumpla con una lista tan larga, ¿No crees? – bebe otro sorbo. Yo miro mi comida. Estoy asqueada por el olor de ésta. -          No es algo que me importe – me encojo de hombros. Él mira mi plato. -          Deberías comer… -          ¿Tú comerías esto? – apunto el engrudo especial. -          No – arruga la nariz – pero deberías comer algo, te desmayarás luego por falta de azúcar en la sangre. -          No tengo hambre de todos modos – hago una mueca. Él se inclina sobre la mesa hasta acercarse a mí. Mira mis labios y susurra. -          Esa linda boquita… debería comer. Ese es mi consejo – se aleja de mí rápidamente y se pone de pie. Toma un sorbo de su bebida mientras yo estoy temblando otra vez – te veo al rato – guiñe un ojo y desaparece entre los estudiantes. Minutos después desisto. Dejo la bandeja aún con comida en su lugar y me acerco a Camille. Ella está tan entretenida en su charla con Jimmy. -          Cam – interrumpo y le sonrío a ambos. Ella me mira molesta. -          ¿Sí? – dice en ese tono de “No me hagas esto, estoy ocupada”. -          ¿Podemos hablar Cam? Es importante… - la miro para que entienda el mensaje. Ella suspira y le sonríe e Jimmy. -          Lo siento Jimmy, después hablamos – se pone de pie. Jimmy sonríe y hace una seña de “Adiós” con la mano. Tomo a Cam del brazo y me hablo. -          Estoy en problemas – digo entre dientes. -          ¿Qué pasa? – me mira extrañada. -          Pues… ¿Cambiarías de compañero conmigo? – la miro sonriente, esperando a que acepte. -          ¿Estás loca? – ríe - ¿Qué no ves que entre Jimmy y yo hay química? -          Es que detesto al mío – la miro suplicante – por favor… -          ¿Qué te hizo que te molesta tanto trabajar con él? -          Es odioso – me cruzo de brazos – bueno, conmigo es odioso, contigo será amable… dice que eres bonita – digo eso último con un tono extraño en la voz. No me reconozco. -          ¿Dice que soy bonita? –pregunta incrédula. -          Sí – me encojo de hombros – y conmigo es… un cretino. -          ¿Por qué? ¿Te trata mal o algo? Porque si es así, iré a hablarle… ¿Qué se cree? – se cruza de brazos. -          No… no me trata mal, pero no es el tipo que persona que me agrade exactamente – trago saliva. -          Teff – parpadea y sonríe – Estás ruborizándote…. -          ¿Qué? – me toco la cara. -          Estás roja… ¿Te gusta James? – dice emocionada. -          No – pongo los ojos en blanco. -          ¿Por eso quieres cambiármelo? Teff, está bien si te gusta… pero no inventes excusas tontas… -          No son excusas – frunzo el ceño – no me agrada y ya. -          O… te agrada demasiado y no quieres que eso continúe. Entiendo, pero no te cambiaré de compañero – me mira divertida – te hace falta un chico y lo sabes. -          No pretendo que James sea mi chico. No es mi tipo, no encaja con mi lista, es engreído… -          No tiene que encajar con tu estúpida lista Teff, Tiene que agradarte y ya. Y te agrada, acéptalo – levanta una ceja. Resoplo. Ella está muy equivocada. La semana ha pasado volando. Tan poco tiempo en clases y me entero que están programados todos los exámenes. “Suerte que es el último año” Cam ha estado hablando de su perfecto compañero para el proyecto. Jimmy. Sinceramente me tiene enferma de tanto parloteo. No hace nada más que hablar de él, de lo que hace, lo que no hace, lo que hizo y quiere hacer. Me irrita y me da migraña. Mamá no ha conseguido despedir a Ralph, y como siempre, le ha dado otra oportunidad para hacer las cosas bien en el vivero. No sé cómo mamá consigue seguir viva teniendo a alguien como Ralph trabajando con ella desde hace años. Digo, es un buen tipo, simpático, buen amigo de la familia,  mi  madre le confiaría su vida; pero con el invernadero es un desastre, el tipo es torpe e ingenuo. No camina dos pasos y ya ha destrozado medio jardín. Pero así es mamá, incapaz de despedir a un inútil, sólo porque le tiene afecto. En cuanto a mí… debo decir que James se ha mantenido al margen. Desde el jueves no me ha molestado y eso está bien para mí. Yo le aclaré que encontrarnos una vez por semana era lo correcto, porque si no moriría de los nervios con él en frente todo el tiempo. Y no sé cómo lo hace pero logra que me ponga increíblemente torpe y tensa cuando se acerca. Lo mejor de todo es que hoy, lunes, vamos al museo con la clase de Historia y Geografía. La maestra Kim siempre hace esta salida la segunda semana de clases en el último año. A todos les fascina poder salir un día completo de ese edificio deprimente. Cam no va porque no toma ese ramo. Así que estaré sola. Como siempre. Quizá charle un rato con Thom o Aby, que son los que más me agradan de toda la clase. Me subo al autobús que nos llevará al museo. La maestra da la misma clase en tres horarios diferentes, así que no conozco a todos los que van en el autobús. Creo que en total somos como setenta personas, y nos dividieron en tres vehículos. El autobús está casi repleto. Miro todos los asientos, esperando encontrarme con alguien agradable, pero mis ojos van directo a James, que me observa sonriente desde la última fila. Pongo los ojos en blanco y analizo mis opciones. Está bien, no tengo opciones. Arrastro los pies hasta el asiento junto a James. Él me dedica una sonrisa sincera. Frunzo los labios. -          No sabía que tomaras Historia – digo. -          Lo sabrías si preguntaras, como debes hacerlo – dice muy tranquilo. El autobús se pone en marcha. -          No es como que quiera escribir una biografía tuya – resoplo. Él me mira ceñudo. -          Ahí está otra vez. Siempre a la defensiva. -          ¿Yo? – río con ironía – Tú empezaste… señor “como debes hacerlo” – hago las comillas con los dedos. -          ¿Eso fue un comentario cómico?, porque tienes pésimo sentido del humor – pone los ojos en blanco. Frunzo el ceño. -          Mira quien habla. -          Hablo yo, y soy más agradable que tú – aclara. Yo hago una mueca. -          No me conoces, eso no lo sabes – replico. Él ríe. -          Quiero conocerte y tú no me dejas – me apunta con el dedo. -          Eso es porque haces preguntas muy personales – me siento ofendida. El autobús se detiene en seco. -          ¿Y hay otra forma de conocer a las personas? – me mira con interés. -          Observándolas. Conviviendo… -          Tampoco quieres hacer eso… - mueve la cabeza – te molesta todo de mí. Puedo notarlo. -          No todo – miento – hay personas que me caen peor… -          Oh… te caigo mal, ya veo. Y después dices que no eres pesada – mira hacia la ventana. Golpeo su brazo – Auch. ¿Dejarás de hacer eso? – se toma el brazo y me mira ceñudo – duele, y te comportas como una niña de cinco años. -          Tengo diecisiete – gruño – y soy más madura que tú… -          Más amargada querrás decir – dice entre dientes. Suspiro. -          Es imposible tratar contigo – digo para mí. Él suelta una carcajada. Lo miro de reojo. Se acerca a mi oído. -          Eso… muy bien, tu boca es más linda cuando la mantienes cerrada – dice en un tono burlón. Ahora me arde la cara. ¿Cómo lo hace? Nos mantenemos en silencio mientras todos charlan muy a gusto en el autobús. Luego de eternos diez minutos, llegamos al museo. Me bajo casi corriendo y me pongo en la fila para entrar. Un encargado de las visitas estudiantiles y la maestra Kim nos dan unos pases de visitantes e indicaciones. Me acerco a Aby, la pelirroja. Ella solía ser mi amiga en la primaria. Recuerdo que nos sentábamos juntas siempre y compartíamos la merienda. Pero todavía nos llevamos bien y prefiero tenerla cerca a ella antes que a James. El recorrido empieza con el salón de las esculturas. Hay cientos de ellas, todas de piedra. Siento haberlas visto todas en películas. No es como que vaya a sorprenderme por verlas en vivo… Sinceramente. No me gustan. Intento no quedarme dormida en el intento de obtener una buena calificación por mis apuntes. Pero el sueño es tentador, y llevo varias noches durmiendo pésimo. No hay rastro de James. Suspiro. “Es mucho mejor así” Cuando pasamos al salón de las reliquias egipcias, me doy cuenta de que he perdido mi bolígrafo. Me doy la vuelta y examino el piso. Comienzo a caminar por donde anduve, buscando muy atenta con la mirada. -          ¿Buscas esto? – choco con alguien. Es James. Pongo los ojos en blanco y le quito el bolígrafo de la mano. -          Gracias – digo seca. Él sonríe ampliamente. -          No me mires así, acabo de encontrar tu bolígrafo – guiñe un ojo. -          ¿Cómo sabías que lo estaba buscando? -          Emmm, no creo que disfrutes de mirar el piso en un museo como este… ¿No es obvio? Además es rosa, igual al que sacaste en la fuente de soda el martes pasado por la noche – se encoje de hombros. Yo alzo ambas cejas y me volteo para seguir al grupo. Pero han desaparecido. -          Perdí el grupo – murmuro buscando con la mirada entre todas las personas dentro del museo. -          Yo soy parte del grupo, no me has perdido a mí. -          Gracias James, pero si te pierdes… me sentiría mejor. -          ¿Ves? Ahí va otra vez. ¿Cuándo dejarás de ser tan… pesada? – camina a mi lado mientras esquivo a las personas. -          ¿Cuándo dejarás de decirme pesada? – gruño yo. Él me toma del brazo. -          Cuando dejes de serlo – aclara muy serio. Miro su mano en mi brazo. Me recorre un escalofrío de pies a cabeza. Su mano está tibia. Trago saliva y vuelvo a caminar – ¿Te ofendí? – pregunta. -          No – le corto. -          Sí, te ofendí. Lo siento de veras – dice mientras me sigue. Diviso al grupo y me acerco a ellos. James me sigue muy de cerca. Me he perdido la mitad de la charla. Con eso obtendré una mediocre B+ en mi boletín. Suspiro con frustración. Siento que James saca mi cabello y lo pone detrás de mi oreja. Me quedo muy quieta, mi respiración se vuelve agitada. Su aliento golpea mi cuello… -          ¿Si aceptas mis disculpas? – susurra lenta y claramente. Yo trago saliva, me arde la cara otra vez. Debo estar muy roja. -          Sí… como sea – balbuceo y pongo mi cabello en su lugar para ocultar mis mejillas sonrosadas. Trato de concentrarme en mis apuntes y en la charla del encargado, pero me es muy difícil hacer ambas cosas con James tan cerca. No sé cómo lo hace, ni me interesa saberlo, pero me provoca… juega con las palabras y me obliga a estar a la defensiva todo el tiempo. Y después se queja. Tiene la culpa de todo. Para mi suerte el recorrido termina antes de lo que pienso y nos volvemos a la escuela a la hora de almuerzo. Como premio por haber tenido un buen comportamiento en el museo, nos dejan ir a casa a esa hora. “A caminar se ha dicho” suspiro mientras bajo las escaleras de la entrada. Veo a James platicar con Ivon. La castaña de la nariz operada. Están al lado del deportivo; y ella está coqueteando es obvio, se revuelve las puntas del pelo y pestañea muy rápido. James está con las manos en los bolsillos, mirándola y riendo. “Perfectos el uno para el otro” digo para mí. Comienzo mi caminata en dirección a casa. “Debí comer algo” pienso. Las piernas me tiemblan, porque no desayuné ni almorcé. No tuve tiempo de hacerlo. Pero me siento realmente mal. No llevo ni media cuadra caminando cuando el deportivo se detiene a mi lado. James abre la ventanilla y me sonríe. Ivon está con los puños apretados junto al aparcamiento de la escuela, mirándome. -          ¿Te llevo? – pregunta James. Y fijo mi vista en el frente y sigo caminando. El auto se mueve despacio y a mi ritmo. -          No gracias – digo seca. Él insiste. -          En serio, te llevo… -          No. -          Estás pálida… ¿Has comido hoy? – pregunta mientras conduce quizá a diez kilómetros por hora. -          No es de tu incumbencia – respondo con un hilo de voz. Se me tapan los oídos, y las piernas no me resisten. Se me nubla la vista y caigo de costado en la acera. Se me nubla la vista y no soy capaz de moverme. No he perdido el conocimiento porque veo la silueta de James a mi lado… -          ¿Estás bien? – su voz se escucha amortiguada. Pestañeo repetidas veces y se me aclara la visión. Niego con la cabeza y me siento en la acera. Él está en cuclillas a mi lado – Falta de azúcar… lo sabía – dice entre dientes – ¿Puedes ponerte de pie? – pasa un brazo por mi cintura, rodeándome – con cuidado – dice mientras me levanta. Aún me tiemblan las piernas. James abre la puerta trasera del deportivo y me deja con cuidado sobre el asiento. Respiro hondo, estoy sumamente mareada. Tengo náuseas y todo me da vueltas. Él se sube también y comienza a conducir. -          Me has dado un buen susto – me mira por el espejo retrovisor – ¿Vamos a comer algo? Yo invito… -          Prefiero ir a casa… -          ¿Estás segura? Deberías comer algo primero… -          Comeré en casa – respondo débilmente. -          ¿Hay alguien en tu casa? -          No. Mamá trabaja hasta las seis… -          ¿Y estarás sola? ¿Así? – frunce el ceño. -          No es la primera vez que estoy sola…
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR