Camina hasta atrás, donde hay un DVD, que seguramente está conectado con la pantalla. Vuelve y se sienta junto a mí, me dedica una sonrisa mientras que en la pantalla aparecen las primeras imágenes de la productora. - Oh – él se pone de pie y va hacia la puerta – es mejor cerrarla con llave, así Sam no va a molestarnos. ¿Tienes hambre? - No… - Bueno, ahí hay palomitas de maíz, por si gustas – apunta el costado derecho, y claro, hay una máquina de palomitas. Este chico es una caja de sorpresas. James se acomoda a mí lado y pasa uno de sus brazos por sobre mi hombros. ¡Qué suerte para mí que la luz esté apagada! Porque estoy roja. La película transcurre, es sensacional cómo pueden darle esa clase de vida a un libro tan perfecto, sin decepcionarme. James se p

