SUEÑOS

852 Palabras
Luciano Estoy en el antro El bajo mundo con un amigo, cuando veo pasar a la mujer del otro día, hoy se ve sumamente hermosa con ese pantalón n***o formal, un corsé dorado y un saco beige, parece toda una mujer de negocios, nunca pensé en encontrarla aquí, estoy por pararme e ir detrás de ella, pero veo que lleva prisa y se dirige hacia donde está el dueño del lugar; no lo conozco pero sé que puede ser un hombre demasiado cruel según lo que Maritza me ha contado, a mi prometida no le gusta venir a este lugar debido a su dueño, yo por mi parte disfruto mi estadía aquí, todos los trabajadores son realmente muy atentos conmigo. Después de cerca de una hora ella sale del lugar privado del dueño y para mi decepción se va rápidamente del antro sin siquiera poder acercarme a ella, espero poder volver a verla en los próximos días, pero sobre todo encontrarla a solas y no con el tipo que siempre la acompaña. Regreso a mi casa y encuentro a Maritza, ya acostada esperándome y por la forma en que me mira sé que está molesta por algo. —¿Dónde estabas? Me tenías preocupada —hace un mohín al decir esto. —Estaba en el antro El bajo mundo. —Veo como enfurece en cuanto escucha donde me encontraba. —No me gusta que vayas a ese lugar ya te lo he dicho antes, solo haces que… —Antes de que pueda seguir sermoneándome la corto. —¡Ya basta Maritza, no eres mi dueña! Entiende yo puedo ir y hacer lo que guste, te parezca o no y, ¿sabes qué?, hoy dormiré en otra habitación. Me tienes harto con tus reclamos no entiendo como pude fijarme en ti —exploto y digo lo que tiene mucho tiempo rondando por mi mente, ¿cómo pude enamorarme de una mujer tan posesiva como ella y por la cual en este momento no siento absolutamente nada?, al contrario, lo que más quisiera es tenerla lejos de mí. —Luciano, cómo puedes ser tan cruel. —Comienza a llorar, pero aun así la ignoro y salgo de la habitación azotando la puerta y dejándola sola. Busco una habitación limpia, cierro con llave y me acuesto mirando hacia el techo y pensando en todo lo que ha sucedido en estos días, ¿cómo es posible que me vaya a casar con Maritza? Siendo franco, no la amo y no creo que con el tiempo llegué a sentir algo más por ella, es una mujer desquiciante al igual que su padre, ambos tienen algo que no me agrada del todo. Recuerdo cuando desperté del coma, ella me miraba expectante y desde el primer momento aseguro ser mi novia de toda la vida, lamentablemente no puedo recordar nada de mi vida pasada lo cual me frustra de sobremanera. Por otro lado, pienso en Lucrecia, esa mujer que todos los días se aparece en mis sueños y que desde que la vi hace unos días no puedo sacarla de mi cabeza, siento una conexión especial con ella que no logró describir y la cual no siento con Maritza, por lo que he llegado a la conclusión de que ya no amo a mi prometida. Al siguiente día despierto un poco alterado debido a los golpes que se escuchan en la puerta y, mientras intento levantarme me cuesta trabajo sacarme de la cabeza otro sueño que tuve con Lucrecia, este sueño fue totalmente diferente al de otras veces, la veía sosteniendo en brazos a un niño pequeño muy lindo de ojos azules y con una pancita de embarazada, en cuanto ella se percataba de mi presencia corría feliz a mis brazos o al menos yo creía que eran mis brazos los que la envolvían. —Amor abre la puerta, disculpa por lo de anoche no volverá a suceder. —Abro la puerta y ahí está mi prometida y toda esa felicidad que experimente con tan agradable sueño se esfuma en cuanto la veo. —No sucede nada, me daré un baño y luego nos vemos en el desayuno. —Le cierro la puerta antes de que me pida tomar una ducha juntos igual que otras tantas veces y, me meto al baño listo para empezar mi día. Me demoro todo lo que puedo en la ducha para ver el menor tiempo posible a Maritza con la esperanza de que cuando baje esta ya se haya marchado a trabajar, en verdad desde que desperté del coma disfruto cuando no la veo lo cual me hace sentir verdaderamente mal, ella desea estar conmigo y yo no hago más que despreciarla, pero por más que lo intento no puedo amarla como ella lo merece. Cuando bajo a desayunar aún está en el comedor y aunque intente negarlo sé que sigue molesta por lo de ayer, pero evita volver a tocar el tema por lo que nuestro desayuno transcurre con total tranquilidad. ¿Será que en el fondo Massimo recuerda lo que hizo Maritza y por eso no quiere estar cerca de ella?
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