Capítulo 3

2954 Palabras
Estoy abrumada, mi cuerpo tiembla cuando me encuentro caminando detrás de él, doy gracias porque ni siquiera se gire para asegurarse de mi presencia, me encuentro completamente aterrada. ¿Que pasara ahora?... claro que sé la respuesta y eso me está matando. —Dong, sube la chica a mi recámara en un momento estaré con ella. —Su voz suena ronca y por una extraña razón tensa la mandíbula. Dong es el empleado que nos ha recibido al llegar y me sonríe señalando las escaleras, me quedo pasmada por un momento y miro al señor D'monte, quien se encuentra impaciente por mi tardanza. Asiento y sigo al tan Dong, sin antes, dedicarle una última mirada al Adonis que se queda detrás de mí, mientras este sale por otra puerta dando zancadas, es muy extraño. —Espere al Señor D'monte aquí —dice Dong. Asiento sorprendida al mirar la enorme recámara, es de color beige con detalles dorados. Cuadros de hermosos paisajes adornan las paredes y todo esta pulcramete ordenado. Me acerco a la cama Kim size cubierta con una sábana de seda blanca, paso mis dedos por la fina tela, es tan suave. Rodeo la cama hasta llegar a uno de los buros de los lados, algo llama mi atención. En este se encuentra un porta retratos, alzo mi mirada para preguntarle a Dong si la persona que se ve ahí es el señor D'monte, pero él ya no está en la habitación, tomo el retrato y lo observo, es él, se encuentra abrazando a un pequeño niño de unos cinco o seis años de edad. Se ve tan alegre con su sonrisa grande y contemplo como se le forman unos hermosos hoyuelos en sus mejillas. Su cabello es más corto de lo que es ahora, debe ser antigua. Realmente no conozco al señor D'marco, pero algo me dice que ya no suele sonreír como lo hacía en esta foto. Me sobre salto cuando escucho el sonido de la manija de la puerta, rápidamente dejo el retrato como estaba y me quedo estática donde estoy. El señor D'marco entra con calma, sin mirarme, va hasta su tocador y empieza por quitarse el saco, trago grueso al observar su espalda ancha. Pone su prenda cuidadosamente sobre la silla a su lado y se queda solo con su camisa blanca y sus pantalones, ahora se dedica a quitarse el Rolex de oro de su muñeca y sube su mirada, sus engranes negros y brillantes observan mi reflejo sobre el espejo. —¿Qué esperas?... Desvístete —me ordena con su voz gruesa haciendo que se erice mi piel. Asiento nerviosa. Estoy indecisa en si debo primero quitarme la míni falda o la ombliguera, aunque da igual, me volteo, tengo la idea de que será menos vergonzoso si no lo veo mientras me desvisto. Con mis manos temblorosas me saco primero la ombliguera de organza y la pongo sobre la cama, luego me dispongo a quitarme la falda de cuero, pero mis manos temblorosas me dificultan la tarea. Doy un saltito asustada cuando siento las manos del señor D'marco sobre mi cintura. —Tranquila... ¿Estás temblando? —me susurra sobre el oído, su aliento tibio choca contra mi cuello y me paralizo, cuando sus manos llegan al seguro de mi sostén quitándolo de un tiro, me muerdo el labio tratando de no echarme a correr en ese momento. Baja su mano y abre mi cremallera, metiendo los dedos para tomar el elástico de la falda, bajándola por mis piernas lentamente, alzo un pie y luego el otro para que pueda sacarla por completo. Estoy completamente desnuda, solo con las pequeñas bragas cubriendo mi parte delantera. Sus manos quema mi piel cuando acarician mis muslos, llegando hasta mis nalgas y una corriente eléctrica recorre mi cuerpo. ¿Por qué su tacto se siente tan bien? Se supone que esto sería asqueroso, pero no con un adonis como el señor D'monte. —Eres hermosa. —Ahora juega con el elástico de mis bragas y trago grueso—. ¿Por qué tiemblas? —Me toma del brazo para girarme. Está con el ceño fruncido, es bastante obvio que mi actitud no es de una prepago con experiencia, se supone que tengo que estar complaciéndolo y no solo quedarme estática, sin poder hacer nada. Hasta ese momento me doy cuenta de que tiene el torso desnudo, mis ojos viajan a sus abdominales marcados, bajando a la V que esconden sus pantalones. ¡Joder!. Me toma del mentón y levanta mi rostro lentamente. Está esperando una respuesta. ¿Qué le digo? —Yo... es mi primera vez haciendo esto —le explico. Se sorprende pero enseguida me mira incrédulo. —Lo entiendo, es lógico que te pongas así, soy un desconocido para ti, pero piensa en que es solo sexo, como cualquiera que hayas tenido antes. —Desvío la mirada avergonzada. No es como cualquier otro cuando no he experimentado el primero. —Soy... virgen —susurro y lo miro de reojo. Esta vez no esconde su asombro. Jamás se lo imaginó—. Por favor, sea gentil conmigo —le suplico. —Si eso es verdad, te acabas de convertir en el mejor regalo de cumpleaños que he recibido —lo dice en serio y con una chispa de entusiasmo—. Y yo seré lo mejor que probaras en tu vida, me aseguraré que jamás puedas olvidarte de mí. Me toma por sorpresa de la nuca pegando nuestros labios, su beso es lento, pero profundo, siento sus dientes morder mis belfos, mientras su lengua se abre paso por mi boca, haciendo que suelte pequeños gemidos que silencian sus labios. Soy muy inexperta, por lo que lo sigo torpemente. Me toma por la cintura y me empuja poco a poco hasta acostarme sobre la cama, él se sube sobre mí, sosteniéndose con una mano sobre mi cabeza. Levanta mi pierna enroscándola sobre su espalda, mientras acaricia mis muslos subiendo hasta mis nalgas, donde las aprieta y las amasa sin dejar de besarme. —¡Aaaah!... ¡Señor...! —me hace decir cuando restriega su m*****o duro sobre mi intimidad. —¿Te gusta? —me pregunta entre besos y en respuesta vuelvo a gemir. Para el beso y se levanta un poco posicionándose entre mis piernas, sus ojos me devoran con lujuria y besa mi cuello, bajando por mi pecho hasta llegar a uno de mis senos y tomar entre sus dientes uno de mis pezones, sigo temblando solo que esta vez es por puro deseo. Llevo mis manos a su cabeza, acariciando su melena larga, arqueo la espalda cuando chupa y succiona mis botones y parte de mis senos, mientras sigue rozando su pene contra mi. —¡Dios mío! —Estoy que me derrito, poco a poco una sensación indescriptible se va formando en mi pelvis. ¡Quiero más! Deseo que me posee ahora mismo. Suelta mi pezón y baja más pasando por mi ombligo llegando al borde de mis bragas, me mira sonriente y me destroza con su hermosura. Toma con las dos manos la pequeña tela negra, y suelto un grito cuando las rasga sin esfuerzo. Me las enseña triunfante y las tira en el suelo mientras yo lo veo estupefacto. —Ahora sí gatita, haré que grites en verdad. —Inclina su cabeza hacia mi zona y lo detengo antes de que... ¿Que va hacer? Lo miro con incertidumbre—. Te haré tocar las estrellas, te lo prometo y si no, solo dime que no lo quieres. ¿Deacuerdo? Asiento confiando en su palabra. Apenas siento su cálido aliento sobre mi vulva me paralizo por completo, expectante, hasta que roza con su lengua cuidadosamente mis labios. Una sensación indescriptible empiezo a sentir cuando el movimiento es mucho más rápido y fuerte. Marcus abre más mis piernas para tener mejor acceso, y mira mi reacción al penetrarme con su lengua y yo suelto un gemido tratando de cerrar mis piernas ante el impulso magnético que recorre mi cuerpo. .—¿Quieres que pare? —me pregunta con su voz ronca y yo simplemente niego frenética. Quiero que siga y no pare. Con su dedo juega un botón sobre mi vulva, haciendo que me retuerza por completo, esto es tan vergonzoso que tapo mi cara. Marcus se levanta y se inclina de nuevo sobre mi cuerpo, quitando la mano que cubre mi rostro totalmente sonrojado. —Quiero ver cada una de tus expresiones cuando te haga mía. —Me besa de nuevo, pero no tarda y se sienta sobre sus talones. Masajea mi entrada con sus dedos, acto que me hace suspirar y poco a poco siento como va introduciendo el primero, mierda, duele. —Tranquila, ya pasará. —Suavemente lo empieza a mover de adentro hacia fuera, haciendo que el dolor vaya siendo remplazado por una exquisita sensación. Me muerdo el labio pidiendo que introduzca otro y así lo hace. —¡Oooh! ¡Ahí!... Mghm. Otra vez por favor —digo cuando toca un punto específico en mi interior, haciendo presión en mi pelvis. Estoy a punto de correrme o al menos eso creo cuando siento unas contracciones rítmicas y placenteras en mi interior, pero de repente saca sus dedos haciéndome sentir vacía. Lo miro confundida y desesperada. ¿Qué ha pasado? —Aún no gatita. Quiero que te corras cuando te esté follando duro —Se pone de pie sacándose los zapatos y luego bajando su cremallera, lo veo expectante desde mi lugar, hasta que quedo boquiabierta cuando se baja de un tiro los pantalones, con todo y bóxer. Madre mía, jamás he visto un pene, pero estoy casi segura que ese no es el tamaño promedio de uno, regresa a su posición anterior masajeando su prominente erección, y solo puedo pensar en que si sus dedos dolieron no quiero imaginar como dolerá sus mínimos veintitrés centímetros. Suelto un gemido involuntario. —Tranquila, no te espantes, te prometo que amaras esto. —sonríe socarrón mientras sigue bombeando su pene, y este empieza a secretar pre semen, haciendo que su cabeza se vea más brillante y roja que antes. Frota el líquido en mi entrada haciendo que me mueva mordiendo mi labio, soltando un gemido, el sonríe y la sensación me hacen desearlo más. Empuja poco a poco sosteniéndose con sus manos sobre mi cabeza, mirándome atento. Frunzo el ceño al sentirlo tan grande, tenía razón, duele como los mil demonios. —¡Joder, estás tan rica y apretadita! —Se detiene. Pienso en que ya ha entrado por completo, pero no es así, apenas es la mitad. Recuesto mi cabeza sobre la cama, tomando aire y sosteniéndome con fuerza de sus fornidos brazos, mientras siento como va entrando cada vez más. —¡Marcus! —grito sin evitar llamarlo con su nombre cuando por último entra de una estocada. —Lo siento, no pude contenerme, estás tan malditamente perfecta. —Me besa el rostro como disculpa, me hace cosquillas y río hasta que él se mueve de nuevo en mi interior. —¡Aaaah! —No quiero que rías, quiero que goces y grites mi nombre. —Empieza a moverse dentro y fuera, aún ritmo paulatino, ya no hay dolor, solo placer, solo un maldito placer que me hace gemir con vergüenza. —¡Oh si!, ¡Más!... Dios, ¡AAAAH! —Me sonríe engreído mientras arremete contra mi entrada. —¡Hmmm!, así linda, disfruta de lo que tengo para ti. —Me besa de nuevo, esta vez con más intensidad acariciando mi cintura, puedo apreciar como pequeñas gotas de sudor se van formando en su frente, su cabello revuelto y sus hermosos engranes negros mirándome lujuriosos. No puede verse más caliente. Me siento sumergida en un mar de placer del que no quiero salir, este hombre sí que sabe como moverse y estoy a punto de llegar de nuevo, cuando para drásticamente saliendo de mí y la sensación de desahogo desaparece. —No te corras aun —dice sobre mis labios, me penetra de nuevo y empieza a moverse tortuosamente. Sale despacio y entra rápido. Arqueo la espalda y entierro mis uñas en sus pectorales. ¿A caso quiere matarme de placer? —¡Más por favor! —Lloriqueo. Sube mis piernas hasta sus hombros sin salir de mi ¡Dios mío!. Lo siento tan profundo, tan adentro, que pienso que va a partirme en dos. La sensación del orgasmo se forma nuevamente en mi zona baja y hago que mi entrada apriete más el falo del señor D'monte. Gruñe y sostiene fuerte mi cintura. —No lo hagas —dice con voz entrecortada—. Yo te controlo... —Está pidiendo que no me corra, pero no creo aguantar mucho. Ahora arremete de una forma que siento morirme ahí mismo, los dedos de mis pies se doblan tratando de retrasar mis espasmos, pero no es suficiente. —Solo un poco mas. —Aprieta su mandíbula penetrandome fuertemente hasta que—. Hazlo, llega conmigo —ordena. Es todo lo que necesito para dejarme ir. —¡Oh si! —Suelto un grito al liberarme y sentir su tibia esencia verterse en mi interior. Mis paredes se contraen prolongando el orgasmo, exprimiendo hasta su última gota. Me da un último beso antes de salir de mi interior y recostarse sobre la cama. Nuestros cuerpos están sudorosos, agitados y totalmente satisfechos, no tengo mejor descripción para redactar el sexo tan increíble que acabo de tener. —¿Qué fue eso? —digo exhausta y feliz. Escucho su risa encantadora y volteo a verlo, él también me mira risueño. —Te prometí que seria lo mejor que probarias y soy un hombre de palabra. —Me guiña un ojo y le sonrió de nuevo. Jamás voy a olvidar esto, de eso estoy segura... —!Marcus D'monte! —No, No, ahora no por favor —dice Marcus con fastidio cuando escucha unos golpes sobre la puerta, y los gritos de una mujer fuera de la habitación. Se para molesto, se pone rápidamente su ropa interior y sus pantalones. —¡DIME QUE NO TE HAS ACOSTADO CON UNA DE ELLAS!... ¡¿MARCUS?! ¡ABRE LA MALDITA PUERTA! —Lo observo perpleja. ¿Quién es? Dudo en preguntar, pero por sus gritos puedo deducir que está furiosa. Al final se pone sus pantalones y la camisa sin abotonársela y se dirige hasta la puerta, me levanto tan rápido como puedo y empiezo a vestirme igual. El señor D'monte abre la puerta y sale, trata de tranquilizarla, pero ella solo sigue gritando, soltando amenazas de muerte contra todos. ¿Quién será?... ¿Y si es su novia?... O peor aún, la esposa. ¿Por qué siento una presión en el pecho al pensar en eso?... Sacudo mi cabeza cuando empiezo a hacerme ideas. Me tengo que mentalizar que solo fui sexo para él, soy una prepago, una puta que se vendió por dinero, solo eso. Me abrocho el sostén y busco mis bragas, las cuales han quedado inservibles, así que solo me pongo la falda y la blusa de organza. La chica empuja a Marcus de la puerta y entra a encararme. Su rostro refleja indignación y furia, se acerca a mí, mirándome con asco de arriba abajo, me siento un poco cohibida por su presencia. Ella es alta, de cabello castaño, su porte desprende elegancia, vestida pulcramente, me siento nada a su lado. —¿A caso yo no te importo, Marcus? —Se dirige al azabache, mientras este se encuentra masajeando exasperante el puente de su nariz. Es obvio que yo sobro ahí, además de que no me gusta meterme en pleitos amorosos, es mejor que me vaya y él arregle las cosas con su novia. Agacho la cabeza apenada y salgo de la habitación a toda prisa. —¡NI SE TE OCURRA IR TRAS ELLA! —le grita como advertencia. Camino rápidamente sin mirar atrás, hasta que llego a la sala donde me encuentro a Jessica y a las chicas un poco alteradas. —¿Cat, estás bien? —Jessica se acerca a mí, revisando mi cuerpo, yo asiento. No entiendo nada hasta que veo a Hani con el cabello desordenado y la mejilla roja. —Está loca, esa chica está loca —dice Samanta consolando a la peli negra. —Debemos irnos antes de que esto se complique más —comenta Jessica, se notaba molesta. —¿Que sucedió? —pregunto aturdida por la situación. —Una chica loca entró cuando estaba con el señor Tuan y me sacó arrastras golpeándome —me explica adolorida. Hani se veía desaliñada con el maquillaje corrido y el cabello despeinado. Todo eso había sido causado por la chica que irrumpió en la habitación de Marcus, lo que no comprendía era porque habia golpeado a Hani, si quería desquitarse con alguien. ¿Por que no conmigo? Estaba con su novio. —Jessica —dice Frank al entra a la sala—. Lamento este incidente, que pena con ustedes, Hani lo siento. —Se ve realmente apenado—. No se preocupen por la paga se las depositare a primera hora, pero en este momento es mejor que se retiren antes de que regrese la fiera y se haga más grande esto. —Si lo entiendo, nos retiramos —Jessica esta indignada, aunque no lo de a notar. ¿Como se iba a poner a discutir con un cliente o peor aún, con un mafioso? Salimos de la mansión para no regresar jamás, al menos yo no lo haré, nunca regresaré, pero si me quedare con la triste y maravillosa experiencia de ser una prepago. . . . . . .
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR