LIAM
Hay cosas en esta vida que pasan para bien y otras que definitivamente son para mal. Tener un gemelo idéntico no es el sueño de todos. Para mí, nacer junto a una persona igual a mí fue muy difícil, por no decir que fue un infierno, la peor de las pesadillas.
Ian y yo somos el primer par de gemelos de Tiago Galeano y Luz Amador. Los hijos mayores y los que más dolores de cabeza daríamos. Por suerte, mis hermanos Joaquín y Martin no eran gemelos idénticos, por lo que no tendrán este problema en su vida.
Nuestros padres nos trataban muy bien, nos dieron lo que necesitábamos y más. Sin embargo, llegar a la adultez entre las mismas amenazas, las mismas palabras, las mismas acciones, las mismas mentiras y los mismos juegos. Han hecho que llegue a mi límite. No soy inocente, pero tampoco soy el culpable de todo el desastre en el que se ha convertido mi vida.
Todo comenzó cuando éramos niños.
—¿Porque hiciste eso Ian? —le grité a mi hermano gemelo cuando le había pegado a un niño diciendo que jamás se olvidara de Liam, mi nombre, el nombre del niño que, "lo había golpeado”.
—Para que te respeten. —respondió.
—Eso no es correcto, Ian. Tendré problemas con mamá por culpa de esto. —dije y sin que a él le importara, solo se fue quedando con el problema.
Como lo predije, mi mamá me castigó sin electrónicos por una semana.
—Liam, préstame tus zapatos. —pedía y yo me sorprendía porque siempre le gustaba que le prestara las cosas que nos hacían diferentes, ya sea relojes, zapatos, gorras, fajas. Siempre uno usaba n***o y rojo y el otro blanco y azul. Eso comenzó a los 15 años.
—No, Ian esas son mis cosas. No te las puedo prestar, tú tienes las tuyas. —mencionaba y sus comentarios siempre eran.
—Por favor, hermanito, préstamelos. Tú te puedes poner los míos sin ningún problema. Es como, hoy soy tú y tú eres yo. —lo miraba sin estar de acuerdo—. Vamos, di que sí. Creo que todos los gemelos idénticos como nosotros pueden hacerlo. Anda, será divertido. —Insistía y yo terminaba cediendo.
Al principio no tenía ningún problema con eso, era un juego, hasta para nuestra madre era un desafío adivinar quién era quién. Fue divertido hasta cierto punto, hacíamos eso antes de ir a la universidad, para confundir a nuestros amigos, maestros y familiares.
Ian siempre sentía celos de todo, mis amistades, mis notas escolares, todo. Pero cuando empezó a obsesionarse con Ángel, empeoró. Mi primo Ángel iba muy avanzado en sus clases y recibía premios todo el tiempo. Llamaba mucho la atención de todos, en especial de mi madre y mi abuela. Mi madre se sentía identificada con él, pues gozan de un amplio conocimiento intelectual.
—Otra vez el cuatro ojos está con mi abuela. Mi mamá le regaló un libro, Ángel está hablando con papá, Ángel aquí y Ángel allá. —esos eran sus comentarios.
Nos reunimos con la familia y nos acercábamos a sus hermanos, ya que Ángel es trillizo de Alan y Aitor, los cuales en ese entonces eran niños de 11 o 12 años. Ian sin ningún reparo, también mostró su molestia hacia Ángel. Al principio creí que ellos defenderían a su trillizo, pero no, al parecer ellos también se sentían celosos de él. Eso fue como combustible para Ian, lo que provocó mucho más su envidia.
—Ya basta, Ian. Ya no dejaré que me sigas metiendo en problemas. Le diré a mi madre, eso que tú haces no está bien. —decía y él comenzaba a llorar. Ian siempre se hacía pasar por mí y no le importaban las consecuencias que eso podría dejar.
—Lo sé y perdóname, pero es que no puedo controlarlo Liam. Siento una voz en mi cabeza que me dice que lo haga y no puedo evitarlo. No puedo parar. Muchas veces es tan fuerte que hasta he pensado en acabar con mi vida, por favor, no le digas a nadie. Por favor, pensaran que estoy loco y no lo estoy. Solo me gusta ser tu algunas veces. Déjame ser tú, hermano, moriré si no lo puedo hacer. —dijo abrazándome y llorando amargamente.
¿Qué podía perder? Seguí la corriente de todo, la verdad que la idea que se hiciera daño a sí mismo, me llenaba de pánico. No quería ver a mi hermano sufriendo, hasta cierto punto llegaba a sentir la frustración que lo invadía por la loca conexión de gemelos.
Los años fueron pasando y la situación nunca fue diferente, Ian vivía más siendo yo que él mismo. Mientras yo, pues estúpidamente siendo él. No lo hablé con nuestros padres porque las amenazas fueron subiendo de tono, hasta el punto de que Ian llegó a ponerse un cuchillo de cocina en la garganta. Me sentía responsable por lo que estaba pasando mi hermano, yo accedí a esto que comenzó como un juego entre nosotros.
Recuerdo muy bien la primera vez que Ian había salido con una niña de la universidad y obviamente haciéndose pasar por mí. Eso se convirtió en un vicio y no paró. Desde entonces se burlaba de la inocencia de muchas.
Sin embargo, todo se salió de control cuando Alan confesó que a Ángel le gustaba Clara. Clara Castellana, era la hijastra del primo de mi padre. Una joven rubia, muy dulce, hermosa, y varios años menor que nosotros.
Esa información, para Ian fue como kryptonita, entre otras palabras, fue como ver a varias personas en una sola, él decía que quería venganza, provocar celos, y muchas cosas en Ángel. Disfrutaba hacerlo sufrir acercándose a Clara, pero principalmente, disfrutaba de ser Liam Galeano.
Para mi sorpresa Clara había aceptado salir con él y la enamoraba únicamente para jugar con ella y molestar a Ángel en el proceso. La miraba con admiración y “amor” para luego reírse de ella, de lo tonta e ingenua que era.
Le advertí muchas veces que no se metiera con ella, pero fue como hablar con el aire. Fue lo primero que hizo, burlarse de su inexperiencia y demás. Cuando no quería ir con Clara al cine o a cenar para ir con alguna otra chica de la universidad, yo iba con ella. No lo hacía con mala intención, si no, para saber hasta qué grado estaba su relación y para evitar que mi hermano le rompiera el corazón.
Si, soy un truhán, un patán, pero nunca hice algo más que tomar su mano, abrazarla y un beso en sus labios o mejilla. Los cuales no me causaron nada, porque no sentía nada por ella.
Una mañana llegué a la universidad y me extrañó que mis amigos me recibieron con aplausos. No estaba preparado para lo que me dijeron, obviamente era algo que no sabía, porque era obra del idiota de mi hermano. Odiaba hacerme el que sabía y la mayor parte del tiempo no sabía de qué estaban hablando. Hablaban de mujeres y conquistas en fiestas a las que no había ido. Para todo eran Liam, Liam y Liam.
—Estás muy cerca de completar la apuesta, Liam. Ahora solo te hace falta que tú y tu hermano se acuesten con ella. —Me quede boca abierta ante ese comentario.
¿Qué había hecho este imbécil? Ese día llegué a la casa y estábamos solos porque nuestros padres no estaban y mis hermanos estaban en una excursión. Ian estaba en su habitación teniendo sexo con una chica. Abrí la puerta y ella se sorprendió mucho al verme. Le pedí que se fuera que ocupaba hablar con mi hermano. Ian nuevamente al verme molesto hizo su espectáculo de lágrimas a su disposición, sin saber siquiera sobre qué era lo que iba hablar con él. Le dije de lo que me había enterado y al parecer no le importó, es más sus palabras fueron.
—Será un buen experimento, compartir una mujer. —Yo estaba que no me lo podía creer.
—¿Te estás escuchando? ¿Estás loco acaso? ¿Cómo me vas a decir eso así de tranquilo? ¡Ten algo de pudor y vergüenza, Ian! —grité muy frustrado por la idiotez en la que se había metido y en la que nuevamente yo estoy involucrado por su culpa.
—No sé cómo demonios harás, Ian, pero yo no me voy a meter con Clara. No lo haré. —dije y esta vez en lugar de llorar, se acercó a mí con una sonrisita.
—Pues lo harás hermano, porque si no. Te acusare de que te involucraste con la hermana de una de las chicas de la universidad una menor de 16 años, la cual sabe que fue con Liam que estuvo. Luego será mi palabra contra la tuya. ¿Si sabes que involucrarse con una menor de edad es delito que se paga con cárcel no es así? —amenazó, canalice toda mi ira en uno de mis puños para luego estrellarlo en su mejilla haciéndolo caer al suelo.
—Eventualmente todo saldrá a la luz, Ian. El sol no se puede tapar con un dedo. —dije luego de irme de ese lugar. Comenzaba a sentir el peso de vivir una doble vida por culpa de Ian.
Para todos yo era aquel ser vil que no le importaba la integridad de una mujer, cuando siempre las había respetado. No podía decir que era santo, pero tampoco era un hombre promiscuo. Al menos no como todos creían que era, muchas chicas me acosaban, confundiéndose con el Liam que se acostó con ellas y yo, ni las conocía.
Llegó el día en que pasaría lo más ruin y grotesco que haría en mi vida. Acostarme con Clara al mismo tiempo que Ian. Le dije que solo sería un momento y para las pruebas que necesitaba entregar. Clara al estar con sus ojos vendados ni se enteró que esa noche habíamos estado los dos con ella. Salí de ese lugar y me sentía mal de mí mismo y de la persona en la que me había convertido, por su culpa.
Al día siguiente de ese momento, después de la misa por 10 años del fallecimiento de mi bisabuelo Javier, yo quería persuadir a Ian que no lo hiciera, que no mostrara los videos, entre otros temas quiero dejar libres a mis padres de cualquier responsabilidad de lo que pase. Esto pasó cuando ya éramos adultos. A esta edad ellos ya nos tenían a nosotros. Entre lo económico y demás se cometen errores y estos eran los nuestros, no de nuestros padres.
—Ian, esto no está bien. —Él vino y puso su dedo sobre mis labios.
—Liam, dime Liam. —dijo y nuevamente me asustó su manera de aparentar. La verdad que no sabía si yo también estaba quedando loco de tanto engaño.
Hablamos de lo que había pasado la noche anterior, pensé que eso lo haría cambiar su opinión sobre la apuesta, pero no sirvió de nada. Esa misma noche fue a una fiesta donde mostró el video a todos y recolectó el dinero ganado por haber cumplido su apuesta. Sin importarle que al salir de la iglesia ese mismo día, Clara estaba llorando y no sabía por qué. Le restó importancia diciendo que mañana iba a verla.
—Clara ya sabe todo lo que pasó. —dijo y yo sentí que el trago que le di a la gaseosa salió por mi nariz.
El verlo magullado y lleno de rabia por haber sido golpeado por Ángel lo tiene más que merecido, esperaba que eso lo pusiera en su lugar. No quise involucrarme más en el tema, no quise meter más ideas en su cabeza, solo me quedé callado.
La gente que se enterara de lo que pasó, no solamente hablarían mal de mí, esta vez nos vamos ambos en la corriente.
Días después, supe que Clara se había ido y la verdad que no me pregunte por qué, pero sí sabía que al primero que le preguntarían seria a mí y mis instintos no me fallaron, Ángel, mi abuelo y Fernando, el padrastro de Clara, llegaron a la casa esa misma mañana que lo escuche a mi madre hablarlo por teléfono. Durante su visita, salí al jardín y cuando llegué ya le habían dado una tunda a mi amado hermano.
Quitando el sufrimiento que pudo sentir Clara por lo que habíamos hecho, sentía que era justicia poética, ver a mi hermano recibiendo por segunda vez las consecuencias por sus acciones.
Los años pasaron y Ian se salió de control siguió en sus andanzas haciéndose pasar por mí. Sin importarle cuantas veces se lo pedía. Estaba con mis manos atadas, pero sabía que pronto esto se sabría. Tenía la esperanza que Clara cuando volviera abriera la caja de pandora y así fue.
Ver a Clara volver después de casi cuatro años, con una niña en brazos fue un alivio enorme para mí. Podía sentir que había aura de fiesta con augurio de venganza. Hubo un momento en que me acerqué al oido de Clara y le dije.
—Las mejores citas fueron conmigo, siento mucho haberte causado tanto daño. —Ella sonrió y acarició mi mejilla. No moví ni un dedo para aclarar nada más que el alivio que sentí cuando Clara destapó lo que hicimos, todo lo que había dicho era necesario.
Esa misma noche al llegar a la casa una patrulla esperaba por nosotros y aunque no me gustaba la idea, me parecía que era lo justo después de haber actuado tan ruin con Clara. Lo que me llenaba de satisfacción era que no iba solo. Mi hermano el que me ha metido en toda esta mierda también iría conmigo.
Pasamos un mes y días en una celda, donde solo teníamos una litera, un retrete y un lavamanos. Se cumplió el tiempo y cuando mi abuelo llegó a sacarnos nos dijo que debíamos hacer terapia obligatoria grupal como solamente yo. La burla de Ian me hizo arder en llamas. Ahora ya no solo disfrutaba ver el mal de los demás si no el de su propio hermano.
—¿Qué me hizo cambiar o que hizo que llegáramos hasta este momento? Haber pasado todo eso y haber conocido a un ángel vengador llamado Sandy. Escuchar de los labios de una mujer que me embobo desde el primer momento en que la vi que era un desgraciado y que se vengaría por Clara y las otras chicas a las que según había dañado. Me hizo sentir un dolor profundo en el pecho. Estaba enamorado de una mujer que era imposible para mí, porque ahora sale con mi primo, David. El karma me está atacando, ver a la mujer que sin saberlo se metió en lo más profundo de mi ser, siendo la mujer de mi primo, me hizo ver que agradezco que sea de esta manera mi castigo. Tuve que conocer lo que es sentir amor por alguien para darme cuenta de que, no todo en la vida puede ser blanco y n***o. Siempre habrá colores y eso es lo que yo no conozco porque he minimizado mis emociones al punto de poner siempre las de mi hermano primero antes que las mías. —Concluí de contar mi historia al psiquiatra que nos estaba tratando a Ian y a mí.
Después de haber violad0 el código de hermanos y de haber recibido golpes por parte de Ian, no lo he vuelto a ver. Por sugerencia del psicólogo y mi tía Cecilia era mejor estar separados y dejar esta dependencia que siente Ian por ser como yo.
Todavía había mucho por contar, pero fue lo primero que sentí la necesidad de contarle al psiquiatra.
—Increíble, que por fin puedo sentir que me estás hablando con la verdad. Vas por muy buen camino, Liam, sigue así. Ya puedes irte, tu tía tiene ya el horario de la siguiente cita. —Salí del consultorio despidiéndome del doctor.
Caminé hacia la sala de espera donde me esperaría mi tía Cecilia quien me tiene viviendo con ellos para estar monitoreando mi comportamiento. Antes de llegar hasta mi tía pude ver como una joven venía cargando una caja por el pasillo y me llamó la atención que la caja que cargaba era más grande que ella. Pasó por mi lado y me ofrecí a ayudarla. Ella se dio la vuelta para verme y jamás en mi vida había visto ojos tan hermosos. Un ojo de color azul y el otro de un verde igual a los míos que se escondían detrás de unos lentes. Su carita era hermosa y delicada, su cabello ondulado rubio que caía hasta su cintura me hizo sentir muchas cosas. Principalmente por dos segundos se me olvidó respirar.
—¿Puedo ayudarte si gustas? —repetí al ver que ella me miraba un poco asombrada. La caja casi se cae de sus manos así que la tome.
—Eh, sí, está bien. Gracias, no podía ver por dónde iba. —dijo señalándome el camino.
—Disculpa la pregunta y mi imprudencia, pero es la primera vez que conozco a una persona con tu tipo de ojos. ¿Son lentes de contacto o son naturalmente tus ojos? —cuestioné con un poco de vergüenza, pero es que no me pude aguantar tenía que preguntarle.
—Si, se llama heterocromía. Nací con ella, no te preocupes muchos me hacen esta pregunta. Es diferente y muchas veces lo diferente no es tan agradable. —dijo ella algo decaída. Yo me sonreí.
—Lo igual y común tampoco. Te lo dice una persona que tiene un gemelo idéntico. La diferencia es lo que nos hace ser especiales. —ella me sonrió y me señaló a donde poner la caja. Metí mis manos en mis bolsillos y le sonreí de nuevo, me sentía cohibido, no sabía qué decirle.
—Gracias por ayudarme ¿Cómo te llamas? —preguntó y por primera vez en muchos años, haría algo que me liberaría del todo, decir mi nombre oficialmente a alguien sin que haya engaños u otra persona queriendo ser yo.
—Me llamo Liam Galeano ¿y tu nombre es? —ella estiró su mano hacia mí y gustosamente la tomé con la mía.
—Zafiro, Zafiro Durón. Mucho gusto en conocerte, Liam.
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