Capítulo 2

1259 Palabras
—Despierta Esa fue la voz que escuche dentro de toda la oscuridad en la que estaba. —Vamos, mi peli negra, tienes que despertar. —sentía una mano acariciándome. El único que me llamaba así era Joel, no entendía por qué quería que me despertara. —Ana Lucia despierta, tienes que levantarte. —cinco minutos, por favor. — Dije sin abrir los ojos. Tenía demasiado sueño, me sentía cansada, no quería despertar, estaba con Joel, así que podía dormir hasta tarde. —Despierta, ellos ya vienen. —¿Ellos ya vienen?, ¿De qué hablas?, ¿Quiénes son ellos?. — Esas fueron mis preguntas al escuchar a Joel, abrí los ojos muy a mi pesar, me sentía cansada, todo el cuerpo me dolía y no sabía por qué. Recorrí el lugar, no era mi casa, tampoco era la casa de Joel, ¿dónde diablos estaba? —¿Joel donde estamos?. — Le dije tratando de levantarme, pero algo me lo impidió, mis manos estaban atadas con unas cuerdas que estaban atadas al cabezal de la cama. — ¿por qué estoy amarrada?, ¿por qué estoy desnuda?. Joel solo me miraba con una mirada llena de mucha tristeza, nunca había visto tanta tristeza en unos ojos y menos los de él que estaban llenos de amor. —¿Joel?. — Le llamé para que me respondiera —¿Joel?. — Le volví a llamar, pero él solo me miraba con tristeza. La puerta fue abierta dejando ver a mi demonio. —Al fin despertaste zorra —dijo al verme despierta, se acercó hasta donde estaba traspasando a Joel ¡Traspasando a Joel! ¿Qué mierda? ¿Qué está pasando aquí? —¿Joel?. — dije viéndolo e ignorando a mi padrastro, pero Joel no decía nada y seguía con la misma expresión. —¡Joel!, ¿Con qué así se llamaba? —dijo mientras se quitaba la ropa. —¿se llamaba?, ¿Por qué lo dijo en pasado? ¿Por qué lo traspasó?, ¿Qué mierdas pasa? Y ahí entendí Joel me miraba con lágrimas en los ojos, mi padrastro no lo miraba y lo había traspasado, también se refirió a él como si ya no estuviera. Los recuerdos del día anterior o mejor dicho de ese día regresaron. La puerta fue abierta, mi hermanastro estaba bajo el marco, nos observaba con una sonrisa diabólica, luego mi padrastro se asomó, tomo a Joel, lo aventó hacia el suelo y comenzó a golpear todo el cuerpo de Joel. Desde la cara hasta sus pies no dejo ni un solo lugar sin golpear, trate de ayudarlo, pero Marcelo me agarro del cuello y me aventó a la cama, aprisionado me para que no lograra escapar y para ser espectadora de esa masacre. Después de dejar inconsciente a Joel, los dos me tomaron, me levantaron de la cama, me quitaron la frazada con la que me cubría dejándome desnuda frente a sus ojos. —Eres igual de zorra que tu madre —dijo mientras se desabrochaba el pantalón — ya que estás caliente y eres toda una experta, puesto que tu madre se largó, tú serás mi mujer. Cuando dijo esas palabras, un balde de agua fría recorrió todo mi cuerpo, caí en cuenta, mi madre logró salir del infierno, ¿cómo sabía dónde estaba? ¿Cómo entraron?, ¿qué pensaban hacerme? Era obvio lo que iba a pasar y no tenía quien me ayudara. Esas y muchas más preguntas rondaban mi cabeza, lo principal era lograr escaparme de ellos y buscar ayuda. Pero como él tenía amigos policías que lo protegían, ¿a quién le pediría ayuda? Ellos eran dos y yo solo soy yo una debilucha, solo era una niña buscando un poco de libertad, buscando cariño, amor, felicidad y él me la arrebató. Todo mi cuerpo temblaba, sentía que no podía respirar, la cabeza comenzó a pulsarme, dé dolor, en ese momento todos los males me llegaron. —¿a qué me refiero? Los males que me llegaba cada vez que miraba a mi padrastro tomar a mi madre a la fuerza, en varias ocasiones mi madre apenas entraba a la casa cuando él la tomaba del cabello, pegando la contra la pared. No le importaba que estuviéramos presentes, él le quitaba la ropa y ahí frente a nosotros la tomaba, la violaba, eso no era lo más enfermo que pasaba en esa casa, mi hermanastro se masturbaba viéndolos, eran unos malditos psicópatas. Mis males siempre llegaban a presenciar cada atrocidad, una corriente helada traspasaba mi cuerpo, sudaba helado, mi corazón se quería salir del pecho, las náuseas, los mareos, la visión borrosa y al final la oscuridad me envolvía. Era una manera de protegerme, no quería ver todo lo que hacía mi padrastro, terminaba desmallándome por falta de aire. Hasta ahí mi recuerdo de ese día, el que por última vez vi a Joel con vida. Desperté al sentir como me sacudían, abrí los ojos porque lo sentí, él estaba sobre mí con la respiración agitada, estaba abusando de mí, me estaba violando, trate de quitármelo de encima, pero otra vez esas cuerdas me lo impidieron, grite todo lo que pude maldiciendo una y otra vez dije todo lo que se me ocurría para que se detuviera. No lo hizo hasta que estuvo satisfecho. —Te volviste a desmayar — me dijo mientras se ponía los pantalones —solo que hoy no tuvieron que pasar dos días — paso su lengua por mi mejilla, y susurro en mi oído —eres mejor que la zorra de tu madre, tu sabor es muy delicioso, pero te prefiero desmayada que despierta. Con esas palabras salió de esa habitación, dejándome desnuda y con las manos atadas. ¿Dos días? ¿Qué paso en eso dos días? Si así es, es exacto lo que pasó cuando me desmaye en la casa de Joel, los dos demonios abusaron de mí, me secuestraron y me trajeron a este lugar donde siguieron violando me a sus antojos. No podía llorar, no sabía por qué solo me quedé ahí viendo a la nada sintiéndome impotente, me perdí en mis pensamientos que siendo sincera no recuerdo que pensaba en ese momento. Y ahí está otra vez Joel dándome la espalda. —¿Dime por qué te veo?, ¿Estás muerto?. — Esa pregunta era estúpida, pero quería que me respondiera. — ¿Estoy muerta?, ¿Es este mi infierno? Será que era mi castigo por no ser una buena hija, era mi castigo por tener relaciones antes del matrimonio, era mi castigo por tomar un pedazo de pan que estaba más caducado que la caducidad, cuando tenía prohibido comer sin permiso del demonio. ¿Qué había hecho mal? Joel se volitó y camino hasta la cama con la mirada al suelo, tomo asiento alado mío sin mirarme. —¿Qué está pasando?. — Dije y comencé a llorar; lloré lo que no había llorado, lloré hasta que vomite, lloré hasta que mis ojos se hincharon, lloré hasta que mi alma salió junto con las lágrimas, hasta que todo el amor, la esperanza, la felicidad salieron. Joel no me miraba, ni siquiera una mirada de reojo absolutamente nada. Él seguía con los ojos llorosos, pero no salía ni una sola lágrima, su mirada seguía siendo de tristeza, ya no tenía aquel brillo que tanto me gustaba. Maldito ese día en que se cruzó en nuestro camino, que hubiera sido de nosotras si esos demonios nunca hubieran aparecido. Pero él hubiera no existe, ¿no es así?
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR