Solo piden un beso

1305 Palabras
-Tetsuro...! Tetsuro hijo- Que m****a estás haciendo ahí niño?! La señora Kuroo veía como su hijo se metía en el armario, y dudaba mucho que estuviera buscando algo. Recientemente había visto "Coraline" en familia, y le asustaba que su hijo se haya fumado algo y estuviera intentando hacer lo que la niña de pecas, y quisiera reemplazarla con una versión de ella con botones en los ojos (aunque estaría mucho mas delgada, y eso tal vez le favorecería). Al cabo de unos segundos de realización, escucho al idiota de su hijo golpearse la cabeza en un intento vago de levantarse abruptamente. Del otro lado de la habitación, estaba Kenma, que al escuchar a su "Tía", se vio o******o a seguir los pasos de su amigo y golpearse su cabecita de pudín. Apenas y se sobo, porque estaba tapando el agujero del ropero con el jersey, cerrando suave pero rápidamente la puerta, y escondiéndose bajo las mantas, tratando de poner su mejor cara de póker, suponiendo que había estado horas de aquella noche acostado en su cama. A diferencia de Kenma, Kuroo tardo mas tiempo en reaccionar, viendo como su presa huía sin poder moverse. Luego él se vio como la presa de su madre, y no era precisamente una pelea justa. -Hola... - La recién llegada veía a su hijo salirse abruptamente de su armario, y tapar algo "sin que se diera cuenta" – ¿Qué haces aquí? Pensé que hoy tenías el turno de noche... -Quítate Kuroo dejó de hablar, y se hizo a un lado, tal y como pidió su madre. Se arrodillo. Se acercó al closet ahora cerrado, y lo abrió de una forma bastante lenta, como si temiera lo que habría ahí... y no había nada. Camisas amontonadas, sudaderas descolgadas, chamarras al fondo del pequeño armario, y en vez de tocar fondo; sintió una tela bastante peculiar (el jersey de Tetsuro). Y seguía. Ese armario no tenía fin, hasta que a su mente llegó la realización de que su hijo había roto la pared, no solo de los Kuroo, sino que también de los Kozume, y había tapado el hoyo con su closet... y el de Kenma. La señora Kuroo se esperaba muchas cosas. Revistas para adultos, algún poster de una cica en bikini, alcohol o droga. Esperaba todo eso y tenía un castigo preparado para cada uno de los casos, pero en definitiva no tenía ninguno a "haber roto la pared y el armario para hablar con el vecino". ¿Hacerlo comprar otro closet? ¿Para qué? Estaba seguro de que, si su hijo amaba tanto a Kozume Kenma como aparentaba, rompería de nuevo los closets necesarios para tener esa conexión que se veía bastante fundamental. Y, aun así, en lo único que Kuroo podía pensar, era un pequeño gatito asustadizo que ya debería estar pretendiendo calma, cuando en realidad, su corazón latía desbocado y sin control. Una sonrisita se formo en los labios de Tetsuro, al pensar en el fuerte sentimiento que creció aun más dentro de él, al haber estado a esa cercanía a los labios de Kenma. Como sus ojos dorados brillaban de una forma indescriptible... Sintió una conexión única. ¿Y si le correspondía? Si acaso Kenma pudiera amarlo. Quererlo. Para Kuroo una simple atracción s****l sería más que suficiente. A Kuroo no le importaría que Kenma estuviera con él por su aspecto, o su popularidad, o incluso por el dinero (aunque la familia Kozume era igual o hasta más adinerada que los Kuroo). Tetsuro quería a Kenma, y su amistad le bastaba... Tal vez. -Tetsuro – La sonrisa de su hijo desapareció al momento de escuchar la voz de la señora Kuroo, a la que no le cabía en la cabeza como su hijo podría estar sonriendo en una situación como esa – Baja a la sala en unos veinte minutos – Empujo un poco la cabeza de se hijo en una muestra cariñosa, y se despidió de él con un movimiento de cabeza. Salió de la habitación. Salió de la habitación y Kuroo corrió a ponerle seguro a la puerta de su habitación. Colocó un cronometro de diecisiete minutos, y se metió dentro del armario. La puerta de Kenma estaba cerrada, pero al tocar unas tes veces, estirando todo su cuerpo, se abrió. -Eres un idiota Kuroo – susurró Kenma. La cabeza de pudín se volvió a meter en el armario (porque el si cabía completamente), y se acercó al Jersey. Lo quitó, y respingó al ver la cara de Tetsuro ya esperando su acción. - ¿Qué vamos a hacer Kenma...? – Más que preocupado, Kuroo estaba extasiado. Divertido. Siempre era él el que se metía en problemas, pero ahora su KenKen también, y su cara de preocupación no eran mas que engaños - ¿Quieres que pase a tu casa? Kenma no podía comprender la situación al cien por ciento. Los acababan se sorprender hablando (si es que la madre de Kuroo no lo malentendía), por el m*****o armario, y ¿Kuroo preguntaba si podía ir a su casa? ¿Estaba demente? Tal vez. Pero más demente Kenma, por haberlo dejado pasar. Ambos amigos estaban sentados en la cama del teñido. Pensando. -Bien... podemos tapar la pared con cartulina y... dirás que estabas fumándote algo, quedo el humo, se lo fumó tu mama, y ella pensó que la pared no estaba, pero si... -Kenma, no le diré que estaba fumando - ¿QUÉ?! ¿POR QUÉ?! -PORQUE ME MATARÍAN! -PERO ES TU CULPA POR NO TRABAR LA PUERTA! -PERO NO ESTABAMOS HACIENDO NADA MALO! -PERO KUROO! ¡LO MALENTENDERÁN! -A QUE TE REFIERES?! -A QUE TALVEZ PIENSEN QUE LO USAMOS PARA...! - Kenma había dejado de gritar. Rápidamente, el teñido tapó su boca de una forma bastante adorable, fingiendo que no iba a gritar algo un tanto... obsceno. - ¿Qué es lo que ibas a decir Kenma? – Kuroo se acercaba lentamente, acortando la distancia de la que estaban... Kenma ya se había pegado a la pared, mientras que Kuroo seguía avanzando - ¿Qué es en lo que estabas pensando...? El pelinegro arrastraba las palabras, notando y escuchando los latidos de su corazón en su garganta (Aunque realmente no sabía si eran los latidos de Kenma, o suyos, porque ambos sentían sus corazones latir desbocados, como si hubieran corrido un maratón completo). -Kuroo... - Y ahí estaba otra vez. Ese brillo en sus ojos. Un brillo que solo él podía ver, y solo el podía apreciar, porque nadie jamás vería algo tan hermoso en su vida, como los ojos de su amado brillar por su presencia... conectando sus almas desde una simple pero profunda mirada. Los labios de Kenma estaba entre abiertos, y esos ojos dorados ya no lo miraban a los ojos. Miraban su propia boca. Como si fuera posible, el corazón de Kuroo comenzó a latir aún más de lo que ya hacía, y se imagino a si mismo probando los labios de su mejor amigo, memorizando su sabor, su textura... incluso estar así de cerca lo aceleraba. No había notado el momento en el que las piernas de el teñido se habían abierto, dejándole posicionarse entre ellas, dándole más acceso a acercarse a él... ¿A quién le importaba si lo iban a matar después por haber roto una simple pared? Agradecía mentalmente la torpeza de su amigo, porque finalmente se sentía capaz de acercarse lo suficiente, y rozar sus labios. -K-Kenma... - Apenas si podía hablar. Estaba temblando. Los segundos que permanecieron frente a frente parecieron horas, y aunque las palabras sobraron, finalmente se acercó – No sé cómo decir esto, pero... - Poso su frente sobre la de Kenma, sacando un respiro en ambos debido al contacto. Ambos se sentían increíblemente emocionados de tomar la boca del otro, que no aguantaron más. . . .
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