-A ver, cuenta. - le dije a Martín, quien yacía en el lado izquierdo de la cama, mientras yo estaba casi encima de él.
-No tengo que contar, ya soy grande. - sus palabras aún eran entrecortadas debido a que por su edad no pronunciaba perfectamente las susodichas.
-Sí, si tienes. Los niños grandes cuentan. Recuerda que este año vas para el colegio. ¿Emocionante, no? -mire como torció la boca, ok, al parecer la única emocionada era yo.
-No tanto. No quiero dejar a Angy sola por las mañanas. Yo le hago compañía y ella me lleva al parque. - respondió para luego inflar sus mejillas haciéndolas más grandes y tiernas de lo que ya eran de por sí.
-Tienes que ir al colegio sí o sí. Puedes estar con Angy cuando llegues. Y yo puedo llevarte al parque. - dije aun emocionada, la idea de verlo con el uniforme del que sería su colegio, con su mochila pequeña y haciendo nuevos amigos no me podían poner más feliz.
-Tú tienes que estudiar. - hizo un puchero que me rompió el alma. Casi no tenía tiempo para él y sé que me necesitaba. Pero el colegio me recompensaba por participar en las olimpiadas y ganar siempre.
-Lo sé cielo, pero puedo sacar unos minutos para el niño más bello del mundo. - agregue para luego comérmelo a besos, provocando sonoras carcajadas de su parte.
Era muy feliz al lado de este pequeño monstruito casi idéntico a mí. No sé qué sería de mi si el me faltara, éramos todo el uno pare el otro. Nuestro pequeño momento de ternura se vio interrumpido por mi molesto timbre, dudaba que fuese la señora Manson ya que saldría al médico con Manuelito, por eso salí temprano de la escuela.
-¿Qué haces tú aquí? - es lo primero que me viene a la boca cuando veo a Víctor en mi puerta, con dos mellizos en un coche doble.
-Quería saber si tú y Martin querían ir al parque con nosotros. - dice acomodando sus gafas de pasta negra, la verdad es que nunca se las había visto, se veía más inocente con ellas puestas.
-¿Y qué te hace creer que quiero ir al parque contigo y ellos...? - dije sacando un poco la cabeza para ver bien a los dos niños.
-Son mis hermanos, creo que tienen la misma edad que Martín. Ella es Babie, bueno Bárbara, y él es Zack. - veo los dos mellizos, que efectivamente deben tener la edad de Martín, ambos pelean entre sí, hasta que la niña le da con su muñeca y el nene queda casi inconsciente. Waooo, desde ahora amo esa niña.
-Ok. No me apetece ir. - y era cierto. No es que le tenga mala voluntad o algo así, pero sí. No quería salir con él.
-Vamos, por favor. Seguro y a Martín le encantará. - vuelvo mi vista nuevamente a los niños. Son idénticos, pero... Muy diferentes a su hermano. Son casi rubios y de ojos verdes, con toques grisáceos. Mientras su hermanos es; su hermano.
Buena definición, creo que mereces el premio de mierda por tu descubrimiento.
No jodas, a lo que me refería es que su físico es muy distinto al del que es pelinegro y de ojos azules.
-Oye, no es por nada, pero de verdad no quiero ir. - dije con pena. Su cara que al principio era entusiasta se transformó en una de decepción. Bueno, lo siento.
-No sé ni para que te pregunte. Eres igual a todas. ¿Para qué te molestas Víctor? - se dijo así mismo, para luego dar la vuelta olvidando a sus hermanos en mi puerta.
¿Pero qué demonios? Algo o más bien alguien le impactó con una muñeca ninja en la cabeza y se dio la vuelta. De verdad que amaba esta niña, Dios, hasta podríamos ser hermanas. Es como una mini yo. Creo que hasta puedo llorar de la emoción.
-Está bien. Iré al parque, voy a por Martín. - necesita pasar más tiempo con esa niña. Podría convertirla en mi aprendiz.
Sería una excelente mini yo una vez que saliera del colegio, en par de años bien largos, ella podría ocupar mi lugar.
-¿Por qué duraste mucho? - dijo Martín, quien tenía la televisión prendida, pero apostaría todo a que no le estaba prestando atención por estar viendo uno de mis libros.
-Hay visitas. ¿Qué te parece si nos vamos para el parque? - dije con una sonrisa.
-Siii. - su cara se ilumino tanto como el sol. Observe como se puso sus mini Adidas y corrió a la sala, y yo aún estaba parada como una estatua en el mismo lugar.
Inspeccione la habitación en busca de mis botas de tacón, pero no tuve resultado; por lo que tuve que ponerme unos botines grises.
Cuando salí, Víctor le echaba un vistazo al departamento o más bien lo inspeccionaba como si buscara algo, lo mire extrañada mas no le hice caso, mientras que Martín fraternizaba con los mellizos.
-Podemos irnos. Martín toma tu suéter bebé. -dije pasándole un abrigo muy mono, pues tenía dos orejitas en el gorro, lo amaba.
Los 5 salimos del recinto, los niños conversaban animadamente, mientras el señorito y yo íbamos en total silencio. Y así la cosa se hizo tediosa e incómoda hasta que llegamos al parque.
-Vallan a jugar, no corran mucho y eviten caerse. Martín, te tengo vigilado. - dije mirando el pequeño que asentía emocionado como si su vida dependiera de ello.
Los dos niños siguieron asintiendo emocionados mientras que Babie solo los miraba raro, esta niña tenia demasiada inteligencia para su edad. Cuando al fin se marcharon... lo hicieron corriendo, lo primero que les dije, entonces con un suspiro me senté debajo de un árbol, en donde tenía perfecta vista de ellos, era de esperarse que Víctor se sentaría a mi lado, lo que no era de esperarse era que se recostara de mí.
-Estoy aburrido. - dijo después de cómo 5 minutos, en los cuales lo había empujado decenas de veces para que se separara de mi, pero era como los niños, les decía algo y les entraba por una oreja y les salía por otra.
- ¿Y a mí qué? Tú eras quien quería venir al parque. - dije mirando el cielo azul.
-Cuéntame algo. - dijo como niño pequeño.
-No tengo nada para contar. - conteste encogiéndome de hombros.
Me fijé en su rostro y su ceño fruncido, como si estuviera buscando entre las miles de ideas que vagan por su cabeza y contarme algo magnífico.
-Oh ya sé, yo sí tengo algo para contar. - dijo ¿emocionado? Bueno... ¿alguien que quiera matarlo? ¿Nadie? ¿No? Vale.
- Adelante. - dije sin más opción.
-¿Qué hacia un granjero con una pistola? - chistes malos, normal.
-¿Qué hacía? - conteste sin querer escuchar la respuesta.
-Sembrar miedo. - y estalló en carcajadas, entonces yo no pude evitar reírme, no del chiste, si no de su risa, era contagiosa y escandalosa.
-No puedo con esto. - dije negando con la cabeza.
-Vale el otro, ¿por qué es imposible hablar con un Dj? - levanto mis cejas en señal de que prosiga. - porque siempre te cambia de tema. - y esta vez, creo que su risa se escuchó hasta el otro lado del país.
-Ok, ya tumba los chistes malos, por favor. - dije aun riéndome.
-¡Pero si te estás divirtiendo! - me contrataco divertido.
-Sí, y tú risa se escucha hasta no sé dónde, todos nos miran raro. - dije señalando nuestro alrededor.
-No importa. Que vean que somos felices como una pareja feliz. - me quede viéndolo asustada. - ¿Ahí lo dañe, verdad?
-Oh sí. - dije ya controlada. - ¿puedo ser un poco curiosa? - pregunte.
- Que bueno que no dijiste, "¿te puedo hacer una pregunta?" No le encuentro lógica, ya se está habiendo una. Y si, puedes ser un poco curiosa. - respondió sin mirarme.
-Tienes razón. Y bueno, ¿por qué los mellizos no se parecen a ti?
Vi cómo se puso incómodo y su rostro cambio. Estúpida tú, siempre tienes que andar de chismosa en lo que no te llaman, tanto que te gusta criticar a las personas así.
-Queremos helado. - ni siquiera me di cuenta cuando ellos habían llegado. Los dos nos paramos en silencio y seguimos a los niños, compramos los helados y luego de una discusión con Víctor por quien los pagaba, que por cierto, los termino pagando el, maldito machismo, volvimos al lugar en el que estábamos.
En silencio incómodo mirábamos los niños jugar con sus padres, nuestros hermanos jugar con otros niños y nosotros... pues yo por mi parte ya estaba súper aburrida.
-Solo somos medios hermanos. - dijo rompiendo el silencio incómodo. No se cómo no me lo imagine, acaso mis neuronas estaban fallan... - A mamá la violaron cuando tenía 15, soy el producto de una violación Eileen. -Ay Diosito.