Pov, s Zoey.-
-Una noche de fiesta en un club no es mala idea -propuse
-Siempre terminas borracha y nosotras somos las que tenemos que cargar contigo -se quejó Alessia
-Tiene razón -confirmó Darían
-¡Darí! -espeté- se supone que debes apoyarme
-¡No arrastres a Darían a tu mundo macabro! -rió Alessia
-Tal vez fue mala idea venir -dijo Darían
-Oh, no, ¡señorita! -repliqué- tú lo propusiste ahora te aguantas
-Pero... -la interrumpí
-Vamos, puede salir muy bien está noche (y vaya que lo fue?) -comenté
-Bien -suspiró Darían
Alessia estacionó el coche y nos bajamos, decidí traerlas al club llamado Diamante, entramos, había mucha gente que bailaba y tomaban. Nos sentamos en una mesa y pedimos las bebidas.
Saqué mi teléfono revisando los mensajes, vi un mensaje en especial que me hizo hacer una mueca que mis amigas notaron.
-¿Pasa algo Zo? -preguntó Darían
-¡Estoy harta!, Jonathan no me deja de molestar -me quejé- ¿¡por qué los hombres no pueden entender que una chica también puede tener solo polvos!?
-¿Johnny?, ¿el moreno de ojos miel? -cuestionó Alessia
Asentí- sí
-¿Te sigue llamando? -se sorprendió Darían
-Si, es un puto grano en el culo, me llama a cada hora para salir o acostarnos y cada que le digo que solo fue una noche dice que él sabe que yo me estoy haciendo la difícil por qué estoy perdidamente enamorada de él -comenté- Idiota que es
-¿¡Qué le diste!?, ¿agua de calzón? -se burló Darían
-Casi creo -reí- estuvo bien el polvo pero no me gusta, solo llegué al clímax pero no hubo orgasmo -respondí y le di un trago a mi bebida
-Pero bueno, hoy no vinimos a hablar de putas alimañas -habló Alessia- vinimos a bailar, divertirnos y tal vez un acoston -gritó Alessia
-Si, porque perras una vez -dijo Darían
-Perras toda la vida -concluimos Ale y yo
-Vamos a bailar -propuso Darían
Nos levantamos y caminamos hacia la pista, de pronto Darían ya no estaba a mi lado, pero no me preocupe, ella sabía defenderse muy bien, seguí bailando, un castaño se me pegó, pero lo ignoré, muchos chicos lo intentaron hasta que se acercó un rubio y se veía simpático, comenzamos a bailar frotando nuestros cuerpos.
Eso era lo malo de tener una cabellera tan llamativa y poco común, eso admiraba de mis hermanos, ellos eran rubios.
Cody Lancaster, 25 años, rubio de ojos grises igual a los míos, él empezó a trabajar en arquitectura, vivía en New York y hace medio año que no lo veía, pero manteníamos el contacto, debía admitir que era mi hermano favorito, oh sí y el crush platónico de Darían Courrier, mientras que Melody Lancaster, 20 años, rubia de ojos cafés, estaba en su tercer año de preparatoria en donde yo estuve, era una de las mejores personas que había conocido a lo largo de mis 23 años de vida.
Empecé a tomar y tomar, de repente Darían se me acercó, se veía acalorada, Alessia a mi lado besaba a un moreno.
-Ya regreso -avisó pasando su mano por su cabellera rubia.
-Okey -dijo Alessia separándose del beso- diviértete, tienes una hora -y volvió a tragarse al moreno.
-¡Usa condón! -grité y ella rió
Tomó la mano de un chico castaño y subieron al piso de arriba a coger.
Me aburrí del rubio que me estaba empezando a besar el cuello, me separé y sin decir nada me aleje hasta la barra.
-Martini -sonreí
El bartender me lo entregó y lo tomé en dos grandes tragos, dejé la copa en la barra y volví a pedir otro, no sé cuántas bebidas después, me sentía agobiada, borracha y asfixiada, decidí salir del establecimiento, estaba solo y pasaba aire, mi vestido lila con un escote en la espalda, me daba frío. De pronto vi a un chico recargado en la pared, estaba fumando un cigarro concentrado en tu teléfono, llamaba la atención.
Portaba una camisa totalmente blanca y una chaqueta de cuero negra con unos jeans, mechones oscuros caían por su cara, sexy.
El no sentía mi mirada, ¿saben que era lo buenos de no tener ojos tan llamativos como los de mis mejores amigas?, que no sienten mi mirada. Mis ojos son grises muy claro, no tenía los ojos azules intensos como Darían, esa mirada de ella la sentías hasta en el culo a más de diez mil metros, o como la de Alessia la cual no pasaba desapercibida por ser verde, su ojos llamaban la atención.
Mi teléfono vibró anunciando que tenía un mensaje, lo abrí y vi que era de Alessia,
Alessita:
¿¡En dónde diablos estás!?
Decidí ignorarlo, cuando guardé mi teléfono y levanté la vista me encontré con el chico de la chaqueta de cuero enfrente de mi.
Pegué un pequeño grito y di un paso hacia atrás, el solo se me quedaba viendo, de cerca pude detallarlo más, sus ojos ámbar con destellos naranjas, una mirada que asustaba, pero integraba, una mandíbula perfecta, su cabello totalmente n***o azabache.
-Hola -dije insegura
-Hola, ¿cuál es tu nombre?
Mi estómago se revolvió.
-Zoey Lancaster -respondí mareada
-Izan Olivieri -dijo sonriendo
Justo cuando iba a hablar una camioneta se detuvo a toda velocidad enfrente nuestro, el pelinegro me tomó del brazo y nos escondimos detrás de un muro de piedra. Yo no entendía ni mierda. Solo sabía que quería vomitar, miré entre el muro y la camioneta dos tipos sacaron unas pistolas grandes y comenzaron a disparar hacia nosotros.
¡Me estaba cagando del miedo!
Lo más sorprendente fue que el chico a mi lado sacó una pistola de adentro de su chaqueta y comenzó a disparar. Maldita sea, ni una noche podía ser normal para mí.
-Agáchate, muñequita -dijo el pelinegro sonriendo
Era demasiado sexy, me derretía.
¡No es momento!, Zoey
Los tipos se metieron y la camioneta se fue a toda velocidad, mi respiración era un fracaso, me levanté corriendo y me alejé del pelinegro, él intentó acercarse a mi pero me alejé más.
-Zoey, escucha... -lo interrumpí
-No -grité con náuseas
-Ellos ya te conocen porque te vieron y... -intentó decir
-Déjame en paz, ¡maniático! -le dije
Intentó tomar mi brazo, pero corrí a toda velocidad hacia adentro, todo empezó a girar para mí, de pronto alguien me tomó del brazo, me asusté pero me relajé cuando vi unos ojos verdes y cabellera negra que conocía.
-¡Aquí estás! -me abrazó- ¿en dónde jodidos estabas?
-Afuera, chico, pistolas, piu, piu -reí como tonta- te amo, Alessita bonita
-¡Oh por Dios!, estas borracha -dijo negando- ven vamos a buscar a nuestra rubiecita
Caminamos un poco cuando todo a mi alrededor giró, mi estómago se revolvió y...
-¡Zoey mis zapatos! -gritó Alessia
Vomité y después de eso ya no recordé nada.
¡Vaya que noche!