Blanca.
Caminamos por horas hacia la nada misma porque siento que ni ellos saben a donde vamos, Daniel durmió, se despertó y volvió a dormir, no tengo idea de a donde vamos, pero el sol ya se está poniendo, mi hijo comienza a llorar de hambre y ya me estoy congelando hasta los huesos del frío que hace, la nieve cae con fuerza y estoy simplemente con un vestido y una camperita fina donde estábamos adentro de la casa con la estufa encendida, Dani tiene la manta y ahí va a quedar, solo a él lo va a tapar y gracias a Dios que agarré la más abrigada para ir a abrir la puerta y que él estaba bien abrigadito, no como para sacarlo con este tiempo, pero es de ayuda.
—Hazlo callar de una vez o lo voy a matar. —uno de los cinco grita como loco asustándolo más—. Está llorando hace rato me tiene ar
