Mierda. Mi cerebro estaba en caos mientras asimilaba la nueva escena frente a mí. Igor tenía a Amelia en su agarre. Ella había intentado llegar hasta mí. Demonios, casi lo logra, pero luego ese maldito vidrio se rompió bajo su bota, e Igor se giró para verla correr hacia él. No podía comprender cómo había logrado llegar tan lejos o escapar de las ataduras que usaron. La apariencia de Amelia era un testimonio de la lucha que debió haber soportado. Su rodilla goteaba sangre por la espinilla, su camiseta tenía manchas de sangre en el cuello, que rastreé hasta el leve tinte rosa que manchaba sus labios y barbilla, y su muñeca estaba destrozada. La furia que hervía en mi sangre era la más intensa hasta ahora al verla así, e instintivamente me lancé hacia adelante. —Ah, ah, ah. Igor tiró de

